Una joven menuda comenzó a leer: "'Ora vamos a ver de a cómo nos toca, monos hijos de su puta madre", bramó Albino a tiempo que se despojaba de su cinturón de baqueta para blandido en la pelea. Un garrotazo en pleno rostro, sobre el pómulo y la nariz le hizo brotar una repentina flor de sangre, sorprendente, como salida de la nada". Siguió la lectura por un momento y cerró el libro "El Apando", que José Revueltas publicó en 1969, mientras estaba recluído en Lecumberri, hoy el Archivo General de la Nación.

Las palabras que escribió el autor de quien se celebran 100 años de su nacimiento, en voz de una juventud, retumbaron en uno de los patios del inmueble que por décadas fue conocido como el Palacio Negro.

La lectura de la obra que retrató la barbarie de las cárceles en México, la violencia ejercida contra una juventud en tiempos en los que cargaban la bandera del cambio, en el mismo sitio donde fue escrita e inspirada en la propia vida de su autor, adquirió un caracter simbólico, que por momentos resultó esperanzador.

Sin embargo, la fila de lectores era discreta, algunos niños, jóvenes estudiantes afiliados al programa Prepa Sí, con más entusiasmo por partir a descubrir lo que les depararía un tarde sabatina en esta ciudad; adultos con su ejemplar en mano, fue el panorama de la lectura colectiva de la obra del autor nacido el 20 de noviembre en Durango, a la que se sumaron algunos estados como Tamaulipas, Coahuila, Chiapas, Morelos y Oaxaca.

Además, en el marco de este homenaje organizado por el Conaculta, se inauguró la muestra "José Revueltas: palabras de tierra y agua", compuesta por fotografias, primeras ediciones, documentos, carteles de peliculas y una área audiovisual, organizada por el INBA y el Conaculta.

En las imágenes se observa a Revueltas en la penitenciaría acompañado de líderes estudiantiles del 1968 como Eduardo Valle El Búho, la fotografía del día de su detención en noviembre del 68, un retrato en su celda y al fondo una columna con una manta con la leyenda "aquí no se rinde nadie", o acompañado de su segunda esposa María Teresa Retes, así como fotografías de juventud en casa de Pablo Neruda en los años 40.

Las imágenes son acompañadas por fragmentos de obras del autor, así como entrevistas que mantuvo con personajes como Ignacio Hernández y Gustavo Sainz.

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