El tenor Javier Camarena consiguió escribir la noche del sábado un capítulo en la historia de la Sala Nezahualcóyotl: una explosión de aplausos que se prolongaron por casi 10 minutos y una lluvia de vivas al concluir su concierto con la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta de Josén Areán.

Camarena, quien durante la semana pasada grabó su primer disco con orquesta, con OSM, que aparecerá el próximo año bajo el sello de la disquera mexicana Urtext, advirtió al público que en los últimos días su trabajo había sido tan extenuante como si un atleta hubuera corrido cinco maratones diarios. "Se los cuento, por si cualquier cosa", dijo.

Y lo que ocurrió es que después de la primera aria "Un' aura amorosa" de "Così fan tutte" de Mozart, el tenor nacido en Xalapa se echó a la bolsa a la orquesta, al director y al público que le aplaudía con fervor.

Pocas veces se mira a una orquesta trabajar con el solista con una camaradería contagiosa. Los músicos aplaudían y sonreían. Areán abrazaba al cantante. El éxito en el cuarto concierto de la temporada de Minería, significó el regreso del artista a la ciudad de México tras el internacionalmente celebredo bis en el Metropolitan Opera House de Nueva York en la ópera "La cenicienta" de Rossini.

La expectativa por volver a ver y escuchar al apodado "príncipe de los tenores" y "el tenor de las óperas imposibles" se vislumbraba desde los pasillos repletos desde una hora antes del concierto.
Era el regreso del hijo pródigo, el héroe de una película que pocas veces se produce en México. Un personaje que, además, encanta y seduce por su personalidad afable y cercana, un amigo que vuelve tras la conquista del Everest.

La emoción estaba ahí, las oberturas a "Otello" de Rossini, a "I Capuleti e i Montecchi" de Bellini, a "Roméo et Juliette" de Gounod, y la "Trigésima segunda sinfonía" de Mozart a cargo de la orquesta despertaron también una recepción festiva y victoriosa, Camarena tenía ese poder de transformar todo en oro. "Es la mejor orquesta del país", les dijo.

En Facebook Areán publicó que Camarena había grabado el viernes "a mes amis" con 10 "esplendorosos do", después el aria que lo encumbró " Si ritrovarla io giuro" con "el re sobreagudo más increíble" y tres arias más. Una hazaña para el Guiness, aseguró el director.

Por eso, quizá, Camarena advirtió, pero dijo también que esa noche y en el concierto de ayer, daría lo mejor de sí mismo con el resto de energía que le quedaba. Humildad pareció frente a "Cessa di più resistere" de El barbero de Sevilla, una de las ópera clave en su carrera que este año cumple una década.

Tras el intermedio Camarena pidió un minuto de aplausos en memoria del tenor italiano Carlo Bergonzi, fallecido el fin de semana y considerado un icono de la ópera en el siglo XX. El cantante volvería a sorprender con las arias de "I capuleti e i Montecchi" y " Roméo et Juliette", pero con "Una furtiva lágrima" de"El elixir de amor" de Donizetti, vino la ovación de pie. Lo mismo con "Ah! mes amis, quel jour de fête" de "La hija del regimiento" también de Donizetti, con la que debutó en el Palacio de Bellas Artes en 2004 y con la que se presentará por primera vez en el Teatro Real de Madrid.

Vino al final la última gran ovación, aplausos que parecían alzarlo en hombros de una sala casi a reventar, en gratitud un encore que no logró saciar la sed por su voz.

Hoy, al final del concierto dominical, firmará autógrafos, acompañado del pianista Ángel Rodríguez, para volver a Europa.

cvtp