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Los abusos detrás del apoyo a cantantes

Alida Piñón| El Universal
00:20Martes 10 de junio de 2014
La Casa de los Azulejos es uno de los escenarios que colabora con la iniciativa Balcones de Madera p

RESPALDO. La Casa de los Azulejos es uno de los escenarios que colabora con la iniciativa Balcones de Madera para la presentación de conciertos . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )

Los intérpretes de ópera en formación, recién egresados e incluso con trayectorias consolidadas, son invitados a trabajar gratuitamente en espacios públicos

ana.pinon@eluniversal.com.mx

Stephany González es soprano, egresada del Conservatorio Nacional de Música. Ejercer su profesión no ha sido fácil. En México, dice, ser solista es un objetivo prácticamente imposible de realizar. Una sentencia a la que se rebela en todo momento. Cantar es su vida.

Un día, su maestra María Teresa González la invitó a ofrecer un concierto en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, junto con otros de sus compañeros. Aceptó con gusto, cualquier oportunidad para cantar frente al público es un escalón hacia la consolidación de una carrera en el mundo de la ópera.

Al llegar, González y el resto de los cantantes se enfrentaron a una serie de dificultades: mala organización, maltrato y deficientes condiciones para trabajar. Una experiencia que echó abajo horas de ensayo para la creación de un programa de nivel.

El caso de González no es aislado. Muchos cantantes comienzan a adquirir experiencia en los escenarios en circunstancias adversas y casi nunca reciben un pago, si obtienen una remuneración económica por su trabajo oscila entre los 500 y los mil 500 pesos por función. Una realidad que algunos promotores empiezan a aprovechar.

"Te invitan, pero lo primero que te dicen es que te ofrecen la oportunidad de darte a conocer, te hacen creer que lo que buscan es apoyarte y que es un gran favor que no puedes despreciar", cuenta González a EL UNIVERSAL.

La soprano hizo pública su experiencia en diferentes páginas de Facebook, con el objetivo de abrir una discusión acerca de la gratuidad del quehacer artístico de los cantantes y de las condiciones en las que se acepta el trabajo, a veces sin camerino o sin lugares privados para cambiarse, así como para alertar al gremio sobre una promotora en particular: Ledia Contreras, responsable del concierto ofrecido en el Castillo de Chapultepec, directora de Promoción de la Música y la Cultura, A. C., e impulsora de iniciativas como Balcones de Madera, donde cantantes ofrecen conciertos desde los balcones de inmuebles públicos y privados como Casa Madero y Casa de los Azulejos.

El llamado de González fue atendido, cantantes consolidados como la contraalto Ana Caridad Acosta, con casi 30 años de experiencia y una figura en la escena mexicana, aconsejó a los cantantes no aceptar un trabajo sin remuneración. "Es un abuso", dijo a este diario.
Acosta ya había sido invitada por Contreras para "darse a conocer", ignorando así su trayectoria.

Javier Ghiaurov, contratenor y productor ejecutivo de la compañía L'Arte della Perla, cuenta que la explotación de los cantantes es un secreto a voces, cada vez menos secreto. "Esta clase de experiencias nos la contamos entre nosotros y hay promotores que no tienen buenas referencias, cuyo móvil o gancho es: ‘canta para que te des a conocer'. Lo que hemos podido suponer es que son negocios tras bambalinas, cuyas ganancias no llegan a los artistas. Aunque también es preciso decir que hay otros promotores que sí están apoyando a los cantantes de mejor manera".

Otros cantantes, también con sólidas carreras, han coincidido en apuntar que hay promotores dispuestos a "abusar" de la "buena fe" de los más jóvenes. Las denuncias públicas, cuentan algunos, pueden provocar "molestia" y el cierre inminente de puertas.

Para el crítico de ópera José Noé Mercado, este fenómeno pone en la mesa una realidad más: "si una (el promotor) y otra parte (artista) convienen este tipo de presentaciones es por la misma falta de espacios y atenciones para una gran cantidad de jóvenes que quieren hacer del canto y de la música su profesión, por eso aceptan múltiples propuestas a simple vista desventajosas; otras resultan la opción para intentarlo cuando las instancias oficiales típicas siguen ceñidas a su viejo sistema que, como todo observador juicioso sabe, es excluyente y está lleno de limitaciones".

"Ojalá todos fueran maravillosos"

Ledia Contreras, cuyo trabajo ha generado suspicacias sobre las motivaciones de su labor como promotora, asegura: "La gente que trabaja siempre es atacada y creen que gano fortunas, ojalá, qué más quisiera yo".

Acerca de los cuestionamientos sobre la calidad de los programas que impulsa, la promotora con 10 años de organizar conciertos y galas de ópera, que a la fecha, dice, suman más de mil, explica: "Qué más quisiera yo que todos cantaran maravillosamente, que todos estuvieran al mismo nivel, pero quiero que todos participen, es generosidad. Muchos tienen carisma y le gustan a la gente, aunque no necesariamente sean buenos".

De acuerdo con Contreras, son los cantantes quienes buscan su apoyo y desean ser parte de los proyectos que organiza. "El equipo es mío, el piano es mío y la Casa de los Azulejos nos presta su balcón, así es como hacemos los conciertos. Los cantantes son los que me piden el espacio y por qué no dárselos".

Sobre la inversión que hace en cada concierto, dice que es "como una ida al cine" y asegura que ha buscado que sus proyectos sean autosustentables, pero hasta ahora no se ha logrado.

María Teresa González, maestra de la Escuela Nacional de Música, cuenta que la experiencia con los promotores había sido "buena", hasta el día que llevó a sus alumnos a un concierto invitada por Contreras. Al llegar había otro grupo con el mismo repertorio, lo que obligó a improvisar un programa alterno. El incidente fue explicado al público, lo que provocó el enojo de la promotora.

"Habíamos trabajado bien, en ese concierto iban a cantar obras para un examen y consideré que era bueno que fueran, no les iban a pagar, pero les contaría como un servicio para la escuela, pero las cosas salieron mal. Hay otro peligro, hay espacios que sí pagaban, pero ahora como llevan artistas que no cobran, pues es lo que buscarán siempre, sin importar la calidad; eso terminará por cerrar lugares para nosotros que de por sí son reducidos", lamenta.

Lo ideal, agrega, sería que hubiera un trabajo colegiado entre alumnos, maestros, promotores e instituciones para determinar cómo, dónde y quiénes pueden ofrecer conciertos al público.

jram



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