Fiesta y violencia suben a escena
ESCENA DE "LOS INCONTADOS". La obra es la tercera de una trilogía sobre guerrilla, narcotráfico y paramilitarismo . (Foto: CORTESÍA MAPA TEATRO )
ssierra@eluniversal.com.mx
BOGOTÁ.— En los años 80, Danilo Jiménez y su Banda Marco Fidel Suárez amenizaban con bambucos y pasillos las fiestas y campañas del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria por los barrios de la ciudad de Medellín.
Años más tarde, Jiménez, su banda y su familia, pasaron a vivir el otro lado de la historia por cuenta de los excesos del capo: en 1991, cuando iban a dar un concierto en la Plaza de Toros La Macarena, una bomba con 150 kilos de dinamita que en su guerra contra el Estado Escobar hizo explotar, acabó con las vidas de tres de los músicos, le causó sordera a otros de la banda y dejó a la esposa de Jiménez en estado vegetativo; a él le provocó amnesia y le quitó la capacidad de habla; necesitó años para volver a aprender a comunicarse. (El atentado causó 27 muertos).
Jiménez volvió a hacer música, pero nada fue como antes. Su personaje y su historia ahora han llegado al teatro: con la compañía Mapa Teatro participa en una trilogía sobre la estrecha relación que existe en Colombia entre la fiesta y el conflicto.
Mapa Teatro, agrupación creada hace 30 años por los artistas y hermanos Heidi y Rolf Abderhalden, ha construido un tríptico sobre las tres grandes fuerzas que han atravesado el conflicto colombiano: narcotráfico, paramilitarismo y guerrilla. Durante el Festival Iberoamericano de Teatro, Mapa Teatro estrenó Los Incontados (coproducida con el propio Festival), tercera parte de la trilogía que inició en 2010 con Los santos inocentes y que continuó en 2012 con Discurso de un hombre decente, donde el narcotráfico es eje de la obra.
El próximo agosto estará en México, en el Festival Transversales en San Luis Potosí, la obra Discurso de un hombre decente. El director cuenta que esa pieza nació de una especie de documento que se halló en el bolsillo de Pablo Escobar el día de su muerte: “Ha sido un misterio y nosotros decidimos que ése iba a ser su discurso de posesión presidencial, donde proponía legalizar las drogas para hacer de este país un país rico”. Frente a ese delirio, mezcla de realidad y ficción, en la obra está la otra cara de la moneda: la banda de músicos; en escena se ve a Jiménez y a cuatro compañeros.
Hacia otras preguntas
Mapa Teatro, que ha presentado en México proyectos como Testigo de las ruinas, video performance sobre la destrucción de un mítico lugar de Bogotá: El Cartucho, pone en entredicho ideas como las de tener una agrupación fija, un repertorio, una sede tradicional. En su quehacer hay investigación, experimentación, otras artes y disciplinas; han hecho piezas a partir del teatro clásico; han repensado la realidad de Colombia y, sobre todo, hablan de artes escénicas como artes vivas.
Abderhalden se propone “hacer del teatro un espacio donde la micropolítica y la poética pueden encontrarse”. Y detalla: “Ha sido explorar todas las posibilidades que tiene el lenguaje técnico para interpelar a un espectador de nuestro tiempo con las preguntas de nuevas generaciones, con nuevos modos de percibir, ver y entender el mundo que le den todavía sentido a la práctica de un lenguaje que pareciera, por otro lado, ya anacrónico, destinado a un repertorio, a una especie de museo, como del pasado”.
Heidi y Rolf, que además de teatro, hacen literatura y artes visuales, trabajan con una productora: Ximena Vargas; un director técnico: José Ignacio Rincón; un diseñador de sonido: el mexicano Juan Ernesto Díaz, y con el escenógrafo francés Pierre Henri Magnin. Para cada proyecto asocian a un grupo de personas que puede cambiar.
En el caso de Los Incontados, por ejemplo, además de los boleros de Jiménez, se oye la música de un activista y compositor de hip hop, Jeihhco, igual de Medellín; aparece un mago, que sí es mago en la vida real: el argentino Santiago Nemirovski. Y el mago evoca la connotación de “mágico” atribuida a los mafiosos.
Un tríptico
Al hablar de las tres fuerzas que por más de medio siglo han marcado a Colombia, Mapa Teatro no se propone un retrato literal. Su tríptico sobre la violencia nació de una forma antropológica, en un pueblo del sur del Pacífico colombiano, Guapi, donde cada 28 de diciembre tiene lugar una fiesta que viene de la Colonia, en la que los hombres salen a la calle disfrazados de mujeres, donde en otra inversión de roles los hombres negros toman el látigo de los blancos para pegarle a los que se disfrazan de blancos.
La fiesta fue filmada por los artistas, y en el teatro “se vuelve no solamente la traducción de una violencia que está sufriendo el pueblo sino la forma como el mismo pueblo resiste a esa fuerza extraña”.
Durante medio siglo, la fiesta ha sido una presencia cotidiana y, al mismo tiempo, toca límites de violencia. “Ha sido también aprovechada por muchas fuerzas para atacar a la población civil, vulnerable, cuando está celebrando y está abandonada al goce. Esa pregunta por la estrecha relación entre fiesta y violencia nos llevó a desarrollar esto, a investigar, a proponer este tríptico”, explica el director.
Mapa Teatro se ha fijado límites cuando se trata de dar al arte cualquier uso, incluso para buenas causas o cuando se abusa de otros medios y tecnologías: “Tengo una cierta resistencia a pensar que el arte tenga alguna función; la idea de tener que ajustarle un fin a un acto poético que es fruto de una confrontación o de un deseo que viene de los cuerpos de los artistas no me parece necesaria. No podemos confundir el envejecimiento de las formas con la moda de poner video, circo o multimedia. Por eso hablamos de artes vivas: para llevar la pregunta de la necesidad de que la vida regrese a la escena”, dice Abderhalden.