Víctimas de la guerra
RENCINTO. El museo Casa de la Memoria abrió sus puertas hace un par de meses . (Foto: CORTESÍA MUSEO CASA DE LA MEMORIA )
En 2003, Jonnhy, un chico que formó parte del documental Tener nuevos vecinos, del colombiano Luigi Baquero, era un campesino que anhelaba estudiar, incluso con apoyo del artista entró a la Universidad de Antioquia; pero tras cuatro años decidió cambiar su vida, optó por las armas y se hizo líder de un grupo de maleantes; hoy, ese muchacho que estuvo en contacto con el arte y que emprendió una carrera, está en la cárcel.
¿Qué pasó con Jonnhy?, ¿por qué el arte no lo pudo retener? Son preguntas que para Luigi Baquero tienen una respuesta: "Toda esta composición de la economía y del narcotráfico daña".
El artista que recientemente exhibió su trabajo de mujeres desplazadas de El Cañón, comunidad del barrio Bellavista, en el Museo Casa de la Memoria, reconoce que el arte tiene poder para recuperar la historia y la memoria de las víctimas de la guerra, que ayuda para sanar y permitir al cuerpo y a la mente a hablar, sin embargo hace falta un proyecto más amplio.
"En un proyecto llamado ‘Tener buenos vecinos' estuvimos cuatro años trabajando con jóvenes, ahí estaba Jonnhy, un chico de 12 años que me tocó mucho, le ayudé a estudiar, le pagué útiles, lo vi grande y dije ‘ya está'; un día me llamó y me dijo ‘me voy para el ejército'; se fue a los 18 años, a los 20 regresó, a los 21 manejaba un combo de bandidos y yo le preguntaba ‘¿hey Johny, pero si estudiaste carpintería, entraste a la Universidad de Antioquia, qué pasó? Él respondió ‘es que me pagan 4 millones de pesos mensuales por manejar a 20 muchachos'", recuerda el artista.
Baquero dice que, en contexto, si alguien ve a Jonnhy en su documental ve a un pelado que es una "almita de Dios", un campesino que quería ser alguien de bien, pero lo tocó el narcotráfico y la pobreza. "El arte es necesario y hay que hacerlo, yo lo voy a seguir haciendo, pero que eso cambie la problemática, la verdad yo no creo". Lo sabe bien él que ha trabajado con jóvenes, que los ha tocado con el arte en procesos de varios años, que ha documentado el desplazamiento, como lo hace en su reciente obra titulada En el cielo cabemos todos, en el Museo Casa de la Memoria.
Lo que hizo el artista fue multidisciplinario. El 5 de mayo pasado, toda una comunidad fue desplazada del barrio Bellavista, entonces unió a 18 mujeres a quienes su madre les impartió un curso de crochet, ellas bordaban una colcha colectiva mientras contaban sus testimonios, él grababa, luego armó un solo texto que ellas escucharon, mientras lo hacían, él les hacía fotografías con el telón de fondo de una manta color de cielo; las imágenes, los testimonios, la colcha, el cielo, las frases entresacadas puestas sobre un cristal conforman la intervención.
"El arte sirve pero no es el eje, el arte y los artistas tienen la responsabilidad de estar ahí y sirve mucho, pero debe haber educación, políticas públicas. El arte es importantísimo pero para que se acabe la violencia requerimos de muchas otras cosas: inversión social, buena educación, buena alimentación, accesibilidad", afirma el artista.
Con todo, Baquero no se desalienta. "Yo no creo que el trabajo de nosotros haya sido perdido, pero creo que no es solamente la responsabilidad de uno, es la sociedad, las políticas públicas, aquí en Medellín lo han hecho dos administraciones anteriores, trabajaron mucho y hubo una mejora. No sé si estemos recuperando, creo que estamos visibilizando apenas, y el ejercicio más amplio se está haciendo en este Museo".
Lucía González Duque, directora del Museo Casa de la Memoria, que abrió sus puertas hace unos meses con la VI Semana de la Memoria -que ofreció presentaciones de libros, exposiciones, arte, talleres, documentales y construcción de la memoria-, asegura que el arte es un medio potente a través del cual se pueden decir muchas cosas.
"A través del arte se puede conmover, se pueden decir muchas cosas que mantenemos ocultas, puede salir las palabras que no nos atrevemos a decir para tener metáforas de la movilización del ser, pero esto no nació con el Museo Casa de la Memoria, muchos años antes comenzó con la gente que hacía poesía, escribía, dibujaba, dejaba mensajes buscando a sus hijas, hijos, maridos, y para sacar el dolor. Tenemos claro que el arte expresa, denuncia y sana en la medida en que lo estimulamos", señala.
González tiene claro que las manifestaciones artísticas visibilizan el fenómeno de la violencia, permiten reconocer que las heridas no han sanado y que muchos murieron en el conflicto; de ahí que ellos organizan talleres afuera del Museo y ahora también dentro; estimulan las historias y los testimonios a través de la danza-terapia, de la música y el teatro; allí, hombres y mujeres pueden sacar sus historias.
Una de las manifestaciones más generosas para contar las verdades del alma es el dibujo y por eso el artista colombiano Víctor Muñoz se ha dado a la tarea de trabajar distintos aspectos de la violencia a través del arte. Su más reciente trabajo, presentado en el Museo Casa de la Memoria, es una serie fotográfica de casas abandonadas en el poblado de San Carlos, del oriente antioqueño, que son intervenidas por los ciudadanos que se acercan a su exposición-laboratorio, y dibujan y escriben sobre acetatos sobrepuestos a las imágenes.
"El dibujo es el canal para acceder, para dejar testimonio; todos rayamos, escribimos bien o mal, dibujamos; el dispositivo que utilizo es el acetato, al menos le damos la posibilidad a la persona de calcar, para que escriba dentro de ese territorio, para que esa imagen no sea inmaculada, muerta, silenciosa, muda, sino que sienta la capacidad de escribir sobre el territorio", señala Muñoz.
Su obra Mudas se conforma de imágenes tomadas a casas de ese poblado antioqueño que todos dicen que es el más minado y que los pobladores abandonaron, una población a la que nadie quiere volver. Él le llamó Mudas, aludiendo a tres cosas: la muda del silencio, la muda del tránsito y la muda como cambio de piel. Su propuesta es generarles pieles a esas imágenes. Y que al final la imagen fotográfica sea lo último que exista.
"Lo hacemos a través de acetatos sobre la foto, es escribir sobre la imagen, todas las fotos son mías, pero es un laboratorio abierto, hay una mesa, en ella hay acetatos, marcadores y fragmentos de las imágenes y la gente se anima a pintar, a dibujar y a escribir sobre las imágenes", agrega.
Víctor Muñoz es artista antes que motivador, pero tiene claro que si bien el arte tiene una gran capacidad de somatizar, sanar y comunicar, si bien puede ser una herramienta "no necesariamente podemos decir lo mismo de los artistas; como artista no me considero con la profundidad suficiente para hablar de estos temas o para hablar del conflicto en toda su dimensión. Como artista me puedo ubicar en un lugar donde genere convergencia de discusión, de entendimientos y representaciones, ese es el ejercicio que estoy tratando de desarrollar en esta serie".
El actual alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, asegura que la participación, la recreación y el deporte son fundamentales porque se logran enormes sinergias en esos campos, y todo lo que emprenden son oportunidades para sacar a los muchachos de la droga, la violencia, el ocio, y lo hacen con cultura y con educación, que les han confirmado que son fundamentales en el trabajo de recomponer el tejido social.
"Vamos a avanzar en un plan ‘Medellín vive la música' para hacer el equilibrio con el tema cultual y lo haremos con la construcción de cinco casas para ejercicios musicales; la primera Casa de la música la entregaremos en octubre de 2014. Invertiremos unos 3 o 4 millones de dólares por casa, son construcciones con diferentes áreas, equipamientos, salones para la interpretación, para conferencias, auditorio y espacios para exhibiciones", concluye el alcalde de Medellín.