Redefinir el oficio de arquitecto al servicio de la sociedad y del bienestar del hombre, dedicado a embellecer y acompañar su existencia, es uno de los retos impulsados desde 2007 por el Premio Global de la Arquitectura Sostenible.

Desde el extremo opuesto de la burbuja inmobiliaria, la especulación y la arquitectura 'estelar' millonaria, este joven galardón ofrece a sus laureados una dotación original: una plataforma única de encuentro y reflexión donde intercambiar conocimientos, prácticas y experiencias.

Cada ceremonia de entrega reúne a los elegidos en París el mes de mayo y refuerza un fructuoso contacto que continua a lo largo del año. Son "una familia electiva", explica a Efe la arquitecta Jana Revedi, profesora del Blekinge Institute of Technology de Suecia y cofundadora del premio en colaboración con la Cité de la Architecture de París.

Al ritmo de cinco laureados al año, la red de los "Global Award for Sustainable Architecture", cuya independencia científica garantiza desde 2009 la Fundación Locus, cuenta hoy con 40 arquitectos y agencias de arquitectura en una treintena de países.

Los premios no se dan con criterios geográficos, ni se busca tener una representación geográfica, "eso es algo que viene solo", precisa Revedi, quien vaticina para el año próximo, o el siguiente, la entrada del primer arquitecto español.

Entre tanto, son ya seis los latinoamericanos: el chileno Alejandro Aravena, el colombiano Giancarlo Mazzanti, la peruana Carmen Arróspide Poblete, Teddy Cruz, con agencias en México y California (EEUU); los ecuatorianos de Al Borde y la mexicana Tatiana Bilbao.

La lista de los Global incluye un número nada desdeñable de territorios y constructores, pues apunta a veces a equipos que trabajan en varios países a la vez y/o tienen dos y más sedes repartidas por el mundo. De Afganistán a China, África del Sur, Yemen, Israel, Japón, Portugal, Italia o Nueva Zelanda, los Global suelen tener un representante laureado por país y son más bien raros aquellos que cuentan con cuatro, como Alemania y Estados Unidos; o con tres, como Francia e India.

Para dar con los artífices de la arquitectura sostenible más prometedores, los organizadores tienen una red mundial "muy abierta" de críticos, especialistas y observadores que les mantiene informados. Además, los propios premiados proponen a veces candidatos y algunos arquitectos se "autoproponen".

Un comité científico examina las candidaturas -en 2014 fueron más de 200- "con criterios flexibles, relacionados con la naturaleza social, participativa y experimental del trabajo de los arquitectos", explica Marie-Hélène Contal, segundo pilar del galardón. Los criterios no son "técnicos", para evitar "encerrarse y encontrarse entre europeos", pues "el verdadero tema es la globalización del fenómeno" , resalta la directora adjunta del Instituto Francés de Arquitectura (IFA) .

La belleza también cuenta pues "nuestra retórica es nuestra estética", precisa Contal al hablar de estos premios que comenzó a imaginar Revedi en 2005, cuando colaboró en el concurso Gaudí de Arquitectura Sostenible. Al ver "el diálogo tan innovador" surgido de un premio destinado a unir estudiantes europeos, "pensé que sin duda era posible hacer lo mismo con gente como yo, con la generación de arquitectos ya en activo", explica.

"Mi sueño era encontrarnos entre nosotros y ayudarnos", crear una escena de intercambios y aprendizaje para los arquitectos interesados en la economía sostenible y "abrir un poco la mente de los otros arquitectos", comenta.

Convencida de que su oficio debe ser algo "muy parecido al de un buen médico al servicio de la salud y del bienestar del hombre", la arquitecta lamenta que en los 30 años transcurridos desde que era joven estudiante ha visto "empobrecerse mucho el oficio".

"Son muchos los arquitectos que se ponen en escena como una marca, como un gran artista, y dan a su trabajo una dimensión puramente comercial", precisa. Todo un contraste con el trabajo destacado por los Global, reunido por primera vez y hasta el próximo octubre en la Ciudad de la Arquitectura de París en una exposición con vocación itinerante: "Réenchanter le monde".