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Política y poética, así es la obra del artista argentino Víctor Grippo (1936- 2002), de quien el Museo Universitario de Arte Contemporáneo MUAC exhibirá una muestra con 56 obras, a partir del sábado 28 de junio.

Alicia Chillida es la curadora de esta exposición que pretende ofrecer una visión lo más completa sobre quién fue Grippo y el tipo de obras que realizó. Con apoyo de museos extranjeros, de galerías y de la viuda del artista, Nidia Olmos, se exhiben algunas de sus piezas más importantes, desde los 60 hasta de sus últimos años.

La exposición se llama Transformación porque, dice la curadora, ese es un principio que vertebra toda la obra: “La transformación para Grippo se realiza a través de los oficios, del trabajo, porque el hombre cuando construye su primera herramienta construye la primera obra de arte; Grippo cree en el trabajo como herramienta para lograr el objetivo principal que es la transformación del hombre mediante el ejercicio de su oficio”.

Como ejemplo de ello, se presenta una pieza de 1976, donde aparecen las herramientas de los oficios fundacionales de la sociedad: el herrero, el carpintero, el labrador, el albañil, el cantero. En ese sentido, explica Chillida, “Grippo no hace una distinción entre trabajos mayores y menores, cree que cada trabajo tiene un grado de responsabilidad diferente. Trata de disolver las escalas de valor tradicional entre arte y artesanía”.

Cuando no se hablaba de arte conceptual, Grippo hacía arte conceptual; cuando aún los artistas no tendían esos puentes entre ciencia y arte, él ya los construía; cuando las disciplinas estaban menos integradas, él ya las mezclaba. Hizo obras donde lo escultórico tomaba otros sentidos.

En Analogía, Grippo buscó “descubrir esas relaciones ocultas que se esconden bajo algunos objetos cotidianos. Lo que hace Grippo es resignificar un objeto tan cotidiano como una papa, para hacer una analogía con la conciencia humana”, comenta.

Las ideas a las que remite una papa —su cultivo y quién lo hace desde siglos atrás, o su importancia en Europa cuando en las guerras muchos morían de hambre o la agricultura, o su historia en América Latina como cultivo tradicional— son otros de los contenidos de esa obra de arte. “Grippo es político y poético; se sitúa en una clave silenciosa y humilde. Reivindica, con la construcción del horno para el pan —otra de sus obras—, una justicia social, política; llama desde la esfera más íntima hasta la más política del hombre”.

Para la curadora, en la exposición es vital encontrarse con lo que artistas como Grippo hacían en los años 70, mostrar cómo ellos tenían sus propios caminos, independiente de lo que pasaba, en Europa: “En los 60 y 70 se intenta asimilar el arte que se hace en América Latina con el de hace en Europa; aquí se producen variantes locales que no tienen por qué ser derivadas de lo que sucede en Europa, que tienen suficiente entidad para llamarse por su nombre. Más allá de las escuelas historiográficas, Grippo se dirige a la esfera más íntima del hombre para hacer una analogía al corazón del hombre. Es un gran humanista”.

Grippo, quien fue químico de profesión, reivindica la conservación de los valores comunitarios: “Lo que establece con este horno es un espacio de intercambios, organiza una comunidad precaria que dura tanto como la fabricación del pan y el consumo”.