La presencia del perro en las culturas antiguas
DOSSIER. La revista dedica su más reciente número a estos animales. (Foto: ESPECIAL )
Clínica de Periodismo
En América, el perro acompañaba al ser humano en la vida y la muerte, servía de alimento, ayudaba en la cacería, era un símbolo jerárquico, de fertilidad y de la lluvia.
La revista Arqueología Mexicana en su número 125 habla de los pormenores de la crianza, domesticación, razas, simbolismo y características del perro prehispánico.
Los restos más antiguos del perro americano datan de hace más de 11 mil 500 años, se encuentran en la Cueva del Jaguar en Idaho y fueron descubiertos en 1968.
En su momento, esto hizo pensar que eran autóctonos de América, pero se ha concluido que esta especie migró con el ser humano. En 1996 se descubrió que existen cuatro linajes de perros de los que descienden los perros actuales. Se sabe que los especímenes que vivieron en América fueron descendientes del grupo I; a excepción del xoloitzcuintli (de origen maya), que pertenece al grupo IV.
Las investigaciones sugieren que el proceso de domesticación en el este de Asia inició hace 15 mil años y que la domesticación en Europa y Siberia fue hace 30 mil años, pero se considera que la primera vez que se realizó este proceso fue en el suroeste de Asia hace 30 mil años.
Debido a la gran extensión de poblaciones animales en Europa y Asia, la cercanía entre los países y el sedentarismo, los seres humanos de esos continentes domesticaron muchas especies que utilizaron para su provecho, a comparación de las culturas de lo que hoy es Latinoamérica, que criaron únicamente guajolotes y perros.
El apego entre las especies Canis y Homo Sapiens en América fue mucho más intenso que en otras partes del mundo. Al perro se le consideró un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, era utilizado como sacrificio, y hasta era considerado una deidad.
En México existían tres tipos de razas: el perro común, el tlatchichi (patas cortas) y el xoloitzcuintli. Los tlatchichi eran alimentados hasta lograr una joroba en su columna para ser comidos. Itzcuintepozotli era la denominación que se le daba al estado máximo de engorda de estos animales.
La riqueza de manifestaciones asociadas al perro es un enorme legado en América que podrá conocer en Arqueología Mexicana.