Gabo, el más querido. Complicada, la relación con su país
EN 1982. La fiesta en Estocolmo, tras la recepción del Premio Nobel . (Foto: FONDO NEREO / BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA )
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Junto a una foto de Gabriel García Márquez y Fidel Castro, la legisladora colombiana María Fernanda Cabal escribió en su cuenta de Twitter el pasado viernes, un día después de la muerte del premio Nobel de Literatura: “Pronto estarán juntos en el infierno”.
La inoportuna frase de la congresista electa por el partido Centro Democrático (que lidera el expresidente Álvaro Uribe) no es excepcional ni sorprendente en Colombia. Son más visibles ahora las críticas al escritor por el auge en el uso de las redes sociales, pero desde hace muchos años, Colombia se ha dividido entre quienes aplauden al escritor y los que lo atacan. La división es evidente ante muchas de sus facetas personales y públicas, mas no ante su obra literaria, pues la calidad de ésta no se pone en duda.
A García Márquez no le perdonan el hecho de no quedarse a vivir en Colombia; muchos lo ven con recelo por ser escritor —hay quienes aún tienen una mirada sospechosa frente a los que son artistas o literatos—; algunos cuestionan su relación con Cuba y en particular con Fidel Castro, mientras que otros miran con recelo sus lazos con sectores poderosos de la oligarquía de su país, con mandatarios como Bill Clinton, Francois Mitterrand, Carlos Andrés Pérez o Carlos Salinas de Gortari, y con los propios presidentes de Colombia, con excepción de Julio César Turbay y que es que durante su gobierno García Márquez debió salir del país.
Abundan los que le cuestionan al escritor por qué no mandó a hacer un acueducto para su natal Aracataca, olvidando que eso de hacer acueductos es obra del Estado, no de un escritor. A muchos, oriundos o no de Aracataca, les molestaba que no fuera más seguido de visita por esa población de la que él salió cuando tenía ocho años. No causó mucha simpatía tampoco que los montos de premios como el Rómulo Gallegos se entregaran a causas “lejanas” como la del venezolano MAS (Movimiento Al Socialismo).
Pero se olvida que hay una obra de García Márquez que va más allá de su literatura, aunque no está desvinculada de ésta: se trata del impulso que ha dado al periodismo en el mundo a partir de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano; es hacia esos espacios donde él se abocó. Y a diferencia de lo que pasa en los tiempos actuales, el escritor no creó fundaciones para construirse una imagen.
Después de la muerte de García Márquez, el tema no para de debatirse en redes sociales y los comentarios oscilan entre la defensa y los ataques agresivos. Incluso, hay quienes consideran que es imperdonable, que Gabo, finalmente, se haya muerto en México.
La división de opiniones, sin duda, refleja la polarización que atraviesa la sociedad colombiana.