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"Mañanitas" y rosas amarillas para "Gabo"

Sonia Sierra| El Universal
Viernes 07 de marzo de 2014

AGRADECIMIENTO. El reconocido escritor salió de su casa al saber que los periodistas lo esperaban para felicitarlo. (Foto: ADRIÁN HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )

El escritor salió a saludar a los periodistas y lectores que ayer llegaron a su casa a felicitarlo por sus 87 años

ssierra@eluniversal.com.mx

A las 9 de la mañana inició la espera. Una de las calles de Jardines del Pedregal, al sur de la ciudad de México, vio medianamente alterada su calmada rutina ante la llegada de una decena de periodistas con sus cámaras, y el paso de taxis y camionetas que iban hacia la casa de Gabriel García Márquez, a dejarle orquídeas y rosas amarillas, así como pasteles y otros obsequios para celebrar su cumpleaños número 87.

Desde hace varios años, a las puertas de su casa, cada 6 de marzo, periodistas esperan para saludarlo, intercambiar unas palabras con él y felicitarlo. Se ha vuelto costumbre que estén ahí y él sale hasta la puerta para compartir con sus colegas unos minutos.

Hacia las 12 horas, Marcelina, un ama de casa, y Sergio, un estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones de la UNAM, junto a los periodistas y fotógrafos comprobaron que la espera no había sido en vano: la puerta de madera enmarcada por bugambilias se abrió y Mónica Alonso, asistente de Gabriel García Márquez, anunció que el escritor saldría a saludar. Especificó que él no hablaría y pidió que no se le hicieran preguntas; dijo además que no habría firma de autógrafos.

Verlo era lo que quería Sergio, el estudiante de la UNAM, que se ha leído toda la obra de García Márquez —con excepción de sus libros periodísticos, aclaró—. Un autógrafo es lo que quería Marcelina, quien vive en Tasqueña y llegó hasta la casa del Premio Nobel de Literatura colombiano caminando por esas laberínticas calles de Pedregal, llevando en sus manos El amor en los tiempos del cólera porque, confesó, le gusta coleccionar autógrafos y desde hace años ha querido tener uno de este escritor.

García Márquez, quien nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927, apareció sonriente en la puerta de su casa, caminando despacio y llevando una flor amarilla en el ojal de su saco gris.

Lo acompañaban Alonso y Dinora Vallarino, una amiga de la familia. El escritor no habló. Vio a cada uno de los que se acercaron, estrechó la mano de todos y recibió un ramo de flores amarillas. Escuchó que le cantaron “Las mañanitas” y aplaudió cuando el desentonado coro terminó de interpretar la improvisada e irregular versión de la popular canción donde decían “...despierta ‘Gabo’, despierta”. El escritor se vio alegre y entusiasta, aunque estuvo callado y se movía despacio.

A pesar de las peticiones, hubo quien buscó un autógrafo, sin embargo no hubo tal. Marcelina, Sergio y algunos periodistas que llevaban libros no consiguieron el autógrafo, a cambio, Mónica Alonso les propuso dejarlos para que él los firmase y que luego se les avisaría. Segundos después, él volvió a entrar a su casa.

La asistente aseguró que no se había programado una celebración para ese día.

—¿Están sus hijos con él para su cumpleaños?

—No, respondió.

—¿Y la señora Mercedes está aquí con él?

— Sí. Siempre.

Fue un encuentro de escasos minutos, pero Sergio, Marcelina y los periodistas no pudimos dejar de sentir alegría por haberlo visto.

Al pensar en las tres horas que esperamos bajo el sol en plena calle, fue inevitable no evocar aquel título de novela, Todos estábamos a la espera, del también colombiano Álvaro Cepeda Samudio, uno de los cuatro amigos de Aureliano Babilonia que García Márquez llevó hasta la librería del Sabio Catalán en las páginas de su clásico Cien años de soledad.



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