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Jaramillo Agudelo: "Un clásico actual de la poesía castellana"

Sonia Sierra| El Universal
Martes 28 de enero de 2014

Video. Colegas, amigos, familiares y representantes de las instituciones se dieron cita para despedir a uno de los imprescindibles de la literatura hispana

Jaramillo Agudelo:

POEMARIO. De finales de los años 60. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )


ssierra@eluniversal.com.mx

El poeta y novelista colombiano Darío Jaramillo Agudelo describe a José Emilio Pacheco como “un clásico actual de la poesía castellana”.

Los dos poetas se conocieron a partir de sus libros, luego por correspondencia y después a través de los viajes de un país a otro. Fue una historia de lecturas, cartas, ediciones, prólogos y algunas dedicatorias.

“Uno de los tres o cuatro grandes poetas vivos de la lengua era José Emilio; un hombre que abrió muchos caminos por la forma de tratar los temas, esa forma conversacional. Por otro lado, esa cosa tan central de él con el tiempo, con la capacidad destructiva del tiempo”, detalla Jaramillo, en entrevista telefónica desde Bogotá.

Después de leer No me preguntes cómo pasa el tiempo, Jaramillo quedó deslumbrado y cuando publicó su primer libro de poemas, Historias, se lo envió a México a Pacheco; poco después recibió de él una carta manuscrita que —recuerda— “me puso a caminar por el aire de la emoción”.

En los 90, fue Pacheco quien recomendó a los editores de ERA la novela Cartas Cruzadas, del colombiano (un libro fundamental en torno del narcotráfico en aquel país); el poeta mexicano la recomendó en las páginas de Proceso.

Coincidió que Jaramillo fue jurado del premio José Asunción Silva que el mexicano se ganó con El silencio de la Luna. Años más tarde, Pacheco y Sergio Pitol prologaron la poesía reunida de Jaramillo que editó el FCE.

Jaramillo evoca rasgos de Pacheco, como ese pesimismo que era una forma de humorismo: “Uno iba a hablar con él y no sabía si se había acabado el mundo y él se lo iba a contar, o si apenas se iba a acabar... siempre estábamos como en la víspera del gran desastre”.

Hoy, celebra sus traducciones, sus columnas que eran una suerte de ensayos posmodernos, su novela Las batallas en el desierto que está en las bibliotecas de aula, su dulzura, y el ser tan extraordinario que era.

“No se me olvida una anécdota que lo pintaba, que la viví con Marcelo Uribe y él: estaba corrigiendo las pruebas de un libro, mientras comíamos, y volteó a decirme: ‘Oye, cómete todo tu plato, por favor’ ¿Por qué me acosas, José Emilio?, le pregunté, y respondió: ‘Porque si no te lo comes, me lo como yo’. Una vez me tocó ir a comer con Carlos Monsiváis y con él, y verlos pelear por la ‘simplonería’ de uno que comía sandwich de queso solamente, mientras que el otro le peleaba su voracidad de comerse todo lo que estaba en la mesa”.

Hay un proyecto editorial que Darío Jaramillo prepara: “Se llamaría ‘Los nuevos clásicos’: Eugenio Montejo y Rafael Cadena, de Venezuela; Jaime Jaramillo Escobar, de Colombia; Óscar Hahn, de Chile; José Watanabe, de Perú, y José Emilio, poetas nacidos entre los años 32 y 42 que trazaron nuevos rumbos en la poesía”.

Recuerda que José Emilio “no pretendía ser el centro de la escena, estaba metido con las palabras sin necesidad de mirar la gradería, en una intimidad con el lenguaje que es lo que le permitía ser lo profundo que era”.



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