Gabo, el más querido. Crónica de la dura batalla de Gabo ante la enfermedad
INTIMIDAD. El gran novelista retratado por el fotógrafo Daniel Mordzinski. La obra ha sido mostrada en varias exposiciones. (Foto: ESPECIAL )
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El día que Gabo cumplió 87 años tuvo ánimo de salir a saludar a los periodistas reunidos afuera de su casa, una joven tradición que inició hace pocos años. Sonrió, estrechó manos, aplaudió “Las mañanitas” que le cantaron y se despidió muy contento. Pocos días después, el escritor empezó a sentirse mal. Algo no estaba bien, respirar se hacía difícil.
Gabriel García Márquez, radicado en México hace más de 50 años, tuvo atención médica inmediata en su domicilio. Todo indicaba una infección respiratoria, una "gripa" como se dijo. Con el tratamiento tuvo una mejoría, pero intermitente. Durante tres semanas la familia y los médicos estuvieron atentos.
Sin embargo, el 31 de marzo el malestar fue general y ante los resultados de los estudios realizados, se decidió su internamiento en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. El cuadro inicial fue infección pulmonar y deshidratación.
Durante la hospitalización, los estudios fueron revelando más datos sobre el estado de salud del autor. El panorama general, por momentos, empeoraba. Sin embargo, hubo días en que Gabo se encontraba “muy tranquilo”.
Finalmente, tras una exhaustiva revisión médica y tomando en consideración el antecedente del linfoma que venció a principios de este siglo con sesiones de quimioterapia, se determinó que Gabo se enfrentaba a una metástasis con muy poca probabilidad de cura. Hígado, pulmón y ganglios estaban siendo invadidos. Así, la familia y sus médicos consideraron que lo mejor era que volviera a casa para recibir cuidados paliativos, informó a EL UNIVERSAL una fuente cercana al escritor.
En los últimos años la salud de García Márquez fue traicionera, sobre todo tras vencer el cáncer. Padecimientos propios de la edad se sumaron a una enfermedad que se trató de mantener en secreto desde su diagnóstico en 2006: Alzheimer.
Muy pocos fueron informados de la enfermedad, sólo su círculo más cercano estuvo al tanto. Con el paso de los años y la evolución del padecimiento, los rumores comenzaron a esparcirse. Gabo no era el mismo. A veces, parecía que sí, que su memoria estaba intacta, pero de pronto algo en su conversación despertaba dudas. Pocos, muy pocos, se atrevieron a señalar en público que la prodigiosa memoria del novelista flaqueaba.
Quienes se atrevieron, fueron desmentidos. Pero hace dos años, Jaime García Márquez, su hermano, develó el secreto: “Lo que él tiene son algunos conflictos de la memoria; en la familia todos sufrimos demencia senil, yo ya también comienzo a tener algunos problemitas y por lo tanto él ya tiene los estragos pero se le adelantaron debido a su cáncer linfático que en el 99 lo puso en una situación casi de muerte y la quimioterapia que utilizaron le salvó la vida pero también le acabó muchas neuronas, muchas defensas y muchas células y lo que hizo fue que se le aceleró ese proceso”.
De inmediato, Jaime García Márquez fue desmentido. Desde entonces, pocos insistieron en el tema, pero las escasas apariciones públicas del novelista indicaban, para muchos, lo contrario. Entre los periodistas, incluso, había un acuerdo tácito. Cuando se le veía, por ejemplo, el día de su cumpleaños, nadie se atrevía a pedir una declaración.
Incluso, cuando se subió a Intenet un video festejando su cumpleaños en el que cantaba por momentos “Las mañanitas”, no hubo quien se atreviera a advertir que esas imágenes aclaraban, no desmentían.