Paz, crítico hasta la muerte, no un intelectual del sistema
INTELECTUAL. Publica "Octavio Paz. El poeta y la Revolución (Debolsillo), un ensayo biográfico para que las nuevas generaciones conozcan al Nobel mexicano y sepan cómo acercarse a él y comprenderlo. (Foto: LEO MORALES / EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Complacido por la "unanimidad, prácticamente total, en el respeto a una trayectoria y a una obra de la magnitud de Octavio Paz" durante el homenaje por el Centenario del Natalicio del Premio Nobel de Literatura 1990, el historiador Enrique Krauze ha hecho su aporte a las celebración al publicar Octavio Paz. El poeta y la Revolución (Debolsillo), un ensayo biográfico destinado a "estas generaciones jóvenes que no lo conocieron, que lo conozcan mejor, sepan cómo acercarse a él, comprenderlo y acercarse a su obra".
Krauze, quien es considerado el heredero intelectual de Octavio Paz, celebra su congruencia crítica y su pensamiento plural. "Abjuraba de la unanimidad de las opiniones. Es una trayectoria extraordinaria de casi 70 años, de una obra de enormes proporciones, un consistente trabajo poético, sus textos sobre teoría de la poesía, sus semblanzas de varios personajes de la poesía y la literatura, y su gran biografía de Sor Juana; después, sus ensayos sobre historia de México, su reflexiones continuas sobre la historia de México y sobre la vida mexicana, cultural, social y el sentido histórico de México; su gran pregunta: ¿qué es México?, ¿quiénes somos los mexicanos? y por si faltara algo, está el modo en que robó los tesoros de las culturas de oriente, de Japón, de China, de la India para nosotros. Un mexicano que llevó a México al mundo y trajo el mundo a México".
El biógrafo, colaborador y amigo de Paz durante 23 años, recupera pasajes de su infancia, la vena revolucionaria por vertiente paterna: su abuelo Irineo y su padre Octavio; pero también explora lo que se ha investigado poco: la vertiente materna "que está implícita en la religiosidad, en mucha de la poesía y de la actitud de Octavio Paz y está claro en su poesía amorosa". Krauze agrega: "Nos hemos concentrado mucho en el padre y el abuelo y hemos olvidado a este jilguero, a esta andaluza mexicana que fue doña Josefina, que lo amo tanto".
¿De su madre Octavio Paz abrevó la religiosidad?
Eso no quiere decir ser practicante en ningún sentido, ni siquiera ser religioso; hay una frase de Leszek Kolakowski que habla de los cristianos sin iglesia, Octavio Paz ni siquiera se consideraba cristiano, era más bien agnóstico o budista o pagano; él tenía el derecho de representarse a sí mismo así; pero yo como biógrafo tengo el derecho de decir: "bueno pero lo que usted no veía es que usted tenía más huella de esa indeleble cultura católica mexicana que es la cultura de este país".
En su libro hay un diálogo permanente con su obra, hay algo muy bonito de este libro, la idea de comprender a Paz.
Un historiador no puede dejar de usar sus propios valores para ver a las otras personas, pero debe estar consciente de ellos, igual un biógrafo, de modo que yo no trato de erigirme juez ni tampoco tengo la pretensión de explicar los por qué; creo que hay algunas razones, ¿por qué fue tan firme a su oposición al régimen soviético?, bueno, porque se había enamorado demasiado de él en las primeras décadas y ese enamoramiento había durado demasiado; ¿esto es una explicación o un acto de comprensión?, yo creo que es una voluntad de comprender, tratar de ponerse en el lugar del otro, tratar de entender su corazón y su mente.
Un biógrafo tiene que buscar comprender, es una operación de empatía, de simpatía, nunca de reverencia ni tampoco de devoción; yo no le tuve ni reverencia ni devoción, ni tengo una actitud religiosa con respecto a Octavio Paz, lo que tengo es gratitud, ahora si que como dice la canción: gracias a la vida que me dio la posibilidad de estar cerca de él.
¿"El laberinto de la soledad" es una obra autobiográfica como usted dice?
Yo creo que El laberinto de la soledad era su laberinto de la soledad, que es un libro autobiográfico, que el solitario al que se refiere allí no es tanto el mexicano sino Octavio Paz, un mexicano muy importante pero es Octavio Paz; entonces hago esa interpretación en el libro y también hago la interpretación de su idea de la historia mexicana, una idea con la que yo no estoy muy de acuerdo, pero tampoco en desacuerdo; yo dialogo con esa idea de la historia mexicana de Octavio y ese diálogo era muy fructífero entre nosotros, para mí, naturalmente, no creo que tanto para él, nunca lo sabré; en todo caso fue una amistad que duró 23 años con discusiones pero sin ningún rompimiento, con afecto y con un respeto y una gratitud que conservo y conservaré hasta el final de mi vida.
¿Celebra ante todo la amistad con Paz durante 23 años?
Yo fui un amigo joven de él, nunca lo vi como un padre, porque por fortuna tuve un padre que me quería y al que yo quería, no tuve que hacer ningún tipo de parricidio; simplemente fui un colaborador que consideró un inmenso privilegio trabajar con él, dialogar con él, conversar con él; y eso es lo triste de que se haya ido, ya no está él en el teléfono que me sé de memoria para marcarle y hablar con él, pero están sus libros.
¿A la distancia de su muerte ha cambiado la mirada sobre Octavio Paz?
La única cosa que a mí me preocupa mucho es que, como pasa el tiempo y las cosas se olvidan y llegan generaciones que no conocen, me alarmó espantosamente que en algunos periódicos y radio y en algunas redes sociales se dijera: "Nunca criticó al PRI", "Nunca criticó al sistema". Pero si este es el señor que renunció a la embajada de la India en el 68 para denunciar el crimen de Tlatelolco, el crítico de Echeverría, el crítico de López Portillo, el que junto con varios de nosotros propuso en Vuelta el tránsito a una democracia en México, el que escribió "PRI: hora cumplida".
¡Qué demonios están inventando!, porque, claro, tienen que llenar su ignorancia con algo y quieren inventar que Octavio Paz fue un hombre del sistema; de ninguna manera, fue un dignísimo embajador como tantos otros, como Cosío Villegas, de México, en su trabajo diplomático, así se ganó la vida. En 68 renunció y se empezó a ganar la vida con sus regalías, con su trabajo y con sus magníficos aportes a la vida mexicana particularmente en Plural y Vuelta, además hizo magníficos programas de televisión, dedicó 10, 12 años de su vida a darnos fantásticos programas de televisión que hicieron mucho por la cultura mexicana.
He querido ser muy vehemente en esto, y ¿por qué celebro que se haya conmemorado de una manera amplia y al mismo tiempo digna, respetuosa, el natalicio número 100 de Octavio Paz? Por razones obvias: porque es importante que quede claro que ante todo fue un crítico, y antes que un crítico un alto poeta de nuestra lengua y un gran poeta del amor.
¿Esperaba un compromiso mayor del presidente Enrique Peña Nieto, quizás revivir la Fundación Octavio Paz, un respaldo al Premio que lleva su nombre?
Hubiera sido bueno, sí claro. Ese proyecto quedó trunco, se abortó, él estaría triste, supongo eso. Sí, yo espero que todavía el gobierno de Peña Nieto, además de propiciar este homenaje a través de Conaculta, que estuvo muy digno, y estas ediciones que hemos tenido de él, haga algo de fondo porque el sueño de esa fundación de Octavio Paz se lleve a cabo, pero siempre como una fundación independiente, no como una fundación oficial; y sí está el Premio Octavio Paz, pero aquí habría que subrayar que tendría que ser todo esto sobre la base de una absoluta independencia y autonomía, porque ese es el signo de la vida de Octavio Paz.