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San Miguel de Allende. —El fotógrafo Spencer Tunick es un hombre callado al que no le gusta hablar de su trabajo. Está en México para realizar una instalación con cien mujeres, en torno al tema de la vida y la muerte, que tendrá como símbolo el cempasúchil, flor que le impresionó porque en México “es la puerta que se abre a los muertos”.

La pieza formará parte de La calaca festival, que se llevará a cabo del 30 al 2 de octubre. Participarán cien mujeres que se inscribieron en la página del festival. La instalación se realizará la madrugada del 30 de octubre.

¿Por qué eligió el cempasúchil?

—Ya había conocido el Día de Muertos y desde entonces quería utilizar la flor como un marco o para cubrir, después pensé que podía usarlas como collares porque eso me permitiría usar el cuerpo como una ofrenda.

¿Cien es un número al azar?

—No, las calles de San Miguel son pequeñas, necesitaba un número que me permitiera trabajar.

¿Qué fue lo que aprendió de trabajar con 18 mil personas?

—¿Qué aprendí? No me lo habían preguntado. Si lo pienso ahora, creo que para un grupo tan numeroso se necesita tener un mejor audio porque sé que muchas personas no escuchaban lo que decía; pero a nivel espiritual aprendí a conocer a México, descubrí el poder de los mexicanos y aquí, como en ningún otro país, les interesa ser parte del arte contemporáneo, crearlo, los mexicanos tienen un gran interés en ser parte de un proceso creativo.

¿Los cuerpos de las mujeres que participarán le sugieren una figura en particular para esta pieza?

—Son exactamente lo que quería, lo que estaba deseando. No soy un fotógrafo que piense en cuerpos como los de las revistas de modelos, pienso en gente común y corriente.

¿Sigue explorando el cuerpo, sus investigaciones son cada vez más profundas?

—Sí, claro. El cuerpo es como un relámpago hacia la sociedad conservadora y cuando te dan permiso de hacer este tipo de trabajo, el gobierno está mandando un mensaje de que la gente es dueña de sus cuerpos y que no pueden ser controlados.

A partir de las tradiciones mexicanas, ¿qué piensa de la muerte?

—Quiero traer a mis hijas al festival, deseo que vivan esta festividad en México porque cuando quise llevarlas al funeral de su abuela en Nueva York se rehusaron, tenían miedo y lloraron. Les asusta un panteón, temen a la muerte. Quisiera que ahora que están pequeñas comprendan mejor la vida y sólo comprendiéndola pueden entender a la muerte. Espero que el próximo verano pueda venir con ellas y visitar el panteón, que podamos sentir cómo se recuerda aquí a sus antepasados.

¿Recuerda la primera impresión que le causaron estas tradiciones?

—Sí. Fue hace dos años, cuando vine al festival. Hice mi instalación usando referencias clásicas como el fantasma; pero ahora me interesan los elementos que son sólo mexicanos, por eso elegí el cempasúchil.

¿Qué le gustaría que sucediera con este trabajo?

—Que me produzca placer, un placer que sea sólo mío. Desearía que el trabajo tome su propio curso, no tengo un guión. No soy escritor, soy un artista visual y no puedo hablar sobre mi trabajo, como a muchos otros que sí les gusta, prefiero el misterio.