Amigos recuerdan al Gabo pobre, generoso, loco...
CHARLA. Alberto Salcedo Ramos y Rubén Blades (de pie) relataron anécdotas con el autor colombiano . (Foto: YANET AGUILAR / EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
MEDELLÍN.— “Gabo” se hubiera regocijado de lo lindo de haber vivido para ver los recuerdos fraternales que amigos como Juan Villoro o Rubén Blades contaron durante la fiesta en el marco del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo 2014.
Hubiera crecido su ego al escuchar que Villoro definió su “Crónica de una muerte anunciada como una gran parábola que busca la verdad”; o se hubiera puesto a cantar ante los cuentos de cómo Gabriel y Blades idearon la crónica cantada “gdbd” (Gente despertando bajo dictadura).
Para cerrar los tres días de las celebraciones al periodismo iberoamericano y el homenaje a Gabriel García Márquez, Juan Villoro se convirtió en el gran revelador de los artilugios que “Gabo” uso en Crónica de una muerte anunciada.
Ante un auditorio que lo aplaudió de pie varios minutos, Villoro dijo que “toda la novela es una reflexión profundísima, acaso la mejor que existe en la literatura contemporánea, sobre la figura del testigo, desde dónde podemos averiguar los sucesos, qué tan capaces somos de adentrarnos en ellos”.
El narrador que dictó la conferencia “Lo que pesa un muerto. Imaginación y verdad en Gabriel García Márquez. De los textos costeños a Crónica de una muerte anunciada”, fue uno de los dos cronistas que cerraron el homenaje al autor.
“La novela nos da también una lección extraordinaria entre la diferencia entre información y narración, la información pertenece al mundo de los datos, es incontrovertible, ocurre de una sola manera, la información son los hechos duros que nadie puede rebatir; pero la narración es la interpretación de esos hechos, el por qué sucedieron, el tratar de llegar a dilucidar su enigma, hay muchos momentos del periodismo en que tenemos los datos, tenemos la información pero solamente podemos explicarlos tratando de imaginar la razón de cómo ocurrieron los hechos”, dijo Villoro.
Este día estuvo también marcado por las anécdotas de tres de los amigos colombianos de “Gabo”: Rodrigo Castaño, Guillermo Ángulo y Darío Arizmendi, quienes lo recordaron en distintos momentos, pobre, luchando por escribir Cien años de soledad, supersticioso, generoso; un amigo que reía como loco, que amó a Colombia, que escribió de ella, que siempre contestaba “ajá” y preguntaba: “¿Y cómo va la vaina?”.
Hablaron de sus aventuras periodísticas, de cómo los invitó a estar en México justo el jueves de 1982 en qué se anunció el Nobel de Literatura.
Al final, ante cientos de personas que no pudieron entrar, que siguieron la transmisión en vivo, en las escaleras de acceso a Plaza Mayor, Rubén Blades, el amigo músico que escribe y canta crónicas y que con “Gabo” ideó canciones para varios cuentos del autor, relató las historias con “Gabo” y las aventuras que los unieron.
Alberto Salcedo Ramos entrevistó a Rubén Blades en la conversación “Gabo, la crónica y la música”; hablaron de ese disco que pensaron juntos y de cómo le fue muy mal a ese material.