En entredicho, la autenticidad de la fortaleza de David en Israel
ATRACCIÓN. El sitio es visitado por cientos de turistas y estudiantes de todos los niveles. (Foto: JANA BERIS / EL UNIVERSAL )
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JERUSALÉN.— El arqueólogo israelí Eli Shukrun se siente un hombre afortunado. Al fin de cuentas, casi 25 años de excavaciones podrían no haber conducido a lo que él siente es un gran privilegio: la convicción de que la imponente estructura que descubrió fuera de la antigua ciudad amurallada de Jerusalén es nada más ni nada menos que la fortaleza del bíblico Rey David.
“En mi opinión, todo indica que esto es precisamente lo que encontré. Es lo más lógico. Los hallazgos en el terreno, a mi criterio, lo confirman con toda claridad”, dice a EL UNIVERSAL en una conversación en el sitio en cuestión, donde impresionan las gigantescas piedras apiladas (cada una pesa no menos de dos toneladas y las hay también de cinco). Bajamos decenas de metros desde la entrada a “Ir David” (la ciudad de David), donde pululan turistas y paseantes sin cesar.
Eli señala una de las estructuras de antiquísima piedra. “Sólo aquí hay una pared de siete metros, ni se ve desde este punto el final de la misma… y nadie construye algo así, una fortificación de este tipo, si no es para proteger lo más preciado: la fuente de la vida misma para una ciudad… el agua”.
Aquí yace el punto central de su descubrimiento, lo que para este arqueólogo israelí lo explica casi todo: las enormes paredes que halló protegen el manantial del Guijón, que era la única fuente de agua de la Ciudad de David y ya antes, de la Jerusalén jebusea, en la época canaanita. “Ninguna ciudad puede vivir sin agua y está claro que esta fortaleza fue construida para cuidar el manantial”, explica Shukrun.
El manantial se conoce desde hace ya mucho tiempo. Su rol clave en la antigua Jerusalén queda hasta simbolizado en el hecho que la compañía que administra hoy en día el suministro de agua en la capital, lleva justamente su nombre, Guijón.
Habitantes locales y paseantes podían tener acceso al agua por unos escalones construidos en el periodo mameluco. Es que la gran muralla que lo protegía fue destruida en el siglo VI A.C, y por uno de los vacíos creados quedó expuesto el manantial. Lo que recién en los últimos años se fue descubriendo son los restos de la gran muralla que lo cuidaba.
Discusión de ideas
En la Autoridad de Antigüedades de Israel —donde el propio Shukrun trabajó durante 25 años— no se aventuran a afirmar en tono tan categórico que el hallazgo es la fortaleza de David. Pero Eli Shukrun no tiene dudas, aunque sostiene que la libertad académica permite libre discusión de ideas.
“Yo estoy trabajando aquí hace 25 años. Durante dos años sólo saqué tierra sin cesar, todo ésto era sólo montaña. Me llevó dos años empezar a toparme con las piedras, seguí trabajando y a medida que avanzaba y comprendía la dimensión de lo que iba viendo, trataba de digerir el significado. Finalmente, llegué a una conclusión a mi entender muy clara: es que en ninguna otra parte ni de la Ciudad de David ni en todo el país hay fortificaciones tan grandes previas al reinado de Herodes y eso no se construye así nomás. Fortaleza de David no hay varias, hay sólo una. Y yo siento claramente que la encontré”.
Numerosos grupos de jóvenes turistas y estudiantes israelíes bajan por las tortuosas escaleras mágicamente iluminadas. Oímos sus preguntas entusiastas a sus guías y maestros. “¿Realmente por acá pasó el Rey David?”, pregunta uno. “Es muy probable”, responde el guía. Y los chicos responden con un rostro expresivo y admirado al admirar el sitio.
Zeev Orenstein, uno de los portavoces de “Ir David”, la asociación que fomenta la investigación en el lugar y que financia las excavaciones, comparte versículos bíblicos relativos a hechos que, según él, tienen que haber ocurrido justamente allí, donde pisamos. Junto al depósito central de agua que llegaba del manantial, debe haber estado la unción de su hijo Salomón, en sucesión de su padre.
Es un judío observante y ve con especial emoción el lugar. Pero mira más allá de su propia fe y recalca que lo que se conoce como “la fortaleza de David”, existía ya antes del monarca hebreo, ya que él la conquistó de los jebuseos y le cambió el nombre dándole el suyo. “Esto tiene 3 mil 800 años y es importante conocer la historia, porque mucha gente en el mundo se conecta con Jerusalén”.
El propio Shukrun también habla de emociones. Pero para él, como arqueólogo, su condición judía no necesariamente le significa emocionarse más con la fortaleza de David que con una cruz de la época bizantina que halló años atrás en excavaciones en la puerta de Jaffa de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Era hueca y adentro tenía restos de madera. “El solo imaginar que quizás para los creyentes que la llevaban podía ser esa madera de la Cruz de la crucifixión… es impresionante”.
Los grupos continúan bajando, los jóvenes hacen ruido, los guías piden andar con cuidado. Y Shukrun se mueve en cada rincón y cada estrecho túnel como en su casa.
“Yo no podía saber qué encontraría aquí. Y no podría decir qué otros tesoros arqueológicos quisiera hallar. Hay tanto aún por descubrir”, resume con una amplia sonrisa. Sabe que tuvo suerte.
Señala una de las paredes de lo que asegura es la fortaleza del Rey David y comenta: “Un arqueólogo puede excavar en un lado, sin saber que medio metro a un costado pueden estar, por ejemplo, los tesoros del templo a los que quizás nunca llegue. Por eso digo que hay que tener suerte, pero también pasión por descubrir”.