El homenaje al Medellín idílico de Jorge Franco
RECONOCIMIENTO. El escritor también es autor de la famosa novela titulada "Rosario Tijeras". (Foto: ANA ANABITARTE / EL UNIVERSAL )
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MADRID.— Cuando era pequeño, Jorge Franco (Medellín, Colombia, 1962) tenía de vecino en Medellín al rico empresario Diego Echavarría, que vivía con su mujer y su hija Isolda en un castillo de inspiración francesa atendido por pajes y mayordomos. “Verle pasar en su limusina era algo que nos impresionaba a todos, era un acontecimiento, y muchas veces fisgoneábamos por los alrededores de su castillo para espiarle a él y a la niña a quien casi nunca dejaba salir de casa para protegerla”, relata en entrevista con EL UNIVERSAL.
Un día de 1971, Echevarría fue secuestrado cuando llegaba a su castillo. “Recuerdo el impacto del secuestro porque era un domingo y en esa época no se oían balazos en Medellín, así que cuando de pronto en la tarde oímos esos balazos nos quedamos desconcertados hasta que nos enteramos de que se había producido ese secuestro”, añade. Pero lo que le sacudió más fue el que dos meses después, tras la muerte violenta del empresario, “quien se había convertido en un personaje más del barrio pese a que ni él ni su mujer ni su hija se relacionaban con nosotros”, vio pasar la limusina sola.
“Entonces sentí el miedo generalizado, no de ver la limusina de alguien que estuvo vivo y que ahora estaba muerto, sino de saber que no había castillo ni burbuja que protegiera a nadie. Que todos éramos vulnerables a una violencia que ya estaba empezando a mostrar sus facetas. Incluso a los poderosos que vivían en castillos. La violencia del narcotráfico”, añade.
Después de escribir algunas novelas como la exitosa Rosario Tijeras, y basándose en aquel episodio que vivió en primera persona, hace cinco años Franco comenzó El mundo de afuera, libro que acaba de ganar el premio Alfaguara de Novela, dotado con 175 mil dólares, y que ayer presentó en España.
“Llevaba muchos años pensando en escribirla pero hace cinco años fue cuando me surgió. Había sido padre y llevaba tiempo escribiendo literatura infantil así que me pidió espacio”, asegura.
Según el jurado del galardón, la novela arranca como un cuento de hadas y termina como una película del director Quentin Tarantino, con mucha violencia. Para el autor una metáfora de lo que ocurrió en Colombia con la llegada de los narcotraficantes que provocó violencia, corrupción, dolor y tragedia.
“Coincido con ellos porque es una metáfora que me sirve para explicar el cambio de una ciudad pacífica, tranquila, casi un paraíso para los niños, que luego se convierte en una pesadilla, sobre todo para quienes tienen hijos”, explica.
“Porque el mayor drama de los padres es tener que criar a los jóvenes de aquella época que querían salir, llevar una vida normal, en una ciudad que se estaba destruyendo. Una Medellín que en los años 60 y 70 pasó de la calma total al desenfreno y a la locura más demencial por culpa del narcotráfico y de un narcotraficante llamado Pablo Escobar con una mentalidad entre diabólica y mesiánica que se creía capaz de poder controlarlo todo”, opina el autor.
El mundo de afuera es un homenaje de Franco al Medellín idílico de su infancia, está escrita con un gran sentido del humor, y sus personajes, de carne y hueso, están cargados de sentimiento. “Si tienes personajes sólidos puedes arriesgarte más con la historia y eso fue lo que hice”, explica. “Por eso los trabajé mucho, los traté de llevar siempre conmigo, cuando viajaba, cuando estaba en la casa, cuando leía... Los pensé mucho y los cree sin llenarlos de características, con solo unas pinceladas que los hacían crecer y ser incluso más verosímiles que la historia”, añade. Con respecto al sentido del humor, dice que una novela siempre debe de tener sentido del humor y que él lo usó para junto con el amor que también aparece en la novela, contrarrestar la violencia de la historia.
Partidario de la legalización de las drogas, dice que después de 30 años Colombia no ha acabado con el narcotráfico pese a la colaboración de Estados Unidos y de Europa, por eso piensa que legalizarlas sería la solución.
“En Colombia llevamos 30 años luchando contra el narcotráfico apoyados por Estados Unidos y Europa y el resultado no ha funcionado. No hemos aprendido nada. Siento que la situación no ha cambiado y que podría surgir un nuevo Pablo Escobar. Por eso creo que ahora es el momento de dar un siguiente paso e involucrar a los países consumidores y legalizar las drogas”, asegura.
En este sentido, afirma que ahora “en México se están repitiendo patrones similares a los que tuvimos en Colombia: una guerra declarada contra el Estado, fenómenos de corrupción que hacen perder la esperanza y que hacen que creas que la situación es insostenible... El dinero fácil es el peor legado que ha dejado el narcotráfico. Y lo vulnerable de la clase política frente a la corrupción es la gran enfermedad que tenemos en Colombia y en América Latina”, concluye el autor.