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Hace casi 20 años, en 1995, cuando Gabriela Ortiz comenzó a escribir su primera ópera Únicamente la verdad. La auténtica historia de Camelia La Texana jamás pensó que el tema del narcotráfico y la violencia se volverían una realidad cotidiana del país.

Hoy, a cuatro años de su estreno y después de cosechar éxitos, se presenta la producción fonográfica. Además, el 20 de noviembre se darán a conocer los resultados del ganador a la categoría Mejor Composición Contemporánea Clásica de los Grammy Latino, para el que está nominada.

“Cuando empezamos a trabajar en Únicamente la verdad, mi hermano (Rubén Ortiz, libretista de la ópera) y yo, no pudimos siquiera imaginar que la violencia y el narcotráfico tendrían la vigencia de hoy en día. No era posible siquiera suponer algo así, era 1995. Es una tragedia que la violencia sea hoy un asunto cotidiano, me gustaría decir lo contrario pero no puedo y es lamentable”, cuenta en entrevista Ortiz, considerada una de las más importantes compositoras de su generación, acreedora de diversos premios como John Simon Guggenheim Memorial Foundation fellowship, entre otros.

El título de la obra se tomó prestado del subtítulo del tabloide Alarma!, periódico que puntualmente reportó durante décadas historias de apariciones extraterrestres, testimonios de los hombres lobo y toda clase de sangrientos sucesos, acompañados por gráficas fotografías, pero se basa en Camelia La Texana, el personaje central del legendario corrido mexicano Contrabando y traición, escrito por Ángel González en 1973, que hizo famoso al grupo norteño Los Tigres del Norte.

La ópera investiga la creación de un mito popular a través de los medios y es también un doloroso recuento de la cruda realidad del narcotráfico y la migración en el norte de México.

Su nominación al Grammy supone el reconocimiento a un suceso poco visto en México, la grabación de un disco de una ópera mexicana contemporánea, no sólo porque es un género poco valorado por el mercado, sino porque implica una gran inversión económica, que en este caso se logró gracias al Apoyo a Proyectos de Inversión del INBA, que fue de casi 800 mil pesos. Así, Camelia se está convirtiendo en un parteaguas del género en México.

“Recientemente se grabaron dos óperas de Federico Ibarra, pero las grabaciones de ópera de compositores mexicanos se cuentan con los dedos de una mano. En su momento se grabó Aura, de Mario Lavista, pero nunca salió, también Florencia en el Amazonas, de Daniel Catán, pero tampoco salió; sólo The visitors, de Carlos Chávez sí vio la luz. Cuesta mucho dinero, es más fácil grabar una orquesta o un ensamble que una ópera, además es difícil conseguir un interés comercial”, explica Valeria Palomino, productora del disco e ingeniera de sonido.

Suma de éxitos. La obra fue seleccionada por el Festival de México y la Compañía Nacional de Ópera para inaugurar el Festival de México en 2010. Esta producción obtuvo el premio de Las Lunas del Auditorio al mejor espectáculo de música clásica. En 2013 fue presentada por Long Beach Opera, en Los Ángeles, California, con excelentes críticas del LA Times y Opera News. En 2014 es nominada y se publica el disco que ya está a la venta en tiendas y también en Internet. Además, por el momento se está en pláticas para presentarla en otros países.

“No me atrevo a asegurarlo, pero podría ser la primera vez que una ópera latinomericana se nomina al Grammy Latino. Además está supervisada por mí, es algo que no siempre se puede dar y creo que le da otra dimensión al disco”, cuenta Ortiz.

Palomino, lo asegura sin dudar: “Es la primera ópera latinoamericana, eso sí que lo podemos asegurar. Y por cuestiones de producción fue grabada en un estudio, no pudimos encontrar una sala por tres días”, cuenta.

El disco se presenta hoy en la Fonoteca Nacional con la participación del crítico musical Juan Arturo Brennan, José Wolffer, productor del montaje en 2010; el concertado de la obra José Areán; Palomino y José Luis Rivero, de la casa disquera Quindecim Recordings. Además se contará también con la actuación de la mezzo Nieves Navarro y material visual y sonoro de la ópera realizado por José María Serralde.

“Para cualquier compositor una ópera es un trabajo titánico. Imagínate la grabación, contamos con una orquesta de casi 22 músicos, el coro con más de 20 elementos y seis solistas. La grabación fue un proceso muy lento que, de verdad, requiere de mucho trabajo. Estoy muy contenta porque, con excepción de un cantante, todo es netamente mexicano. La música contemporánea tiene muy pocos apoyos, cuando se dan es para música de cámara, mi ópera no tiene una sinfónica pero es de grandes dimensiones, sin el apoyo habría sido difícil”, dice Ortiz.