Isaac Hernández, como un ídolo popular en el Auditorio Nacional
SU NOCHE. El bailarín, durante la gala Despertares. (Foto: JORGE RÍOS EL UNIVERSAL )
Isaac Hernández logró, es verdad, algo impensable: que los bailarines de danza clásica fueran recibidos como estrellas populares por una noche. Alrededor del Auditorio Nacional se vendían playeras, tazas, póster con su imagen y con su nombre, había revendedores que buscaban boletos con insistencia, vendían, incluso videos de sus "obras completas", lo que sea que eso significara; jovencitas vestidas de gala esperaban pacientes que dieran las 20 horas. El primer bailarín del Ballet Nacional de Holanda era una suerte de ídolo popular.
Las butacas repletas de una audiencia variopinta, lo mismo resaltaban los jeans y las camisetas que las prendas de diseñador y los tacones. Había una gran expectativa por ver a los 28 bailarines de algunas de las mejores compañías del mundo como el Royal Ballet, New York City Ballet, American Ballet Theatre y San Francisco Ballet.
Las galas suelen estar conformadas por programas hechos para mostrar espectacularidad, para exhibir los límites a los que puede llegar un bello y esculpido cuerpo humano, como grandes saltos y giros interminables. Y eso hubo, pero "Despertares", el proyecto del intérprete nacido en Jalisco, apoyado desde un inicio por Líderes Mexicanos y ahora por el INBA y el Conaculta, así como por una serie de patrocinadores, fue más allá, mostró, además, el arte de Terpsícore.
"Despertares" que, de acuerdo con Hernández, podría convertirse en un proyecto anual con posibilidades de presentarse en ciudades del interior de la república, inició con pas de deux de Don Quijote, a cargo del mexicano y de Jurgita Dronina, ambos del Ballet Nacional de Holanda. El recibimiento fue más que cálido, incluso desenfrenado, pero Isaac, apenas, calentaba motores.
Con "Five tangos" con música de Astor Piazzolla, el mexicano que hasta hace unos cuatro años era prácticamente desconocido en México, aun cuando desde su adolescencia y básicamente con sólo apoyo familiar construía una fructífera carrera internacional, presentó, también, sus capacidades interpretativas con una coreografía contemporánea, que es un bailarín con una línea casi perfecta y, sobre todo, que su vigor y sus motivaciones son poderosas.
Y en el balcony pas de deux de Romeo y Julieta, Hernández fue, además, un intérprete apasionado, esta vez no por sus giros, sino también porque es capaz de convertirse en un Romeo enamorado. La química con su compañera es evidente, estaban ahí los personajes de Shakespeare.
Hernández bailó una más a lo largo de un programa que duró poco más de tres horas, "My way", acompañado de su hermano menor Esteban, un joven que después de terminar sus estudios en el Royal Ballet, una de las instituciones más prestigiosas del mundo, forma ahora parte del San Francisco Ballet al que perteneciera Isaac por varios años.
Una coreografía de Stephan Thoss, presentada en "Despertares" de 2012, que permitió a los jaliscienses compartir el escenario. La emotividad era su fuerte por la historia que hay detrás de estos dos jóvenes, otrora niños que bailaban en el patio de su casa bajo la guía de su padre Héctor Hernández, en la obra con música cargada con un mensaje de superación personal, los mexicanos contaban también que eran un caso de éxito, uno entre miles en un país que está lejos, muy lejos de concebir a la danza como parte de su cultura cotidiana. Emotividad con la que se pudo pasar de largo que pudo tener una mejor ejecución.
Esta función Esteban volvió a ser una revelación. Hace dos años se veía ya a un bailarín prometedor, ahora refleja una evolución contundente. En el pas de deux de El Corsario fue perfecto, un bailarín que emociona, pero con "Les Lutins", a lado de sus compañeros del San Francisco Ballet Elizabeth Powell y Gennadi Nédving, el joven Hernández se mira como un intérprete aún por andar más en el camino, pero comparte con su hermano el arrojo de convertirse, cada día, en el mejor.
En el resto del programa hubo verdaderas joyas como el bailarín Daniel Ulbricht del New York City Ballet, en "Tarantella" de Balanchine, con Megan Fairchild presentó una coreografía gozosa, vivaz, pero en el solo "Piazzolla Tango" fue brillante y sensual, con una capacidad para estremecer a todo el Auditorio Nacional como ningún otro intérprete.
Del American Ballet Theatre destacó "Ameska" con una increíble Misty Copeland, mezcla de un apasionado tango con el rigor y la belleza de la danza clásica. Aunque el público también reaccionó fascinado con The Lombard Twins, los gemelos Martin y Facundo Lombard que ofrecieron una coreografía de su autoría con movimientos de hip hop.
Así, Despertares, cumple, en efecto, el sueño de convertir a la danza y a sus ejecutantes, en una posibilidad para admirar a grandes hazañas, pero también para contemplar un género tan soslayado y tan necesario. Los aplausos, las vivas, las ovaciones estaban ahí, hay público para la danza.