Diego Fonseca publica libro con historias que mueven a un país
Fonseca presentó anoche Hamsters. Una casa con historias que ruedan . . (Foto: JUAN BOITES. EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Varias metáforas circundan las páginas del nuevo libro del periodista y escritor argentino Diego Fonseca. Todas, sin importar si hablan de la migración de Centroamérica tras el sueño americano, del capitalismo de Estados Unidos, de un edificio que representa la posibilidad de varias personas de tener un “final feliz”, todas permiten dar cuenta de pequeñas historias de vida que ayudan a mover a todo un país.
Con Hamsters. Una casa con historias que ruedan (Libros del K.O), el autor de Sam, no es mi tío y Hacer la América y editor-at large de la revista Etiqueta negra asegura que una de las metáforas de su libro es que de algún modo todos somos una exposición de hamsters moviendo las ruedas pequeñas de la historia.
“Emplé la metáfora del hamster porque en términos generales la Historia con mayúsculas sigue girando mientras nosotros como seres humanos, generación tras generación, proveemos hamsters para que esa rueda gire… La idea del libro es tratar de contar pretenciosamente la vida, una Vida con mayúsculas, pero al mismo tiempo es tratar de contar pequeñas historias dentro de la Historia con mayúsculas”, asegura el periodista.
En entrevista, el escritor que está de visita en México para dar una serie de clínicas sobre edición periodística y para hablar de Hamsters, afirma que observa los últimos 50 años de la historia de Estados Unidos a través de dos grandes historias, la del multimillonario de origen ruso Abe Pollin, que construyó el edificio Irene; y la de una chica pobre, migrante guatemalteca en Estados Unidos que se llama Ingrid Hernández. Ellos son vistos a través de un largo periodo de tiempo y dentro de un edificio que Diego Fonseca utilizó como marco para contar “pequeñas historias mínimas modificadas por la historia grande y pequeñas historias mínimas que intentan modificar la historia grande”.
El periodista nacido en 1970 asegura que Hamsters tiene que ver con el ejercicio de vivir ese cambio permanente de migrantes, como Ingrid, que llegó de Guatemala a Estados Unidos indocumentada, o como la familia de Abe Pollin, quien llegó desde Rusia con una mano atrás y otra adelante y lograron cambiar en distintos modos su propias existencias a partir de perseguir el sueño americano.
“La idea es contar los últimos 50 años en Estados Unidos, el cambio del viejo capitalismo americano, del negocio de mamá y papá, ese negocio doméstico barrial al negocio del capitalismo financiero y cómo ese cambio va tocando a unos y a otros con sus derrotas y sus pequeñas y grandes historias”, señala Fonseca.
A este libro, Diego le dedicó cinco años de trabajo y mantuvo alrededor de 80 conversaciones, pero además realizó un gran trabajo de recuperación documental, porque asegura que el periodismo tiene que aprovechar la mirada, el oído y el tacto para apuntar a los claroscuros, y en este libro al faro de la democracia que sería el blanco y el imperio a secas sería el negro.
Si Sergio Ramírez ha escrito de Hamsters que: “El sueño americano cabe dentro de las paredes de un edificio” y agrega: “Levanten el techo y entren a conocer los sueños y ambiciones de estos inquilinos singulares”, Martín Caparrós ha dicho: “Un edificio también puede ser el universo. En Hamsters, Diego Fonseca cumple con la ordenanza del viejo maestro Ryszard Kapuscinski: que la gota de agua que elegiste contar se vuelva el prisma que te enseñe un mundo”.
Diego Fonseca reconoce que los protagonistas de esta historia tienen pequeñas pérdidas en algún punto u otro. “La mujer de Abe Pollin vende el edificio para desprenderse de todo el pasado, pero con el tiempo se da cuenta que lo que ha ganado es una gran ausencia, tiene mucho dinero pero ha perdido las pequeñas historias comunes y corrientes del hombre con el que estuvo toda su vida. Ingrid ha ganado cosas, ha logrado construir una pequeña empresa en Champas Corrientes, su pueblo donde es una de las nuevas ricas, pero a costa de no ver a sus hijos durante más de 10 años. No creo que las ganancias sean totales ni las pérdidas absolutas, tampoco creo en las victorias ni en las derrotas definitivas”.
Hamsters no es la única novedad literaria de Diego Fonseca, recién ha aparecido en Estados Unidos su novela La vigilia bajo el sello Penguin Random House, y en Argentina ha visto la luz en Tusquets la antología Hacer la América, financiada por el BID y en la que participan 15 cronistas latinoamericanos que hablan de cómo cambia la vida de la gente cuando aparece dinero para el desarrollo; escriben Álvaro Enrigue, Leila Guerriero, Alberto Salcedo Ramos, Julio Villanueva Chang, Marcela Turatti, Wilbert Torre, Edmundo Paz Soldán y Eduardo Halfton.
Ayer por la noche, Diego Fonseca, quien acompañado de Guillermo Osorno y Fabrizio Mejía Madrid presentaron Hamsters, en el Centro Horizontal, sigue haciendo periodismo narrativo sobre los mismos temas que lo obsesionan y que tienen que ver con la historia, con el olvido, con la memoria y con el cambio de los seres humanos.