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Rubén Bonifaz Nuño y su legado intelectual

Yanet Aguilar Sosa | El Universal
11:08Sábado 25 de enero de 2014
El prximo 31 de enero se cumple un ao de la muerte del poeta, fillogo, editor, docente, traductor

SABIO. El próximo 31 de enero se cumple un año de la muerte del poeta, filólogo, editor, docente, traductor y promotor de la literatura clásica, griega y latina. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )

A un año de la muerte del poeta, su último proyecto, traducir Epigramas de Marcial, fue concluido. Esta es la historia de esa aventura final

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Sólo a veces, Bulmaro Reyes Coria llama "maestro" a Rubén Bonifaz Nuño; casi siempre se refiere a él por su nombre: Rubén. Lo cita a cada rato, ante cada recuerdo que aflora a un año de la muerte del poeta, ensayista, filólogo, editor, docente universitario, traductor y promotor de la literatura clásica, griega y latina.

Ha pasado un año desde aquel 31 de enero de 2013 cuando se apagó la hoguera que era Rubén Bonifaz Nuño, pero para el filólogo, profesor e investigador de la UNAM, Bulmaro Reyes Coria, Rubén será siempre una conciencia viva, un hombre que nos legó una herencia invaluable e inagotable pero que no dejó ningún proyecto pendiente "porque todo lo que terminaba, así como lo terminaba, lo mandaba a la imprenta".

El espíritu sabio y longevo del maestro universitario que estuvo ligado a la UNAM desde 1960, está vivo en varios de los proyectos que creó: el Instituto de Investigaciones Filológicas; la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, que hoy sigue editando libros bajo la dirección de su amigo y discípulo Bulmaro Reyes Coria, quien en la página legal aún mantiene el nombre de Rubén Bonifaz Nuño como director; y el Seminario de Estudios para la Descolonización de México, el cual impulsa el análisis permanente de la educación, la literatura, la iconografía, la historia y la filosofía pero desde una perspectiva descolonizadora.

Aun cuando ya estaba muy enfermo, postrado en un sillón de su casa o entre sus entradas y salidas del hospital; en medio de la ceguera total en la que vivió sus últimos años y casi sordo, Rubén Bonifaz Nuño trabajó con Bulmaro Reyes Coria los dos primeros libros de Epigramas, de Marco Valerio Marcial, que Reyes Coria ha mandado a la imprenta y que saldrá este año editado, por supuesto, en la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana.

"Epigramas de Marcial es el gran proyecto de vejez, de ceguera y el último proyecto de Rubén; los Epigramas de Marcial fue una especie de obligación que yo le impuse, porque de no hacer algo... fierro que no se usa se oxida. El libro de Marcial consta de 15 libros, el primero de ellos se llama El libro acerca de los espectáculos, es un libro dedicado a la inauguración del Coliseo; luego vienen 12 libros que no tienen título, solamente están numerados del 1 al 12, y luego vienen dos libros no numerados, en algunas viejísimas ediciones tienen como título Xenia y Apophoreta, de modo que dan 15", señala Reyes Coria.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el doctor en filología que desde los años 90 y hasta el último día de vida de Bonifaz Nuño trabajó con él, asegura que ese libro de Marcial fue un proyecto en colaboración. "Rubén Bonifaz no tenía necesidad de informar nada a nadie ni de trabajar, era un investigador emérito, ganaba mucho dinero y podía no hacer nada; lo más grande de todo es que Rubén nunca dejó de trabajar, siempre trabajó y cada año, al menos, entregaba un libro a prensa; sólo hasta los últimos años esa regla le falló".

Rubén y Bulmaro terminaron de traducir juntos los dos primeros libros de Epigramas. Bonifaz Nuño le dijo: "Publícalo", Reyes Coria le respondió: "No maestro, usted nunca entregó nada mal hecho"; Rubén le respondió: "Usted manda. Así fue que el libro que quedara de poco más de 150 páginas no salió en vida del poeta y sabio, hasta que el doctor Reyes Coria al texto original y a la traducción le agregó introducción y estudio filológico de notas.

"Me tenía toda la confianza y dejaba sus libros en mis manos, nos teníamos mucho cariño. Ocurrió lo que tenía que ocurrir y ya como pude, sin su presencia, terminé el libro pero siempre pensando en cómo lo haría él, esa es una angustia de conciencia que no se imagina nadie, tal vez se pensaría ‘estando libre de ataduras y contradicciones, hago lo que me dé la gana', pero no puedo, qué tal si voy a caer donde él está y me regaña. Entonces pensé ‘lo voy a hacer como él lo haría'. Unos días antes de que muriera, en el último día de trabajo, Rubén me dijo ‘hay que corregir eso'. Cobró venganza", cuenta Reyes Coria.


La amenaza de la ceguera

Antes de Epigramas, su último libro publicado fue El libro de los deberes de Marco Tulio Cicerón, una publicación que el doctor Bulmaro Reyes Coria deduce que ya tenía escrito pero que lo dosificó para la vejez porque él sabía que se quedaría ciego.

"Creo que este libro él lo tenía hecho desde hacía muchos años y yo supongo también que él lo guardó como alcancía para la vejez o para la incompetencia porque él sabía que estaba condenado a la ceguera, su médico le dijo: ‘Usted a los 18 no va a ver', cuando siguió viendo le dijo: ‘Perderá la vista antes de los 40', y como veía así se fue, le decía a los 50, a los 60, a los 70, pero tardó muchos años en recibir la ejecución de esa sentencia, fue hasta 2007 cuando quedó en la total oscuridad; de hecho esa angustia lo llevó a publicar La Iliada en dos volúmenes", afirma Reyes Coria.

Los ojos del sabio que no veía

Rubén Bonifaz Nuño y Bulmaro Reyes Coria fueron amigos durante más de 30 años de trabajo y proyectos juntos, siempre eran los primeros lectores de las obras del otro. En los últimos años, Bulmaro Reyes se convirtió en el único lector y corrector de la obra de Bonifaz, aun cuando tenía algo de vista: "Me gustaba trabajar con él, yo aprendía mucho de él, era una máquina de sabiduría verdadera", recuerda.

El investigador que actualmente trabaja en dos proyectos, uno de Marco Tulio Cicerón y otro con los cuatro volúmenes de La historia de imágenes y pinturas sagradas, asegura que la forma en que corrigió todas las obras que Rubén Bonifaz Nuño publicó en los últimos 15 años de su vida, era a partir de una regla: "Con mis ojos, con mi poca sabiduría y con su cerebro. Yo leía en voz alta, muy alta, porque además era casi sordo. Fue perdiendo sus facultades, pero siempre conservó su memoria".

Bulmaro Reyes Coria asegura: "Rubén nunca publicó nada sin que yo se lo revisará, desde hace 15 años, desde La guerra de las Galias, yo la revisé, no la publicó sin mi revisión; La Iliada; no publicaba nada sin que yo le diera visto bueno, incluso el libro de Josefina Estrada, De otro modo el hombre, me lo dio Rubén Bonifaz con el ‘échele un ojito', que significaba: ‘Cuídeme esto por favor'. Éramos amigos y yo lo hice con mucho gusto".

Muerto Rubén Bonifaz Nuño, Bulmaro Reyes Coria regresó a su cubículo de investigador en Filológicas, dejó la oficina universitaria donde trabajaba con el poeta y traductor. Incluso recuerda que sólo dos veces visitó la rica biblioteca personal que Rubén Bonifaz tenía en dos departamentos de una colonia que no quiso citar; no sabe qué es o será de ella. "No sé qué fin haya tenido, no está en la universidad. A mí me había dicho que ya tenía heredero".

Tras una larga charla cargada de recuerdos y proyectos compartidos con Bonifaz Nuño, Bulmaro Reyes Coria concluye: "Muerto Rubén, terminado Epigamas de Marcial, me retiré a mi cubículo de Filológicas. Hay mucho dolor detrás de todo esto y yo necesito seguir viendo porque tengo obligaciones familiares y porque la vida es la vida. Tengo que seguir mis proyectos personales".



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