Gran traductor y periodista literario: Marco Antonio Campos
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“Verdaderamente lo quise y lo admire mucho. Realmente ya lo único que queremos es que no se mueran los poetas; esto se ha vuelto demasiado pesado, casi insoportable. Se nos están yendo todas las referencias, se nos están yendo los maestros, los amigos inmediatos, los hermanos; digámosle a Dios, o a la muerte o a quien sea: ¡Ya basta!”, exige el poeta Marco Antonio Campos, luego de dar el pésame a Cristina y a Laura Emilia y decirle adiós al amigo y maestro al que conoció a finales de los años 60.
El poeta mexicano que sostuvo una larga amistad de más de 40 años con José Emilio Pacheco recuerda que se conocieron en el taller que dirigía Juan Bañuelos en la UNAM. “Lo había invitado y me invitó y Juan dijo que si podía hacer un trabajo sobre No me preguntes cómo pasa el tiempo, que era el libro con el que José Emilio había ganado el premio Nacional de Poesía en 1969; después empezó a haber una relación muy entrañable”.
La vida de ambos se fue entretejiendo a pesar de los 10 años de diferencia que se llevaban; José Emilio revisó algunos de los textos de Marco Antonio, y éste encontró en la primera obra poética y narrativa de Pacheco grandes enseñanzas. “Otra gran lección de José Emilio, cuando uno tendía a aflojar en los artículos, era ver el Inventario; fue el gran periodista literario del siglo XX y parte del XXI, lo más admirable es que no se repetía, siempre encontraba recursos nuevos”, señala Campos.
También cita Las batallas en el desierto, la novela que más se lee de José Emilio Pacheco, pero también sus epigramas, varios de ellos políticos. “Era un maestro del epigrama y era un gran traductor, yo siempre le dije que sus traducciones eran singulares, eran muy del autor pero también tenían el toque pachequeano”, afirma Marco Antonio Campos, quien reconoce todo el valor poético de No me preguntes cómo pasa el tiempo, el tercer poemario de Pacheco, que le valió uno de sus primeros premios.