Muñoz Molina opta por la literatura confidencial
INTELECTUAL. El autor es reconocido por su gran crítica y compromiso social . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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NUEVA YORK.— A sus 57 años, Antonio Muñoz Molina es el escritor más joven en ganar el Premio Príncipe de Asturias (2013), considerado como el Nobel de las Letras Españolas. Este miembro de la Real Academia de Lengua Española es reconocido no sólo por su talento en la escritura sino por su gran compromiso social ya que siempre ha sido un intelectual muy crítico con todos los fanatismos y totalitarismos de todos los signos. De hecho, su último libro, el ensayo Todo lo que era sólido (2013), ha sido considerado como la primera y más solvente explicación intelectual de lo que es la crisis económica en España.
En un encuentro abierto a todos los estudiantes de español de la ONU y del Instituto Cervantes en Nueva York, Muñoz Molina habló de su visión como escritor y de la importancia de que sean los libros quienes hablen a las personas y no quienes los escriben.
“Hay una cosa en las sociedades hispánicas que es la tendencia al caudillaje. Parece que necesitamos figuras que sean líderes de los países, que representen a un país entero. A mí personalmente, ni como ciudadano ni como escritor, ese modelo me interesa. Mi idea del escritor es una idea más modesta. Un escritor para mí es un ciudadano que escribe, una persona que se mantiene en un ámbito reducido. Creo que la literatura tiene una proyección limitada. La literatura por su propia naturaleza es más confidencial, requiere cercanías mayores. Cuando la literatura se convierte en un espectáculo multitudinario ya hay algo más que la literatura. El escritor no debe ser demasiado importante. Es importante que la gente lea libros, es importante que haya educación, es importante que la expresión escrita y artística esté al alcance de todo el mundo pero no hace ninguna falta que el escritor se convierta en la representación de un país, de América Latina o de España”, afirmó con respecto a la tendencia de tomar a los escritores como representantes de la cultura.
En una pregunta del público acerca de la relación del autor con el poder tan frecuente en escritores como el recién fallecido Gabriel García Márquez, el autor de La noche de los tiempos (2010) comentó: “García Márquez decía que él le enseñaba sus manuscritos a Fidel Castro antes de publicarlos. Lo siento, soy un demócrata y no creo que la gente que gobierna a los países tenga que estar gobernando 50 años. Creo que la gente tiene que ser elegida y tiene que dejar el poder. Cuando veo al escritor con el (ex) Presidente, cuando veo esa permanente presencia de la gran política en la vida literaria pienso en lo que dice Julio Cortázar en una cita que pone al principio de Rayuela: ‘la peor desgracia que le puede pasar a un escritor es convertirse en la representación de un país’. Yo no quiero ser la representación de un país. Yo sólo quiero escribir libros, que aquel al que le parezca bien los lea y los disfrute. No aspiro a más. Lo digo con todo el respeto y con la admiración que tengo por muchas obras de Gabriel García Márquez pero mi idea del escritor es radicalmente distinta a la idea del escritor que estas personas han practicado”, aclaró.
Muñoz Molina vive a caballo entre Madrid y Nueva York. Acerca de su experiencia al vivir entre ambos mundos y de lo que ambas orillas deberían aprender la una de la otra comentó, “me gustaría que en nuestro país hubiera más sentido de la responsabilidad individual, que hubiera más respeto por el trabajo, menos cinismo profesional. Ahora bien, hay cosas de España y de Europa y de nuestra cultura que para mí son fundamentales y que en Estados Unidos echo mucho de menos como lo es una cierta compasión social. Echo de menos esa cosa tan simple de que un niño pueda tener una educación decente pública. Puede ser mejor o peor pero no va a ser peor que la del niño que tiene mucho dinero”, dijo
Y agregó: “Me gusta disfrutar y ver lo que es tener un sistema sanitario público (…) Aquí parece que la justicia social es la antítesis del dinamismo económico. Pero yo he estado en países como Holanda, Dinamarca o Alemania y he visto que hay una extraordinaria protección social, un extraordinario sentido de lo publico y un extraordinario dinamismo económico. Eso es mi ideal de una sociedad, que es también imperfecta pero es la sociedad en la que a mí me gusta vivir. Y aquí cada vez más noto y me duele ver la falta de compasión hacia el débil, hacia el pobre, hacia el que ha caído”, finalizó el Académico que imparte la Maestría en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Nueva York.