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Centro Cultural Elena Garro inconcluso y con problemas estructurales

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Lunes 17 de febrero de 2014
Centro Cultural Elena Garro inconcluso y con problemas estructurales

SIN ELEVADOR. Los visitantes con bastón o en silla de ruedas no pueden acceder al primer piso del recinto cultural. (Foto: EL UNIVERSAL )

Se preveía tener 900 visitas al día y apenas tiene 60, a 16 meses de abierto el elevador no sirve y el estacionamiento se inunda

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx  

El Centro Cultural Elena Garro lleva 16 meses abierto al público aunque es una obra inconclusa. En el inmueble situado en el número 43 de Fernández Leal, en el barrio de La Conchita, en Coyoacán, nunca han funcionado ni el estacionamiento con 20 cajones, que ocupa un área de 414 metros cuadrados, ni el elevador que debería comunicar la planta baja con el primer piso.

En el recinto especializado en estudios de género que fue inaugurado al final del sexenio pasado, el 5 de octubre de 2012, se calculaba tener 900 visitantes diarios pero apenas supera los 60; se planteaba vender más de 3.3 millones de pesos mensuales en libros, pero la cifra tardaron en alcanzarla casi nueve meses, según información del IFAI.

Se trata de un recinto impropio para discapacitados, hay rampas para la planta baja, pero no para el primer piso ni para las áreas verdes interiores.

El espacio cultural fue anunciado el 2 de marzo de 2010 por la entonces presidenta de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar, como “la primera librería de estudios de género de América Latina”, que funcionaría en una casa intervenida.

La obra tendría una inversión de alrededor de 100 millones de pesos, pero el costo final fue de casi 130 millones.

Jorge Martínez Stack, integrante del comité vecinal de La Conchita llama al espacio “un monumento a la corrupción”, al que, dice, muy pocos entran. Los datos ofrecidos por IFAI le dan la razón de esto último.

Siete meses antes de su apertura y todavía en proceso de construcción, esa librería ya reportaba pérdidas por 636 mil 678 pesos en gastos directos para Conaculta.

EL UNIVERSAL solicitó entrevista con Gerardo Jaramillo, director de Educal, la red de librerías a la que pertenece el Centro Cultural Elena Garro, pero hasta el cierre de esta edición no fue posible hablar con él; Conaculta tampoco tuvo lista la respuesta a la solicitud de información sobre el número de visitantes, ventas y eventos realizados en el espacio cultural desde su inauguración a la fecha, ni dijo cuándo estarán funcionando el elevador, que sufre de un problema estructural, y el estacionamiento, en donde los vecinos han documentado inundaciones.

El Centro Elena Garro funciona prácticamente sólo como librería de barrio, no tiene una programación artística y cultural para el auditorio con butacas retráctiles o para el foro al aire libre donde se ubica una de las dos puertas que son la obra de arte del recinto.

La pieza El bosque transformado, de Paloma Torres, que “simboliza cómo la naturaleza se ha integrado al entorno del hombre en las grandes ciudades”, a simple vista parece tarimas de madera añeja. Su costo: 3 millones 46 mil pesos desembolsados por la institución.

A la compra de esa obra se sumó, por lo menos, otro gasto extra relacionado con el Elena Garro. Entre las irregularidades halladas por la Auditoría Superior de la Federación de 2011, destaca que Conaculta, a través de la Dirección General de Administración, contrató por adjudicación directa los servicios profesionales de la empresa Guerra Castellanos y Asociados, S. A. de C. V.

Según el convenio número CNCA/DGA/PS/01254/11 del 1 de marzo de 2011, Conaculta pagó a Guerra Castellanos 2 millones 41 mil 600 pesos para realizar “el análisis y diagnóstico de la problemática que enfrentaba el Conaculta respecto de la construcción del Centro Cultural Elena Garro a fin de determinar los distintos escenarios posibles y sugerir las acciones a realizar para dar solución a la misma”.

Entre los servicios dados estuvo lograr el retiro de la clausura y aval de las autoridades delegacionales y de los vecinos; neutralizar y/o contrarrestar posibles riesgos a la imagen del Conaculta y coadyuvar a crear un clima mediático favorable para su construcción.

Las vicisitudes del Elena Garro

Héctor Chávez, director de Educal durante la administración pasada y a quien le tocó sortear la oposición de los vecinos del barrio de La Conchita por la instalación del centro cultural, dijo en una entrevista realizada en julio de 2012 que este recinto forma parte de la estela trágica que rodeó a Elena Garro.

Es un centro que ha vivido en la polémica. Desde que el comité vecinal del Barrio de la Conchita supo del proyecto, emprendió una larga lucha en los tribunales; cuestionaba el cambio de uso de suelo, la ilegalidad, la contaminación y los daños al manto freático. Los vecinos denuncian que el estacionamiento se inunda, lo que ha impedido su apertura y además provoca hundimientos.

Hace un mes, el Segundo Tribunal Colegiado en materia administrativa emitió la sentencia definitiva (en poder de EL UNIVERSAL) en la que el magistrado Arturo César Morales Ramírez determinó su fallo a favor de Conaculta y manifestó que es legal la instalación del recinto y negó el amparo a los vecinos que solicitaban el cierre e incluso la demolición de la obra.

Sin embargo el representante vecinal Martínez Stack sigue cuestionando la apertura del espacio que no retribuye la inversión y sufre severos problemas de filtración de agua.

En la planta baja del recinto que alberga más de 20 mil títulos y alrededor de 180 mil ejemplares, el arquitecto Lucio Muniain en compañía de EL UNIVERSAL dice que el espacio cultural le gusta pero está a medias: “¿Qué tenemos? El estacionamiento no está abierto y no sirve, el elevador tampoco; pueden decir que son prescindibles porque sí está abierto esto, pero me quejé porque me estacioné bien lejos de aquí… Tienes un reloj que no le sirve la fecha pero da la hora”, señala el arquitecto que ha escrito libros sobre los fracasos en la arquitectura.

Reconoce que aunque la obra de Fernanda Canales y Saidee Springell no es una “edificación destino” -de visita obligada por emblemática-, está bien pero inconclusa, y comenta con ironía: “Cómo le hacemos para poder contra Godínez. Godínez está furioso siempre y le vale pasar todos los cables por fuera aunque se vea de la chingada y se apachurren todos los cactus”, dice señalando la barda de piedra donde debería caer la cortina de agua y que luce coronada de cactus sobre los que pasa sin misericordia un cable negro grueso.

Las puertas “artísticas” que simulan tarimas de madera rústica le llevan a Muniain a preguntar “¿Esto es arte? Te juro que en Comex venden una pintura padrísima que le da ese toque viejo”. También cuestiona que los libros no están tan a la mano de los visitantes, pues en varios puntos alcanzan alturas que ni la gente de mantenimiento puede limpiar.

El recinto cultural inconcluso es parte de lo que Sáizar llamó Proyecto Cultural del Siglo XXI, y que esta semana podría figurar entre los asuntos revisados por la Auditoría Superior de la Federación.



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