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Bellas Artes, icono de la cultura

Alida Piñón| El Universal
Martes 30 de septiembre de 2014

Video. Más de 100 lamparas de luz blanca acentuarán la fachada del recinto. Mira esta postal desde el drone de EL UNIVERSAL

Bellas Artes, icono de la cultura

EN LA EXPLANADA. A pesar de la lluvia el público se reunió para ver el video mapping . (Foto: PATRICIA JUÁREZ EL UNIVERSAL )

El festejo, en medio de la lluvia, incluyó un concierto de la Sinfónica Nacional, a solistas del MET de NY y el estreno de una obra de Samuel Zyman

ana.pinon@eluniversal.com.mx  

El 29 de septiembre de 1934, el Palacio de Bellas Artes se convirtió en un instante en el emblema de la cultura nacional, en símbolo de modernidad, en la promesa de un país que privilegiaría a las artes como sinónimo de desarrollo social. Entonces, Carlos Chávez arribaría por primera vez a su casa con la Sinfónica de México, y Manuel M. Ponce se haría cargo de la música del montaje de La verdad sospechosa. El Palacio, se exigía, debía ser un recinto de los mexicanos para los mexicanos.

Hoy, 80 años después, el inmueble ideado por Adamo Boari y concluido por Federico Mariscal es, en efecto, un icono de la ciudad. Y para el secretario de Educación, Emilio Chuayffet es, casi un siglo después, el “lugar de encuentro educativo y de la cultura de la sociedad mexicana”. “Aliado en el ejercicio y disfrute de las expresiones que educan la sensibilidad, con 80 años es una clase de historia viva”.

Es, además “el máximo centro cultural del país y el depositario de su historia”. Así lo expresó el funcionario durante la ceremonia de festejo del recinto.

Chuayffet no sólo quiso enfatizar lo que ha significado este espacio para la vida artística del país, también quiso honrar la memoria del artista Luis Nishizawa, con un minuto de silencio. “El gran maestro nos ha dejado huérfanos”, lamentó el secretario; tras el breve silencio vino la ovación.

Entre lluvia y figuras

La lluvia intentó aguar la gran fiesta, casi lo logra, desde las 5:30 de la tarde, cuando empezaban a colocarse las vallas para impedir que la gente paseara por el pórtico del recinto, las nubes explotaron. Todo era un correr justo hacia el pórtico. Personal de seguridad intentó evitar la estampida pero ya era demasiado tarde, la gente se resguardaba bajo el techo de su palacio. Sin embargo los muros metálicos se multiplicaron. El agua no cedía y los invitados empezaron a llegar: los escritores Adolfo Castañón, Felipe Garrido, Ignacio Solares, Cristina Pacheco y Jorge Volpi; los directores de teatro José Solé, Luis de Tavira y Miguel Sabido; la coreógrafa Cora Flores; los cantantes Francisco Araiza y Fernando de la Mora y el compositor Samuel Zyman.

“¿Dónde están las grandes figuras que le dieron vida a este palacio?”, preguntó uno de los invitados. No era una noche desangelada, pero era una fiesta sin estrellas que evocaran aquellos años cuando Dolores del Río convocaba a las masas sólo para verla de lejos.

Bajo impermeables y paraguas, la gente deseaba ser parte de la celebración pero sin saber quiénes eran esos que desfilaban hacia el interior.

El gran escenario

En la ceremonia, Rafael Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, hizo un recuento de la historia del palacio, desde aquella primera piedra colocada en 1901 hasta el largo adiós que se le dio a Gabriel García Márquez. “Bellas Artes es la memoria de 80 años de creación del talento de México y del mundo. Ocupa el lugar de excelencia en el corazón de México”, dijo Tovar antes de enlistar algunos de los grandes momentos, como la presencia de Nureyev, María Callas, Plácido Domingo, Luciano Pavaroti, Maurice Béjart, Lola Beltrán y Joan Manuel Serrat.

Los funcionarios, acompañados de María Cristina García Cepeda, directora del INBA, y de Yuridia Mascott, titular del Servicio Postal Mexicano, realizaron la cancelación de la estampilla postal conmemorativa de los 80 años.

Tras el acto se proyectó un video con imágenes históricas del palacio con música de Silvestre Revueltas. Ver en una pantalla los programas de mano de funciones como la que dio María Callas, escuchar los aplausos a los artistas que se han presentado ahí, contemplar a Diego Rivera pintando uno de los murales, observar el rostro desencajado de Siqueiros a un lado del ataúd de Frida Kahlo, conmovieron a un público que se había mostrado indiferente a la gran fiesta.

Para festejar su cumpleaños se invitó a la herencia de Carlos Chávez, la Sinfónica Nacional, a ser el eje de una noche de fiesta, con el estreno de una obra de uno de los compositores más relevantes de los últimos años, Samuel Zyman.

“Fanfarria y fantasía” se escuchó por primera vez y recibió la ovación del público, por sus sonidos evocativos de lo nacional y por la maestría de su creación. El compositor estaba ahí, sonriente, como en otras noches cuando su música ha sido festejada en ese recinto.

Un mexicano más, célebre en el mundo por su virtuosismo en el piano y por ser uno de los más destacados intérpretes de Beethoven, Jorge Federico Osorio, expresó a la prensa unas horas antes del concierto su emoción por ser parte del “agasajo” al recinto. Interpretó, con la Sinfónica Nacional y el Coro del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto, “Fantasía para piano, coro y orquesta”, de Beethoven.

Tras el intermedio, la orquesta interpretó “Sinfonía núm. 9, Coral”, también de Beethoven, en la que intervinieron cuatro cantantes del Metropolitan Opera de Nueva York, la soprano rusa Anna Samuil, la mezzosoprano búlgara Vesselina Kasarova, el tenor alemán Gerhard Siegel y el bajo austriaco Kurt Rydl.

Para los cantantes invitados, estar en el aniversario de un recinto que fue el escenario de momentos históricos como el Mi bemol, de María Callas, fue, dijeron horas antes, un privilegio, pero también un desafío. Para la soprano rusa, Samuil, la Novena de Beethoven es una obra para celebrar, para recordar que en el mundo hay alegría, a pesar de todo.

Y fue verdad, la última sinfonía completa del compositor alemán fue celebrada por el público.

En la explanada la gente disfrutaba del tercer día de video mapping. Adentro, mesas, copas, bebidas, empezaron a colocarse en el vestíbulo. También un grupo musical con batería, bajo, guitarra eléctrica y teclado. Hoy, a las 20 horas se repetirá el programa y el concierto será abierto al público, como la sociedad de 1934 hubiera querido, que la gente celebrara a su palacio.



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