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"En mi literatura pongo el dedo donde la gente no quiere ver"

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
00:39Miércoles 07 de enero de 2015

Video. La escritoria habló en entrevista para El Universal sobre su obra "Después del invierno"

La escritora nacida en 1973 en la ciudad de Mxico fue finalista del Premio Herralde en 2005; ahora

HISTORIA. La escritora nacida en 1973 en la ciudad de México fue finalista del Premio Herralde en 2005; ahora lo obtuvo con una historia de personajes obsesivos y neuróticos. (Foto: JUAN BOITES. EL UNIVERSAL )

La autora habla de su forma de escribir y del galardón que ganó por Después del invierno, donde explora la muerte, los cementerios, la soledad y las obsesiones

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Guadalupe Nettel es considerada por la crítica literaria la narradora que marcha a la cabeza de la nueva generación de escritores mexicanos; obtuvo en días pasados el Premio Herralde de Novela 2014 por su obra Después del invierno -que ya circula en todas las librerías de habla hispana- y publicó a la par Octavio Paz. Las palabras en libertad, un libro sobre el Premio Nobel de Literatura 1990, desde sus inicios como poeta hasta que recibe reconocimientos internacionales y gana prestigio.

La escritora nacida en la ciudad de México en 1973, que escribe novela y relato, aunque también ensayo, y ha publicado libros como El huésped, El cuerpo en que nací, Pétalos y otras historias incómodas y El matrimonio de los peces rojos, habla en entrevista sobre Después del invierno, sobre lo que representa el Premio Herralde de Novela, sobre las oportunidades que ha tenido y sobre los temas que le interesa trabajar: "Creo que una de las constantes de mi literatura es poner el dedo en aquello que la gente no quiere ver, poner el reflector en eso; por ejemplo los hospitales son lugares en los que la gente preferiría no pensar, o en la muerte, o en la soledad".

Licenciada en letras hispánicas por la UNAM, con doctorado en Ciencias del Lenguaje en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Nettel reconoce que su nueva novela aborda varios temas como ser extranjero a partir de sus protagonistas, dos latinoamericanos que viven en países fríos como Estados Unidos y Francia; pero también está la exploración sobre la muerte, la fascinación por los cementerios, la soledad, el abismo que se abren en los amantes y las obsesiones y neurosis de los seres humanos.

¿Cómo nacieron Claudio y Cecilia y cómo ellos representan muchas obsesiones contemporáneas?

Primero es una novela sobre el choque cultural de quien emigra de un país cálido a un país invernal y cómo en esos países la gente vive cada vez más aislada, individualizada, sola. Estos personajes buscaban eso pero aun así se ven arrastrados por una ola de soledad, de frío no solamente en el sentido climático sino también humano y empiezan a describir su cotidianidad.

Otro de los temas es la muerte, que es un tema importante y que a lo largo de la historia de la literatura el invierno siempre se relaciona con esta época, la muerte es la época en la que se arrasa lo que existe y hay un renacimiento, a eso hace alusión el título.

La muerte es un tema central

Está el cómo se puede enfrentar una niña a la muerte de personas ajenas, vecinos y compañeros de escuela, después lo que significa asistir o acompañar a alguien en el momento de una enfermedad letal y de la muerte de alguien querido, está además todo lo que ocurre en un hospital. Creo que una de las constantes de mi literatura es poner el dedo en aquello que la gente no quiere ver, poner el reflector en eso, los hospitales son lugares en los que la gente preferiría no pensar, si pasas frente a un hospital la gente casi que lo edita y pone otra cosa. Y esta novela va y mete al lector dentro de un hospital, pasan muchas cosas ahí, le pasan muchas cosas a los personajes y a la gente cuando está en un hospital y ve morir a otra gente.

Hay también una fascinación por los cementerios

A Cecilia le gustaban como una forma idílica, pero cuando siente la muerte real, los evita; es su vecino quien la invita a recorrerlos y le dice: "Se puede dialogar con los muertos, hay forma de dialogar con ellos, no es un lugar de vacíos y de aislamiento como tu crees, es realmente otra cosa". Ella como que escucha de forma un poco extrañada esto de dialogar con los muertos, no sabe a qué se refiere, pero en el proceso que va atravesando se da cuenta de cuál es su manera particular de dialogar con ellos, y más que eso se da cuenta de que más que dialogar con los muertos le interesa platicar con la gente que ha perdido gente, como ella misma.

¿Te ha interesado también el abismo que se abre entre las parejas?

Está aquí el momento en que se construyen las parejas y el momento en que se disuelven, y el momento en que se construyen otros vínculos. Todo el tiempo estamos muriendo y renaciendo, muriendo y renaciendo, a mí me gusta mucho esta idea budista de la interdependencia, de que todo el tiempo nos estamos muriendo, nuestras células están cambiando por otras, dejamos de ser quienes eramos para ser otras personas nuevas cada día, según las experiencias.

¿Este es tu laboratorio, hay muchos temas que te interesan: el exilio, la decisión de no tener los lazos afectivos y no tener patria?

Sí, porque es un trabajo de muchos años, yo empecé a escribir este libro a finales de 2001, principios de 2002, lo interrumpí para escribir El cuerpo en que nací y El matrimonio de los peces rojos, pero no lo abandoné, lo seguía pensando. Metí muchas ideas sobre diferentes cosas, también hay este gusto por los personajes obsesivos, tratar de construirlos desde la música que oyen, lo que leen, los lugares que les gusta frecuentar.

Otra cosa que abordo es cómo las relaciones humanas en está época se han vuelto cada vez más individualistas. Hay momentos en que cada uno de los personajes describe su versión de los hechos en pareja, el encuentro, los primeros acercamientos, la ruptura. En realidad son muy diferentes, cada quien vivió su película.

¿Tus libros los detona tu propia experiencia?, ¿qué hay de ti aquí?

Por ejemplo El cuerpo en que nací es una novela totalmente autobiográfica, cuento y trato de ser lo más fiel posible a la versión que yo tengo de esos hechos; aquí sí hay evidentemente muchos elementos autobiográficos pero caricaturizados, me río mucho de esa personita grandilocuente que yo fui, y de otras personas que he conocido y que me ayudaron a construir estos personajes. Tampoco es que haya un Claudio, una Haydée, en realidad están construidos con pedazos de diferentes personas que conozco. Anécdotas sí, hay mías y de otras personas y también utilicé fragmentos de diarios y utilicé varios hechos autobiográficos.

A mí la literatura que me interesa escribir es la que sí contenga parte de mi esencia histórica, vivencial, de mis experiencias. Que venga de mi necesidad de contar cosas como la que
puede tener una abuela. Porque creo que esa es realmente la literatura  que respira, que palpita, que se puede conectar con los otros, con los seres humanos, con los lectores y es lo que más disfruto yo como lectora y escritora. Es como un intento de luchar contra este aislamiento que sufrimos.

¿Qué dices ante los críticos que te ven como una narradora sólida?

Me siento muy afortunada y agradecida, sé que hay mucha gente que tiene un talento enorme y que no encuentra editor, tengo amigos así y me parece realmente una suerte que mi literatura halla encontrado una casa editorial que la aprecia al punto de darle su premio más importante y que apuesta por ella. Anagrama apostó por mí desde mi primera novela que fue rechazada por mucha gente, casi todos.

¿Qué retos tienes ante un nuevo proyecto literario?

Los premios son como un incentivo, es como un albur, no sabes quién va a entrar, si entra un escritor con un mejor libro ese año o no se mete nadie; tiene mucho de suerte no solamente de trabajo, pero si puede servir como un incentivo para ponerte a trabajar y como un espaldarazo para seguirle.

¿A qué le dices no en tus novelas?

Me obsesionan los mismos temas pero los puedo ver desde diferentes ángulos, las historias van cambiando. Lo que es recurrente es esta duplicidad Francia-México, ahora metí Cuba y Nueva York, que también fue un reto porque escribí en primera persona desde un cubano exiliado y no es fácil, debo darle las gracias a un amigo escritor: Alejandro Robles, quien me ayudó con su lectura y sus comentarios.

Cuando abandono un texto es porque lo siento falso y a veces pasa que sientes que estás describiendo desde una voz que no viene desde dentro, sino que es un poco superficial o de alguien más".



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