Arte de Medio Oriente cobra vida en el British Museum

FIGURAS. Las salas del British Museum dedicas al Medio Oriente están "custodiadas" por enormes esculturas de toros alados con cabeza humana, similares a las destruidas recientemente por los yihadistas en Irak. (Foto: ABIDA VENTURA / EL UNIVERSAL )
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LONDRES. Es domingo y el vestíbulo del British Museum está repleto de turistas. La multiplicidad de rostros e idiomas en los pasillos deja claro por qué este recinto ha sido, en los últimos ocho años, la atracción más visitada del Reino Unido, con 6 millones de visitantes en 2014, según un informe divulgado la semana pasada por una asociación turística británica.
En la entrada del museo que custodia un valioso acervo de diferentes culturas del mundo, entre ellas las de Medio Oriente, el señor Mardavij Ziavi y un grupo de iraníes han organizado una manifestación para denunciar la posible destrucción de Pasargadas, una antigua ciudad persa, debido a la construcción de una represa por parte de las autoridades de su país.
Este sitio, fundado en el siglo VI a.C. por Ciro II “El Grande”, está en riesgo porque, explican los activistas, hace unos cuatro años, el gobierno construyó una represa muy cerca de esta ciudad catalogada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esto ha provocado la subida del nivel de los mantos freáticos y ha comenzado a dañar gradualmente algunos vestigios.
“Al gobierno actual no le gusta el pasado pre-islámico del pueblo iraní. El gobierno de los Mollah no se atrevería a ordenar la destrucción de un lugar como Pasargadas, pero buscan conseguirlo con métodos indirectos”, expresa Mardavij.
Pero en esa parte del mundo hay otros actores todavía más radicales a quienes no les importa cuidar este tipo de apariencias. Después de sus videos de decapitaciones y ejecuciones masivas, el Estado Islámico (EI o ISIS) encontró otra manera de estremecer al mundo: filmando destrucciones del patrimonio arqueológico de Irak.
Para cualquiera que las haya visto, las recientes imágenes del vandalismo cometido en el Museo de Mosul, en los vestigios de Nimrud o de Nínive deben ser lo primero que viene a la mente cuando al asomarse a las salas que el British Museum dedica al Medio Oriente aparecen enormes esculturas de toros alados con cabeza humana, similares a las destruidas por los yihadistas en Irak.
Custodiadas por estas gigantescas divinidades protectoras de los asirios, Nínive y Nimrud recobran vida en las salas de este museo. Aunque históricamente ha sido cuestionado por la forma en que ha obtenido sus colecciones, el British Museum hoy en día parecer ser un lugar de custodia mucho más seguro que los países donde el patrimonio cultural e histórico está a merced de quienes lo consideran como “daño colateral”.
Flanqueados por toros alados o Lamassus, los accesos a las salas dedicadas a Nínive y Nimrud reproducen los pórticos originales de estas dos ciudades asirias que florecieron en el tercer milenio antes de Cristo, en Mesopotamia. Sobre las paredes del recinto, una serie de bajorrelieves de los palacios de Nínive y Nimrud dan cuenta del esplendor de la civilización asiria.
Montado sobre una pared, sin una vitrina de protección para que el visitante pueda apreciarlos mejor, una serie de paneles de alabastro provenientes del Palacio Norte de Nínive narra una cacería de leones, una de las recreaciones preferidas de los reyes asirios de entonces. Asurbanipal (668-631 a.C), considerado como el más ilustre de ellos y creador de la gran biblioteca de Nínive, aparece hiriendo leones y siempre acompañado por un séquito de guerreros.
En otra sala, los bajorrelieves que alguna vez decoraron los templos y palacios de Nimrud muestran campañas militares, ceremonias rituales encabezadas por Asurbanipal II, así como escenas en donde los pueblos conquistados ofrecen tributo al rey.
Los vestigios de esta antigua ciudad que, según reportes del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Irak, ha sido arrasada por el Estado Islámico, llegaron al British Museum tras las excavaciones que el historiador inglés Austen Henry Layard realizó en ese sito entre 1845 y 1851.
Layard descubrió estos famosos relieves al excavar uno de los palacios de Nimrud y trasladó algunos a Londres, pero una gran parte de ellos aún permanecían en su sitio original, por lo que estarían entre los vestigios destruidos en el reciente saqueo.
A raíz de los ataques que el patrimonio cultural e histórico de los países de Medio Oriente han sufrido en los últimos años por conflictos políticos y sociales, el British Museum expone en su sitio web el compromiso de sensibilizar a sus visitantes sobre el valor cultural de los vestigios de esa región.
Tras las destrucciones en el Museo de Mosul, el recinto londinense emitió un comunicado en el que expresó su preocupación por las piezas y confirmó que ninguno de los objetos que aparecen en el video difundido son reproducciones de los originales que resguarda. “Deploramos todos esos actos de vandalismo y destrucción del patrimonio cultural y seguiremos monitoreando la situación”, dijo la institución en su comunicado.
Pero la visita al British también nos permite ver la grandeza de nuestra época: el Patio Grande del museo, obra del renombrado arquitecto Norman Foster, se ha convertido ya en una de las proezas arquitectónicas más emblemáticas de este siglo.





