El archivo de Gabo revela las costuras de sus libros

AUTOR. Una de las últimas imágenes que el fotógrafo griego Dimitris Yeros capturó del escritor en su biblioteca de la Ciudad de México, y que forma parte del libro "Gabriel García Márquez" que esta semana comenzó circular en librerías alemanas con una edición de lujo, conformada por 136 páginas y cubierta de tela. (Foto: CORTESÍA DIMITRIS YEROS )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Aquel día de julio de 2014, cuando José Montelongo se adentró a las profundidades del archivo personal de Gabriel García Márquez en el estudio de su casa de Fuego, en Jardines del Pedregal, fue como entrar al taller del artista y descubrir que el Premio Nobel era un perfeccionista. “Fue ver su trabajo de deliberación, el proceso de autoedición, el proceso de investigación. Imagínese, es poder mirar por encima del hombro del escritor en su taller, y no de cualquier escritor, sino de uno de los escritores más destacados del siglo XX”.
Hoy que Gabriel García Márquez cumpliría 88 años de vida, José Montelongo, especialista en literatura mexicana del Benson Latin American Collection, de la Universidad de Texas, institución que adquirió en 2.2 millones de dólares los 2.6 metros cúbicos del archivo personal de Gabo, relata el día en que junto con Stephen Enniss, director del Harry Ransom Center, hurgaron en los papeles personales de Gabo, durante varias horas, en la intimidad de su hogar mexicano.
“Fue un solo día de julio: Ya contábamos con una descripción muy detallada de documentos, de los contenidos del archivo, pero nunca es suficiente una pura descripción por más detallada que sea y siempre falta ver uno con sus propios ojos los documentos, las cartas, las fotografías”, afirma Montelongo, en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL.
El especialista asegura que una de las grandes sorpresas al revisar el archivo, guiado por la secretaria de Gabriel García Márquez, fue revisar los 10 tratamientos de la novela inédita En agosto nos vemos, que forma parte del archivo pero que es quizás el único material que podría estar restringido a los lectores cuando terminen la clasificación del acervo, que podría ser a finales del año, y lo abran al público.
El privilegio de José Montelongo fue ver estos documentos que originalmente no están destinados a los ojos del gran público, pues “son borradores, son arrepentimientos, son tachones, son las costuras”, afirma. Allí pudo constatar el gran trabajo de deliberación que había detrás de sus obras.
“Fue como asomarme al reverso de los cuadros de los grandes pintores, donde a veces tienen ahí sus arrepentimientos, los cuadros que no se atrevieron a publicar o las primeras versiones de los cuadros famosos, sus bosquejos, sus bocetos. Cuando se trata de un gran artista, también sus arrepentimientos, correcciones, tachones, son importantes porque de eso está hecha la creación artística, de andar y desandar el camino. Sólo que normalmente nosotros tenemos acceso al producto terminado, a partir de estos archivos tendremos acceso al procedimiento”, señala el estudioso y dice que este archivo personal se debe a la visión de Mercedes Barcha, viuda de García Márquez, quien se empeñó en guardar documentos, y gracias también a su secretaria que iba archivando las impresiones que el autor corregía a mano. “Gracias a ese cuidado ahora nosotros podremos adentrarmos en la génesis de estas obras”, dice Montelongo.
El relato de una vida. José Montelongo aún celebra su inmersión en el archivo de Gabo, todavía con el “ordenado desorden” con el que el escritor lo mantuvo. El investigador de Instituto de Estudios Latinoamericanos (LLILAS) dice que aunque el archivo no estaba profesionalmente catalogado, sí tenían un orden.
“Estaba separado por la correspondencia que él recibió, la correspondencia que él envío, las fotografías de esta época, las fotografías de esta otra época. Una gran oficina desordenada pero donde usted sabe que en ese bonche de ahí están los originales y las correcciones de Vivir para contarla, y en este otro bonche de acá las correcciones a Crónicas de una muerte anunciada y en este otro bonche las correcciones de Memoria de mis putas tristes. Había un ordenado desorden por el que nos fue guiando la secretaria de Gabriel García Márquez y en el que afortunadamente pudimos pasar muchas horas, tomando notas y tratando de hacernos una idea de los contenidos del archivo”, afirma Montelongo.
Se trata de un archivo personal muy deseado que llegó al Harry Ransom Center el 16 de diciembre de 2014 en unas 40 cajas de cartón, allí está siendo catalogado y se podría poner a disposición de los lectores y estudiosos del escritor fallecido el 17 de abril del año pasado, en poco más de un año. Allí, en ese recinto que hoy posee más de 40 millones de papeles, entre ellos 38 mil cajas de manuscritos, el archivo personal de Gabo reposará junto al de otros grandes escritores, como William Faulkner, Virginia Woolf y Jorge Luis Borges, que fueron algunos de los autores que lo influenciaron y que ahora convivirán como “pares literarios”.
Antes de entrar al interior del archivo del colombiano, Montelogo se planteaba varias preguntas: ¿habrá correcciones de Crónicas de una muerte anunciada?, ¿habrá correcciones de El otoño del patriarca?, ¿qué tipo de correcciones?, ¿cómo trabajaba un autor como García Márquez? “A uno le puede quedar la impresión de que las obras maestras nacen perfectas, como una criatura mitológica que brota madura”.
Aun cuando le falta mucho todavía por descubrir del proceso creativo de García Márquez y podrían ser muchos los temas de estudio, las varias horas que junto con Stephen Enniss, Montelongo pasó ese día de julio de 2014, le permiten confirman que el rango de correcciones manuscritas incluidas en el archivo van desde un original de Cien años de soledad, con apenas un puñado de correcciones que es casi el libro como se fue a la imprenta, hasta 10 tratamientos de la novela En agosto nos vemos que Gabo dejó inédita.
El mexicano que trabaja en la Universidad de Texas afirma que hay mucho material para observar el proceso de deliberación artística de García Márquez, porque en medio, entre Cien años de soledad y En agosto nos vemos están las correcciones que hizo a El otoño del patriarca, las correcciones manuscritas a su original mecanografiado de El otoño del patriarca, correcciones manuscritas a las galeras de Crónica a una muerte anunciada y muchas correcciones a su autobiografía.
“Hay correcciones de casi todos sus libros posteriores a Cien años de soledad; digamos que uno puede especular que antes de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez estaba más preocupado por la sobrevivencia que por la posteridad, porque casi no guardó documentos de sus primeros libros. No hay en este archivo correcciones manuscritas a El coronel no tiene quien le escriba, La hojarasca, Los funerales de la mamá grande, solamente podemos especular que entre las mudanzas y las angustias económicas y las preferencias del autor no se guardaron las etapas constructivas de estos libros.
“Lo que tenemos que pensar es que afortunadamente a partir de Cien años de soledad contamos con una muestra muy rica de las etapas constructivas de sus obras. No tiene caso lamentarnos de las cosas que se perdieron o que nunca se guardaron, cuando podemos celebrar que hay una muestra muy rica de varias décadas de actividad artística, por lo menos a partir del 66 o 67 hasta poco antes de su muerte que se mantuvo activo”, concluye Montelongo, quien adelanta que en el marco de la conclusión del trabajo de catalogación del archivo, la Universidad de Texas tiene planeado realizar un simposio internacional para celebrar la vida y la obra de Gabriel García Márquez.





