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Yoko Ono, de "bruja" a reconocida artista conceptual

Alida Piñón / Enviada| El Universal
Viernes 25 de julio de 2014

El devenir de la artista coneptual de 81 años, Yoko Ono, desde la década de los años 60 hasta el presente, se muestra en la restrospectiva "Half-A-Wind Show" en el Museo Guggenhein de Bilbao. EFE

La muestra se compone de casi 200 obras distribuidas en varias secciones temáticas que incluyen instalaciones, objetos, películas, dibujos, fotografías, texto, audio y documentación sobre performances realizadas en el pasado. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

En el recinto ibérico se puede apreciar la visión del mundo de una mujer transgresora, provocadora, con una poética mirada del mundo, pero también una activista en pro de los derechos humanos y del feminismo. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

En la obra "Danger box", una caja de cristal con agujero en la parte superior, se advierte que una vez que se introduzca la mano no se podrá volver a ser al mismo. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

En la pieza "Dispensador de aire", el visitante debe comprar el aire que está envuelto en una pequeña bola de plástico. Sin duda una crítica al consumismo o una reflexión sobre lo único que los seres humanos podríamos desear adquirir. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

En la obra "Wish Tree" también se completa con la participación de la gente. Es un árbol y a un costado hay decenas de hojas de papel y lápices para que los visitantes escriban sus deseos. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

Lennon está presente en buena parte de la exposición, ya sea en el área musical donde se pueden escuchar los discos que crearon juntos o los que ella publicó en solitario, en las gafas redondas hechas en bronce, en la parte fílmica donde no sólo participa como realizador sino también como actor. Cortesía Museo Guggenheim Bilbao

Yoko Ono, de

"RAYOS DE LA MAÑANA / LECHE DE RÍO". "Me gustaría ver máquinas de cielo, que máquina de refresco", escribió Ono sobre la obra. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL Y ESPECIAL )

El Guggenheim de Bilbao muestra Half-A-Wind Show. Retrospectiva, casi 200 objetos, películas, dibujos, instalaciones, fotos y audios de la mujer siempre señalada

ana.pinon@eluniversal.com.mx

BILBAO.— Durante más de 40 años, Yoko Ono cargó en sus hombros una gran responsabilidad, acaso una cruz, fue ella y sólo ella la culpable de que se hubiera puesto punto final a uno de los grandes capítulos de la historia musical: The Beatles. Su relación amorosa con John Lennon fue, para millones, la causa principal de la separación del cuarteto de Liverpool en 1970.

Esta “verdad” absoluta fue repetida por décadas por los admiradores, los fans, los críticos, los medios de comunicación, etc.

El encono contra la japonesa nacida en 1933 surgió al poco tiempo de que empezó su relación con Lennon y comenzó a tener una presencia muy visible alrededor del cuarteto.

Fue hasta hace poco, en 2012, cuando el otro líder de la banda, Paul McCartney, dijo en entrevista al periódico The Guardian que la artista, pionera en el arte conceptual y el performance, no había sido motivo de la ruptura. “Ya nos estábamos desarmando”, dijo entonces.

Hoy, Yoko Ono tiene 81 años de edad y su papel en el mundo del arte ha trascendido al de la mujer que acabó con el “sueño beatlemano”. Su devenir como artista, desde la década de los años 60 hasta el presente, está en la exposición Half-A-Wind Show. Retrospectiva, que se exhibe desde marzo pasado y hasta septiembre próximo en el Museo Guggenheim de Bilbao, y que ha sido visitada por miles de personas.

En la muestra con casi 200 obras distribuidas en varias secciones temáticas que incluyen instalaciones, objetos, películas, dibujos, fotografías, texto, audio y documentación sobre performances realizadas en el pasado, se puede apreciar la visión del mundo de una mujer transgresora, provocadora, con una poética mirada del mundo, pero también una activista en pro de los derechos humanos y del feminismo, así como con una gran voluntad para cuestionar al mundo, a su propio universo, al prójimo, al ser humano y a sus complejidades, pero sobre todo revela a una artista con una múltiple producción. Las ideas, se lee en el texto introductorio de la muestra curada por Ingrid Pfeiffer, son el principal componente de su obra.

“Muchas de esas ideas son poéticas, absurdas y utópicas, aunque otras son factibles. El sentido del humor y su pronunciada actitud crítica y social se reflejan en su obra”, escribió Pfeiffer. Y es verdad.

Por ejemplo, en la obra Danger box, una caja de cristal con agujero en la parte superior, se advierte que una vez que se introduzca la mano no se podrá volver a ser el mismo. Así, invita Yoko a arriesgarse, a entrar en un juego mental y a exponerte a tus propias creencias, lo que ocurra si metes la mano depende de ti. Un hombre mira la caja, lee y roza sus dedos con el interior, la saca como si algo le hubiera picado. Su miedo.

De acuerdo con la curadora, el punto de partida de muchas de las obras de Ono se encuentra en las instrucciones, directrices orales o escritas que da al público, al que ofrece diversas sugerencias y asigna un papel mucho más activo del habitual en el mundo del arte. Incluso muchas de las piezas podrían considerarse incompletas sin la participación física o mental del espectador.

En la pieza Dispensador de aire, el visitante debe comprar el aire que está envuelto en una pequeña bola de plástico. Su obra es acaso una burla o una crítica al consumismo o una reflexión sobre lo único que los seres humanos podríamos desear adquirir, algo tan elemental como el aire.

La obra Wish Tree también se completa con la participación de la gente. Es un árbol y a un costado hay decenas de hojas de papel y lápices para que los visitantes escriban sus deseos. La respuesta va de la reacción con una carga de comicidad, hasta verdaderos anhelos, como el de la mujer que deseó que su marido pronto encontrara trabajo porque el “paro” (la ayuda del gobierno español a los desempleados) estaba por extinguirse y sus hijos aún son pequeños y van a la escuela.

Pionera del performance

Algunas de las obras más significativas datan de la década de 1960, entre las que destacan sus primeros performances, obras en papel y objetos. La curadora explica que durante esta época, Ono se convirtió en figura destacada de la vanguardia neoyorquina y mantuvo una estrecha relación con otros artistas, como el compositor John Cage, a quien cuestiona en su performance en homenaje a él, que consiste en estar frente a una orquesta tocando y comenzar a atar uno a uno a los músicos con cintas hasta concluir con el director. Aunque en la muestra sólo se exhiben fotografías de su ejecución.

Su feminismo se impone en obras como Cut Piece, de 1964. En el video que se puede apreciar, Yoko está sentada en el escenario de un teatro o auditorio y pide que la gente empiece a cortar trozos de su ropa con una tijera. Una mujer inicia el performance, se coloca a su lado y corta un pedazo del vestido, uno a uno van sumándose ante una artista que no parece inmutarse hasta que un chico corta el área de sus pezones y los tirantes del sujetador; Ono entonces endurece el rostro, la tensión de su expresión se transmite al espectador de hoy, la intención del joven ha sido rebasar el límite no establecido.

Lennon está presente en buena parte de la exposición, ya sea en el área musical —donde se pueden escuchar los discos que crearon juntos o los que ella publicó en solitario—, en las gafas redondas hechas en bronce, en la parte fílmica donde no sólo participa como realizador sino también como actor. Y entonces su mítica personalidad va cobrando sentido para el imaginario, dos seres creativos y irreverentes estaban destinados a estar juntos.



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