Gabo el más querido. Mariposas amarillas iluminan un largo día de despedidas
Video. No fue un funeral como cualquiera, hubo una lluvia de flores amarillas como cuando murió José Arcadio, llegaron mariposas amarillas de papel, música de ballenato y sones, miles desfilaron para despedirse del patriarca de la literatura latinoamericana
EXPLOSIÓN. Una lluvia de mariposas amarillas de papel afuera de Bellas Artes sorprendió a los asistentes. (Foto: JAIR CABRERA EL UNIVERSAL )
Video. Mariposas amarillas vuelan para despedir al Gabo
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Mariposas amarillas revoloteaban en el árbol ubicado frente a la casa de Gabriel García Márquez. A la sombra, varios reporteros que montaban guardia desde la mañana se protegían de los fuertes rayos del sol, mientras que un grupo de 20 elementos de la policía Bancaria e Industrial formaba una valla humana en las puertas de la casa del autor de Cien años de soledad.
Así lució ayer por la mañana la casa donde el escritor colombiano vivió hasta sus últimos días. Elementos policíacos y medios de comunicación aguardaban la salida del cortejo que trasladaría al Palacio de Bellas Artes la cenizas del autor fallecido el pasado jueves, a los 87 años de edad.
Sobres y cartas con las condolencias por la partida del novelista, enviados por amigos cercanos o entregados personalmente, no pararon de llegar al domicilio, donde se encontraba reunida la familia.
Uno de los que acudió a manifestar personalmente sus condolencias hacia el mediodía fue el rector de la UNAM, José Narro Robles, quien entregó a los familiares del autor un sobre blanco y, luego de permanecer unos instantes en la casa, expresó su pesar por la muerte de “un gigante del pensamiento, de un hombre maravilloso”. “Con la muerte de Gabriel García Márquez perdemos parte de la imaginación y para quienes formamos parte de una generación es algo simplemente insustituible”, comentó brevemente a la prensa.
El dispositivo de seguridad en torno a la casa del autor, al sur de la ciudad, llamaba la atención de los vecinos que se asomaban por las ventanas o de la gente que transitaba por la zona; incluso, la de la propia familia del escritor, como sucedió cuando a su llegada el hijo de García Márquez, Gonzalo García Barcha y una mujer que la acompañaba, comenzaron a tomar fotografías a la valla humana que resguardaba la entrada del domicilio.
A partir del mediodía comenzaron a llegar a la casa amigos y miembros de la familia para acompañar al cortejo hacia Bellas Artes. Entre ellos, Jorge Sánchez, director de IMCINE, la conductora Fernanda Familiar, así como el primo del escritor fallecido, José Luis Díaz Granados y su familia.
Después de una larga espera, el momento llegó. La puerta de la residencia de García Márquez, que fue decorada con una bandera de Colombia y algunos ramos de rosas amarillas depositadas por sus lectores, se abrió y sus familiares con flores amarillas en las solapas abordaron los vehículos que los conduciría hacia Bellas Artes.
Varios vecinos del escritor se asomaron para despedirlo con aplausos. Silvia, una joven trabajadora doméstica de la casa de al lado, recordaba a ese vecino lindo y amable, con quien alguna vez se tomó una fotografía. “Era muy lindo”, dijo la joven, mientras sostenía con una mano el celular con el que buscaba tomar una fotografía del suceso.
La caravana, conformada por cinco camionetas que transportaban a la familia del escritor, partió a las 15:18 horas de la casa ubicada en la colonia Jardines del Pedregal. Más de 20 patrullas y 50 motocicletas de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal acompañaron al cortejo que tomó como ruta el segundo piso de Periférico para luego circular por el Eje Central. Finalmente, hacia las 15:50 horas, entre aplausos, gritos de admiración y rostros tristes, las cenizas del Nobel de Literatura arribaron a la entrada del Palacio de Bellas Artes.
Ahí, desde la mañana, cientos de lectores formaban largas filas en espera de dar el último adiós al “Padre del realismo mágico”.
Jóvenes, adultos, niños, familias enteras de México, Colombia y otros países permanecieron hasta tres horas en la larga fila que llegó a mas allá del Hemiciclo a Juárez. Con carteles, libros, flores o playeras amarillas, el público acudió a despedirse del autor de Crónica de una muerte anunciada.
“Gabo. Tus pensamientos siempre vivirán en nosotras. De generación en generación. Gracias”, rezaba una manta con flores amarillas que sostenía entre sus manos doña Leonora Placencia, quien acudió a Bellas Artes acompañada de su hija y su nieta.
Como ella, Rubén Banda, un hombre mayor de edad, aún bajo la lluvia que cayó por unos momentos, portaba un cartel de cartón que decía: “Gabo te veré en el cielo”. “Allá lo veré porque soy más viejo que él”, comentó.
“Su obra es maravillosa, es nuestro máximo representante de la cultura colombiana”, dijo Sandra Tovar, una joven colombiana radicada en México que, portando la bandera de su país, hizo fila, junto a su madre, desde las cuatro de la tarde. Metros atrás, Edith Caizedo, originaria de Cali, acompañada de amigos mexicanos y colombianos, llevaba flores amarillas y entre música y baile todos esperaban su turno para despedir a Gabo. Y aunque hacia las siete de la noche el acceso fue cerrado por el acto protocolario que presidieron el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el de Colombia, Juan Manuel Santos, y llovió por unos momentos, el público continúo en la fila para despedirse de Gabo.
Al concluir la ceremonia con los jefes de Estado, se reanudó la entrada de los seguidores del escritor, algunos de los cuales aprovecharon para adquirir libros en los establecimientos cercanos. En El Péndulo de Avenida Juárez se agotaron los ejemplares de Cien años de soledad y de El coronel no tiene quien le escriba. Desde la muerte del escritor y hasta ayer se contabilizaban 300 ejemplares vendidos, una cifra nunca antes registrada ahí.
El homenaje al autor de El amor en los tiempos del cólera fue coronado anoche en la explanada del Palacio de Bellas Artes, el Eje Central Lázaro Cárdenas, avenida Juárez y todos los edificios aledaños con una explosión de miles de mariposas amarillas de papel que, con el viento se esparcieron por el centro de la ciudad de México.
Los miles de lectores que aún hacían fila para entrar al recinto —y que seguían ingresando hasta el cierre de esta edición— corrían en pos de cazar unas cuantas mariposas para guardarlas de recuerdo y en memoria del “Patriarca de las letras latinoamericanas”. (Con información de Yanet Aguilar)