La piel de Kahlo, en las fotos de Ishiuchi Miyako
OBJETOS PERSONALES. El libro contiene 113 fotografías que fueron tomadas por la artista japonesa en la Casa Azul. (Foto: CORTESÍA ISHIUCHI MIYAKO )
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Las telas de los vestidos de Frida Kahlo, el esmalte de uñas, las arrugas y manchas que se mantienen en una falda, los colores que la identificaban, sus gastados zapatos, las piedras de sus anillos, el corsé que tuvo que usar, las correas...
De esos detalles están llenas las páginas de un sobrio y bello libro, Frida, de Ishiuchi, de RM, donde la artista y fotógrafa japonesa Ishiuchi Miyako (Nitta, 1947) le brinda al lector otra visión de Frida Kahlo.
Esta edición es la primera documentación fotográfica del archivo de vestidos y pertenencias de la artista. A través de las fotos de Ishiuchi es posible encontrarse con una mirada íntima, que se mete de lleno al universo privado de Kahlo. Revela lo que a ojos de cualquier otro sería obvio; descubre las huellas del personaje que habitó esos objetos.
Como en sus series Mother’s e Hiroshima, Ishiuchi muestra con las fotografías al archivo de Kahlo una forma de trabajo que transforma objetos inertes y cotidianos en la evocación de una vida.
En los textos de presentación se explica que el propio editor Ramón Reverté propuso una lectura de los objetos personales de la pintora desde la mirada de otra cultura. Así se invitó a Ishiuchi Miyako quien viajó a México en 2012 para fotografiar los vestidos y objetos personales en la Casa Azul.
Carlos Phillips Olmedo, director general del Museo Frida Kahlo dice que la fotógrafa sólo usó luz natural, y que consiguió “la mirada más íntima y cercana que se le ha hecho al guardarropa de la pintora”. Masaru Susaki, director de la Fundación Japón en México, cuenta que durante más de una semana la fotógrafa se dedicó a hacer los retratos:
“Su fascinación al descubrir a una Frida distinta a la que había visto en sus obras, y a lo que se ha escrito de ella, mantuvo a la artista sin poder despegarse de ese espacio que le revelaba una faceta de la personalidad de Kahlo”.
Hilda Trujillo, directora del Museo Frida Kahlo, se refiere a la forma de trabajar de Ishiuchi: “Lo que busca es la esencia de las cosas, por ejemplo: en sus fotografías de la ropa que quedó en Hiroshima, después de la explosión de la bomba atómica en 1945, muestra no sólo el destrozo material, sino también el quebranto del alma, la angustia de la guerra a través del testimonio silencioso, pero elocuente de las prendas de vestir. El vestido y los objetos son el personaje de la narración”.
La curadora Circe Henestrosa dice que Ishiuchi no se había interesado antes en Kahlo como artista, pero que la emotividad de sus objetos personales la atrapó: “Los vestidos, las texturas y las telas fueron sujetos fascinantes para la lente de Ishiuchi, igual que los brillantes tejidos de algodón y las sedas preferidas por la artista debido a su ligereza intrínseca, ya que su cuerpo herido no podía cargar telas pesadas.”
Describe además que la fotografía de Ishiuchi Miyako “captura los rastros del trauma de Kahlo en una poderosa narrativa conformada por los aparatos ortopédicos, las piezas de corsés y las ‘cicatrices’ en las series de close-ups mostradas en la ropa y las medias remendadas.