Articulan el mundo de la danza y música
OBJETIVO. La pieza tiene la intención de reflexionar sobre la identidad que transforma con la migración. (Foto: CORTESÍA / CEPRODAC )
ana.pinon@eluniversal.com.mx
Las rupturas y adaptaciones que suceden a partir de la experiencia de la movilidad o de la migración, del tránsito de entrar y salir de un lugar a otro, de un país a otro, de un grupo social a otro; las transformaciones que conllevan y los procesos de reconstrucción creativa de las maneras en que se pertenece a este mundo son planteados en la obra dancística y musical Rostros de humo, del coreógrafo Jaciel Neri y del compositor José Javier Torres Maldonado.
La obra, que se presentará del 15 al 17 de agosto en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, forma parte de la IBERESCENA-IBERMUSICAS del Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas, en el que participan artistas creadores del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) y del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (Cepromusic).
En esta convocatoria que tiene el objetivo de propiciar proyectos de colaboración artística internacional para la creación coreográfica y musical conjunta, participan seis artistas contemporáneos de la danza y la música: los coreógrafos Melanie Alfie (Argentina), Neri (México) y Óscar Naters (Perú), y los compositores Patricia Martínez (Argentina), Santiago Pillado-Matheu Inurritegui (Perú) y Torres Maldonado (México).
Sobre su obra, Jaciel Neri explicó en entrevista que Rostros de humo tiene la intención de reflexionar sobre la identidad que se diluye, se transforma o se replantea con la migración. “Uno de los conceptos que trabajé con el compositor fue lo coreográfico de la música y lo musical de la danza desde la perspectiva de la transformación y cómo presentar al sonido en tiempo y espacio en un suceso escénico”, dijo.
Neri sostuvo que en la creación coreográfica contiene también una parte visual que responde a la inquietud de retomar la “pintura corporal”. “Deseaba que fuera una obra muy visual también como símbolo de transformación, quería plasmar también los procesos de adaptación. Teóricamente teníamos el interés de articular dos mundos, el de la danza y el de la música. Además, a los cuatro bailarines les he pedido que aporten sus propias experiencias, son dos mujeres y dos hombres”, explicó.