"La música me mantiene joven de corazón"
LIBERTAD EN ESCENA. El concertador lírico más importante del país ofrecerá una gala el 16 de noviembre en la Sala Nezahualcóyotl para celebrar sus 35 años de carrera artística. (Foto: CORTESÍA: ANA LOURDES HERRERA / ÓPERA DE BELLAS ARTES )
El director de orquesta Enrique Patrón de Rueda cumple 35 años de carrera artística. Es, al día de hoy, el concertador lírico más importante del país.
El músico ha sido testigo del fin de las carreras de los cantantes nacionales más representativos de la escena mexicana, como Irma González, del surgimiento de una de las generaciones más prominentes como la de Ramón Vargas, y de las más recientes que van de Rolando Villazón a Arturo Chacón-Cruz. En México prácticamente no hay cantante lírico que no le deba algo al concertador que se describe a sí mismo como impulsivo, apasionado de la ópera, belicoso y contestón.
En su carrera ha sido, recuerda, vetado y menospreciado porque, dice, se ha esforzado por mantener dos cosas intactas: su honestidad y su libertad en el escenario. Algunas de sus decisiones han sido audaces, como aceptar, pese al cuestionamiento que conllevaba, dirigir a la Sinfónica Nacional con Juan Gabriel, y dedicarse, sin titubeo, a la música popular.
Su aniversario ha pasado casi desapercibido por las autoridades culturales, sin embargo en la gala del tenor Javier Camarena y la soprano Rebeca Olvera, a propósito de los 10 años de su debut en el Palacio de Bellas Artes, bajo su batuta, se hizo mención de su cumpleaños y recibió una ovación.
Será el 16 de noviembre cuando el sinaloense festeje con una Gala Puccini en la Sala Nezahualcóyotl, acompañado de las sopranos Othalie Graham y María Katzarava, los tenores Luis Chapa, Víctor Hernández, Andrés Carrillo y Flavio Becerra, el bajo Rosendo Flores, los barítonos Josué Cerón, barítono y Carlos Sánchez, quienes interpretarán la versión concierto de Turandot.
¿Todo empezó con una pregunta que le hizo Fernando Lozano?
Me preguntó si me sabía Aída, tragué duro y le dije que sí. Me aventé al foso y dirigí el ensayo general, la solista era Guillermina Higareda. Creo que lo hice muy bien, a raíz de eso la Orquesta del Teatro de Bellas Artes solicitó una oportunidad para mí.
¿De dónde proviene esa pasión por la música y por la voz humana?
No lo tengo claro, sólo sé que cuando conocí la ópera me atrapó, pero siempre me atrajo la música de piano, la que salía en las películas, me estremecían. En mi niñez y adolescencia estudié en Mazatlán, no había nada de eventos culturales, así que todo me llegó por las películas y por alguna tía que tocaba el piano.
¿"Tosca", con Rosa Rimoch, fue la primera ópera que escuchó?
Eso fue en el Teatro Esperanza Iris, me tardé un poquito en reaccionar. Yo escuchaba muchas grabaciones, pero la sensación en vivo es totalmente diferente. Yo estaba en el gallinero, mi apreciación fue distante, pero fue la primera de muchas y le tomé mucho gusto a la ópera en vivo.
Mis padres me mandaron al DF para estudiar administración de empresas, estaba en una residencia jesuita para estudiantes, que estaba en la calle Frontera. Ahí, la maestra Olga Baldassarri rentaba un cuarto para clases de canto, conocí a todos los cantantes que iban a su clase, me sentaba a escucharlos y caí totalmente, me acabó por entrar esa fascinación por la voz humana. Nunca quise ser cantante, siempre quise dirigir, ser el que propiciara las cosas.
¿Cuál fue la primera ópera que estudió en partitura?
Don Giovanni porque la maestra Baldassarri la estaba preparando para presentarla en Xalapa, iba a los ensayos, conseguí la partitura y me la aprendí de memoria. Estaba encantado. Mi primera ópera, de modo profesional, la dirigí en Londres, mientras estudiaba. Mi debut en México fue después con El elíxir de amor, aunque ya había hecho algunas cosas.
Ha sido testigo de cuatro generaciones, empezando por Irma González
Estuve cerca de ella, fui maestro interno en sus funciones de Turandot, en su despedida de Madama Butterfly, recuerdo esa función, cómo se le entregó el público, una noche histórica, nunca he vuelto a ver nada parecido para un cantante nacional. Estuve con Martha Félix, Ernestina Garfias, con toda una generación que estaba terminando por cumplir.
Vio a nacer María Luisa Tamez, Encarnación Vázquez, Ramón Vargas
Exactamente. También vi los primeros pasos de Fernando de la Mora, Lourdes Ambriz, y ya más recientemente de Rolando Villazón, Javier Camarena. Con todos he tenido que ver algo en su carrera.
Se dice siempre que el panorama operístico puede ser mejor.
Porque no hay la cantidad de ópera que uno quisiera, es tan triste que los cantantes se preparen con la meta de salir del país y regresar como estrellas invitadas. Es muy triste que México no le pueda dar a los que nos dedicamos a la ópera la posibilidad de tener un estatus artístico.
Directores líricos no hay, usted es el único realmente especializado. ¿Es nadar contra corriente?
Sobrevivir en este medio que es especialmente difícil requiere de mucha vocación, hay que defenderse mucho. La carrera de los directores de orquesta va casi siempre de la mano de un puesto político, en un punto de mi carrera decidí que no quería eso, que deseaba ser libre y que me contrataran por mi prestigio. No quiero decir que es algo deshonesto, a mí no me parece por mi forma de ver las cosas.
Mi carrera la he hecho siendo un hombre libre. Un día también dije que no tenía el estómago para tener cargos, fui director de la Ópera de Bellas Artes e hice muchas cosas importantes, pero para mí fue difícil. Soy belicoso y digo lo que pienso, una personalidad así no funciona para eso.
¿Que tiene el tacto de una piedra?
¡Es cierto! Soy muy apasionado, como buen norteño camino de frente y digo las cosas de frente, no tengo mano izquierda, así es como soy y ni modo. Por fortuna logré una carrera, me invitan a aquí y allá. Siempre he creído en que un artista debe tener ideas propias y no actuar para quedar bien con el jefe en turno, sino siempre imponer su honestidad en el escenario.
Nuestro medio es hostil, de tradiciones, con gente que a veces no es agradecida, vivimos en un país al que le cuesta trabajo reconocer los méritos de la gente, y encima con autoridades que no saben quiénes somos los artistas y son capaces de aplastarte por soberbia o por ignorancia. Esta es la parte dura de nuestro medio.
¿Por eso se regresó a Sinaloa?
Sí, pero también porque mi papá enfermó, a mi mamá le costaba trabajo cuidarlo y quise ayudar.
¿Por qué?
Porque la música fue mi vida, mi salvación, es lo que me mantiene joven de corazón, con ganas de seguir luchando. Estoy convencido de que hemos descuidado la educación artística y eso ha provocado, de alguna manera, que vivamos una difícil situación como país, ya no tenemos esa vacuna para el alma que es el arte. Si el arte fuera accesible el país sería mejor. Por eso a mí me gusta acercar lo que yo hago a la gente, he ido a muchos conciertos populares, he visto lo que hace la música clásica en la gente, cómo toca a las masas, y a mí me gustaría que las artes lleguen al mayor número de personas. Quiero un país con fe en los seres humanos.
¿Por eso usted confía en los jóvenes?
¡Claro! Me parece importantísimo que lo hagamos. Cuando me toca estar en un concurso de canto y veo cómo los jurados son tan indiferentes ante el talento de los jóvenes, me duele. Así como me ha tocado florecer carreras, he visto a muchos que se desanimaron por la falta de oportunidades, no sólo cantantes, músicos y directores también pasan por eso. Ojalá hubiera más premios, más oportunidades, las carreras son tan frágiles. Hay talentos que se quedan atorados y se ponen a cantar otras cosas.
¿Se cansó de tocar puertas?
Cansa convencer a la gente de que uno hace cosas importantes. No quiero sonar derrotado, pero no hay apertura. Tengo 35 años batallando y uno de mis grandes deseos es compartir mi experiencia, no se ha dado la oportunidad, siempre dicen que no hay dinero, no hay interés de las autoridades, por desdén, por ignorancia, por soberbia, los que tienen puestos sólo piensan en el puesto que les falta. Usted no sabe la cantidad de veces que he pedido apoyo para hacer eso. Lo que hacemos en Mazatlán para la ópera es contra viento y marea.
También es cierto que después de tantas cosas, todo artista que se dedica a la ópera ha pensado alguna vez que lo mejor sería poner un puesto de huachinangos y olvidarse de todo, a veces te sientes abatido, solo, y no logras comulgar con lo que está a tu alrededor. Para mi suerte sigo siendo un apasionado de la música y en especial de la ópera.