Sala Ollin Yoliztli, en el olvido
Video. Las filtraciones de agua, sin atención desde los años 90, han ocasionado severos daños en techos y en el sistema eléctrico
REQUIERE ATENCIÓN. El recinto es sede de varias escuelas de danza y música, y además de los evidentes problemas en sus instalaciones, requiere regular la situación de sus agrupaciones y docentes. (Foto: ADRIAN HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )
ana.pinon@eluniversal.com.mx
El Centro Cultural Ollin Yoliztli, la sede de seis escuelas artísticas de la ciudad de México, que atiende a mil 836 alumnos, está a punto del colapso, principalmente por los severos daños que ocasionan las filtraciones de agua en los techos y en las instalaciones eléctricas que no han tenido atención desde los años 90. Para reparar los daños más urgentes, se han destinado dos millones de pesos.
Falta de aire acondicionado que provoca que estudiantes de música ensayen en los pasillos, cubetas por varios lugares en tiempos de lluvia, espacios sin usar porque no son viables para las disciplinas que ahí se imparten, salones inapropiados para los alumnos de danza principalmente, problemas laborales debido a que muchos de los maestros tienen que ser contratados por honorarios porque no hay plazas suficientes, son sólo algunos de los problemas que enfrenta el lugar que, según las políticas culturales del Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, alberga uno de los ejes más importantes de su administración, la educación artística.
La Escuela de Danza Contemporánea que surgió como una respuesta a la demanda de espacios para la formación dancística de jóvenes, tiene una matrícula de 67 alumnos; la Escuela de Danza de la Ciudad de México, que imparten las disciplinas de ballet clásico, danza contemporánea, danzas populares mexicanas para niños y danzas populares para adolescentes y adultos, cuenta con 453 alumnos; la Escuela de Iniciación a la Música y a la Danza, orientada a la formación artística de la niñez en las disciplinas de música o danza atiende a 700 alumnos. La Escuela de Música Vida y Movimiento, que forma profesionales en los niveles medio superior y superior en la ejecución de instrumentos musicales para que los egresados se incorporen como solistas en el medio sinfónico o de cámara, que imparte las licenciaturas en Dirección de Orquesta, Piano, Cuerdas, Alientos y Percusiones, cuenta con un total de 265 alumnos. La Escuela de Mariachi Ollin Yoliztli-Garibaldi, tiene inscritos a 173 alumnos, y la Escuela de Rock en La Palabra, tiene 178 estudiantes. Además, el Centro Cultural coordina el Programa de Coros y Orquestas que cuenta con 12 orquestas y nueve coros en diferentes delegaciones, y es sede de la Orquesta Típica de la Ciudad de México y de la Orquesta Sinfónica Juvenil Ollin Yoliztli.
Cada día más de dos mil personas, si se suman maestros y personal administrativo, acuden al recinto. Para mantenerlo a flote han hecho de todo, desde pegar con cinta adhesiva los pedazos rotos del techo hasta soportar el olor de la cafetería instalada en medio del recinto frente a los salones de danza y debajo de los de música.
Una realidad que contrasta con lo anunciado por Miguel Ángel Mancera en dos años consecutivos, la educación artística como “un derecho” y como un “eje fundamental” de las políticas culturales de la ciudad. En el último informe de gobierno del mandatario se dedican dos hojas a este lugar, en las que se resalta que se inició un “diagnóstico sobre la plantilla docente”, la operación del proyecto Joven Danza Capital y el apoyo a la Orquesta Sinfónica Juvenil.
Espacios en problemas
El lugar para 2014 cuenta con un presupuesto de 2 millones 500 mil pesos. Al recorrerlo, se observó que hay espacios como el antiguo restaurante conocido como La Escala, que en 2008 se pensó modificarlo para convertirlo en un Museo de la Música, y que hoy es un salón de ensayos para alumnos de danza. Inviable no sólo por sus dimensiones, corrientes de aire y falta de espejos, sino también porque su techo es de domo, lo que provoca altas temperaturas y humedad. Ahí, además, se tiene planeado crear el salón de ensayos para la Orquesta Típica que después de ser errante finalmente tiene horarios para trabajar en la Sala Hermilo Novelo.
Otro de los lugares con mayores problemas también solía ser una cafetería; hoy está convertido en un salón para que ensayen los coros. No sólo carece de material acústico y las lámparas generan calor, sino que donde estaba la cocina tiene los techos vencidos por la humedad, el cableado expuesto y un abandono total con basura y polvo.
El director del recinto, desde abril, el músico Ricardo Fuentes, es autocrítico. Las necesidades, reconoce, son muchas. Entre las más urgentes, dice, está la impermeabilización porque desde 1997 a la fecha ha tenido sólo dos y se han afectado áreas como el estacionamiento.
Parte del problema de filtraciones de agua será atendido gracias a los recursos federales que recibirá a través del Programa de Apoyos a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE), que será de 2 millones, los cuales servirán para acondicionar La Escala para la orquesta Típica y con ello se liberará la Sala Novelo y se impermeabilizará el techo de la Escuela de Iniciación, “sólo con eso se nos irán los dos millones, y ya es un gran avance”. Además, con recursos de la secretaría se adecuarán dos salones de la escuela de Mariachi. “Es bastante lo que se hará si tomamos en cuenta que no teníamos nada”, asegura Fuentes.
Para el director, hay otros aspectos urgentes: el área de talleres dedicada a reparar tiene que ser fortalecida; es urgente surtir de materiales, que, dice, “ni siquiera son tan caros”; dar mantenimiento a los pisos de danza, reacondicionamiento de los espacios porque, por ejemplo, no hay una sala de juntas para profesores, y revisar planes de estudio.
¿Por qué se llegó a esta situación de descuido? Fuentes dice: “Para los secretarios de cultura este centro cultural siempre ha sido una caja de problemas; docentes sin plaza docente, alumnos que estudian música pero quién sabe qué, con orquestas en delegaciones que parece no son nuestra competencia pero sí lo son... incluso, los delegados no saben qué hacer con una orquesta”.
Afirma que ahora hay voluntad para cambiar las cosas. “El secretario de Cultura, Eduardo Vázquez, tiene claro que es un trabajo de equipo y para él es muy importante la educación artística; creo que tendremos apoyos, quizá no de dinero porque no hay, pero sí en términos administrativos, por ejemplo tener suficiencia para comprar jabón y papel de baño, porque ni eso había”.
Otros pendientes ¿resueltos?
En los últimos años los maestros de la Ollin han padecido una compleja situación laboral, con problemas de contratación por honorarios, plazas vacantes, pagos retrasados. La razón, explica Fuentes, es que la Secretaría de Educación del DF, creada en 2006, no tiene injerencia en planes de estudio ni en las escuelas ni en los docentes, porque son competencia del gobierno federal. Así, para la Oficialía Mayor no existen los maestros y, por lo tanto, no son su responsabilidad.
“Ya se le explicó a la Oficialía que sí tenemos docentes y seis escuelas, tenemos plazas, pero tenemos muchos maestros por honorarios porque el plan de estudios se tiene que cubrir. El personal de base, en todo el gobierno, se puede mover de un lado a otro, se reubica porque a veces hay mucha gente en una área, pero nosotros no podemos hacer lo mismo; cuando un maestro se va la plaza se congela”.
Sin embargo, asegura, hay una “promesa” para liberar las plazas, pero reconoce que la plantilla por honorarios es mayor. Es un tema que aún está pendiente por resolver. Por ahora, asegura, los pagos se han normalizado salvo los de aquellos que tienen problemáticas con sus recibos, entre otras cosas.
La anterior administración canceló por falta de recursos la Sinfónica Juvenil Ollin Yoliztli, cuyos integrantes percibían cinco mil pesos. Ahora, dice Fuentes, se planea reactivarla a través de un sistema de becas exclusivas para los estudiantes de la Ollin, con la opción de tener músicos externos aunque sin remuneración. La orquesta arrancó hace unos días; se espera que sea un proyecto de largo aliento, cuyos elementos se renueven anualmente.