Plossu, el fotógrafo del paisaje íntimo
VIAJES. El fotógrafo captaba imágenes de los caminos por los que recorría varias ciudades de México. (Foto: BERNARD PLOSSU )
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Entre todos los fotógrafos viajeros, Bernard Plossu registró el México de la calle, ese de escenas que a veces resultan indiferentes, pero que en la mirada de un fotógrafo cobran un sentido especial.
A México, este fotógrafo viajero vino en cuatro ocasiones, todas marcadas no sólo por un archivo particular sino por unos lugares, un tipo de paisaje, una documentación y una suma de historias personales.
Los viajes fueron en 1965, 1970, 1974 y 1981; nunca volvió a México. Pero hoy, Plossu de otra manera regresa al país, esto con la exposición Vámonos, que reúne 112 fotografías de 41 x 51 cms., en su mayoría en blanco y negro, y que a partir del 29 de agosto el público podrá visitar en el Museo de Arte Moderno.
Aunque nació en Vietnam en 1945, Plossu se considera francés. Un viaje con su padre al desierto del Sahara, cuando tenía 13 años, marcó su primer acercamiento a la fotografía, pero fue su primer viaje a México, entre 1965 y 1966, el que definió su vocación.
La exposición, con piezas de la colección de la Fundación Televisa, se inscribe en el programa Mano a Mano (Miradas fotográficas cruzadas Francia-México 2014) y está curada por el historiador español Salvador Albiñana, quien define el trabajo de Plossu como el de quien construye un cuaderno de viajes.
"Su obra, en general, es como un cuaderno de viajes, como las fotos que uno toma cuando viaja, en ocasiones también escribe, hace una anotación. En su obra hay siempre ese doble tono, de foto que tiene un valor más documental, y que muestra la vida de la calle, la más anónima; Bernard ve allí donde el lugar es indiferenciado, donde mejor vemos que fluye la vida".
El México que captó con su lente no fue el monumental, sino el más cotidiano. "No hay un México de monumentos prehispánicos ni de teporochos; no hay un México donde vaya a buscar los elementos orientalistas o exóticos, como gustan muchos fotógrafos extranjeros, es un México de la vida de la calle".
Sobre esa forma de mirar, el curador dice: "Bernard es un francés, es inevitable no estar educado en ese gusto un poco exótico, orientalista, pues aquí viene André Breton en 1938 y dictamina que México es el país surrealista por excelencia; Antonin Artaud estuvo buscando el México de la tierra roja; luego hay todo ese México de (Malcolm) Lowry, de la fatalidad, de los ritos, de la sangre. Todo eso ha hecho la imagen de México, y creo que, en cierto modo, también ha hecho algo de daño. México es también eso, no lo quiero negar, pero uno de esos lugares más indiferenciados en cualquier esquina de Avenida Revolución, cualquier escena cotidiana, ahí quizás es mejor ver cómo fluye la vida, más que a la vista de una ruina maya".
Para el curador, el primer y último viaje tienen mucho en común. El viaje de 1981 está muy vinculado a su vida personal, significó el inicio de una relación amorosa, y el posterior matrimonio con la también fotógrafa Francoise Núñez.
"Es un viaje que hace desde Santa Fe (Nuevo México), conduciendo, con un amigo norteamericano. Escribió que nada más entrar a México regresaban los olores, los colores de aquel primer viaje que tanta huella había dejado en él."
La serie de este viaje muestra los largos camiones, Matehuala, Querétaro, las estaciones de Pemex que consideraba una suerte de escenografías, las grandes carreteras; a ese periplo lo llamó "Desde el Norte"; la segunda parte, cuando llega al DF, se llamó "Trópico mexicano" y se construye a partir del encuentro con Francoise, una secuencia que el curador compara a un cortejo nupcial, por lugares como Oaxaca, Pie de la Cuesta, Tecolutla, Cuetzalan, El Tajín, Poza Rica, Cuernavaca y Tepoztlán; entre Guerrero y Veracruz, de un océano a otro.
La muestra se inaugura el 28 de agosto en el Museo de Arte Moderno y permanecerá hasta el 4 de enero de 2015. De manera paralela se publica el libro ¡Vámonos! Bernard Plossu en México (Fundación Televisa/Turner, 2013).