México - Japón, cuatro siglos de amistad
CUADRO. "RETRATO EUROPEIZADO DEL EMBAJADOR HASEKURA". Óleo anónimo perteneciente a la ciudad japonesa de Sendai. (Foto: CORTESÍA EMBAJADA DEL JAPÓN EN MÉXICO )
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Aunque México y Japón se encuentran separados por el Pacífico, esos grandes volúmenes de agua nunca han sido impedimento para las relaciones entre ambos países. Fue justo la corriente marina la que permitió el primer contacto entre ambas culturas.
El inicio de esa historia de intercambio cultural y comercial tuvo su primer episodio hace poco más de 400 años, cuando en 1609 naufragó en las costas japonesas el galeón de San Francisco, donde viajaba don Rodrigo de Vivero, entonces gobernador de Filipinas. Cinco años después, en enero de 1614, una misión diplomática encabezada por el samurái Tsunenaga Hasekura arribó al puerto de Acapulco con el fin de establecer relaciones comerciales y diplomáticas con la Nueva España.
A cuatro siglos de distancia, la llegada de esa embajada integrada por unos 180 japoneses y algunos españoles que funcionaron como intérpretes, será motivo de diversas actividades conmemorativas que la Embajada de Japón en México, en colaboración con otras asociaciones mexico-japonesas, alista para los próximos tres meses.
En los últimos cinco años, México y Japón han celebrado los diversos episodios que hace 400 años dieron origen a esa historia de amistad, pero el de este año es significativo porque, comenta Mio Otashiro, agregada cultural de la Embajada del Japón en México, la misión de Hasekura era lograr el comercio directo con la Nueva España, pues en aquel momento todo estaba controlado por España, a través de Filipinas.
La Misión Hasekura, también conocida como Embajada Keicho, que llegó a bordo del barco japonés San Juan Bautista, también tenía como objetivo obtener conocimientos sobre la tecnología para la producción de plata y el envío de misioneros para evangelizar algunas zonas de Japón, en especial el territorio de Sendai, cuyo gobernante, Masamune Date, fue el principal impulsor de esta misión japonesa enviada a México.
A su llegada al puerto de Acapulco -en donde una estatua de Hasekura recuerda este hecho histórico-, la misión japonesa fue recibida por el representante del Virrey de la Nueva España y, en marzo de 1614, tras recorrer varios lugares, entre ellos Cuernavaca, llegó a la ciudad de México donde su líder, Hasekura, se entrevistó con el Virrey y el Obispo de México. Pero para conseguir el consentimiento y apoyo del Rey Felipe III en España y del Sumo Pontífice, en Roma, para el establecimiento de un comercio directo y el envío de misioneros a Japón, el samurái tuvo que emprender otro largo periplo rumbo a Europa, región que también por primera vez estableció contacto con el país asiático.
Siete años después, Hasekura y algunos de sus acompañantes volvieron a Japón, aunque debido a los cambios políticos, como la prohibición del cristianismo y el aislamiento internacional, evitaron que la misión original del samurái se concretara. Sin embargo, el investigador japonés Shozo Ogino destaca que la presencia de aquella embajada en México es importante porque, aunque ya en 1610 llegó a México un primer grupo de japoneses, los que acompañaron a Rodrigo de Vivero de regreso a México, la Misión Hasekura fue una presencia más formal y diplomática.
Otro aspecto significativo de la visita de esa tripulación japonesa es que marcó el inicio de la inmigración nipona en México y en Europa. Aunque las raíces más evidentes de aquellos japoneses que viajaron con Hasekura se encuentran en el pueblo de Coria del Río, en España, donde hasta hoy es común el apellido Japón, en México también se ha logrado documentar el asentamiento de algunos de ellos. Por ejemplo, la historiadora Melba Falck, investigadora del Departamento de Estudios del Pacífico, de la Universidad de Guadalajara, en colaboración con el historiador Héctor Palacios, ha logrado documentar en archivos históricos la vida de Luis de Encío, un samurái que probablemente habría llegado a Acapulco como miembro de la misión Hasekura.