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"Lo que escribo es inventado, pero el sentimiento es real"

El Universal
Miércoles 13 de agosto de 2014

NARRADOR. Alargó la historia para saber qué pasaba con el protagononista. (Foto: ALFRED A. KNOPF / AP )

Haruki Murakami lanzó en Estados Unidos su exitoso libro Los años de peregrinación del chico sin color

NUEVA YORK.— La más reciente novela del escritor japonés Haruki Murakami es, de nuevo, una reunión riesgosa con el pasado.

“El pasado es mi cofre del tesoro, y una vez que lo abro consigo tanto material ahí”, dijo el autor de 65 años, cuyo libro Los años de peregrinación del chico sin color se publicó la semana pasada en Estados Unidos como Colorless Tsukuru Tazaki and His Years of Pilgrimage.

Murakami, un candidato perenne al Nobel cuyo nuevo libro vendió más de un millón de ejemplares en Japón y estuvo entre los cinco más vendidos de Amazon.com previo a su publicación en Estados Unidos, les ahorró tiempo a sus seguidores completando la novela en unas 400 páginas (menos de la mitad que su obra previa, 1Q84). Sin embargo los lectores reconocerán sus temas de soledad, desconexión y remordimiento.

Apelando al recuerdo de relaciones rotas, Murakami presenta a un protagonista que se ve a sí mismo como aburrido e indeseado, sin “una sola cualidad” que considere “digna de alardear”. Tsukuru es un empleado ferroviario de 36 años dolido por un suceso ocurrido en la universidad, cuando cuatro buenos amigos de la infancia lo apartaron abruptamente sin decir por qué.

“Es arrojado de la cubierta del barco al mar, solo, de noche. Y entonces quise escribir sobre un sentimiento como ese. Lo que escribo es inventado, pero el sentimiento es real”, dijo Murakami en una entrevista reciente.

Para el autor y su personaje, el libro es la historia de una vida examinada y reclamada. Tsukuru busca a sus amigos exhortado por una mujer con la que ha empezado a salir. Murakami dijo que comenzó El chico sin color hace unos tres años pensando que sería un cuento corto de ficción, pero que pronto se vio atrapado en el misterio de Tsukuru. El autor no sabía al principio por qué sus amigos lo habían abandonado, entonces alargó su narrativa buscando descubrirlo.

“Tenía que conocer su pasado. Lo estoy inventando y al mismo tiempo lo descubro”, dijo.

La decisión de ser escritor

Nativo de Kioto, Murakami tiene un conocimiento extraordinariamente preciso de cuándo decidió convertirse en escritor. No tuvo la epifanía de niño, sino ya de veinteañero. Eran como la 1:30 pm del 1 de abril de 1978 y asistía a un partido de béisbol en Tokio, cuando vio a un estadounidense llamado Dave Hilton batear un doble.

“Fue en ese momento preciso que pensé: ¿Sabes qué? Puedo intentar escribir una novela”, escribió en De qué hablo cuando hablo de correr, sus memorias publicadas en 2007.

Su primera novela Oye cantar al viento salió en 1979. Una década después ya era un superastro gracias a Madera noruega, un éxito literario sobre el suicidio de un estudiante en los años 60 y las cicatrices que esto dejó a su mejor amigo y exnovia. De sus obras más conocidas: Kafka en la orilla y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Ha Ganado el Premio Jerusalén y el Premio Franz Kafka por una obra que muestra un “personaje existencial eterno”.

En persona, Murakami es un hombre corriente, con sus pantalones simples y chaqueta rompevientos, que equipara escribir con trabajo manual. También es un hombre excepcional que piensa en la escritura como un tipo de transformación. Apunta que mientras trabajaba en Kafka en la orilla se sintió como el protagonista del libro, el adolescente fugitivo Kafka Tamura, viendo lo que Kafka veía y creyendo lo que creía Kafka.

“Para poder ser cierto personaje, uno debe ahondar muy muy profundo”, dijo. “Es un lugar frío y oscuro y uno ha de tener cuidado, o se perderá ... Uno debe desprenderse de sí mismo”, afirmó.

En El chico sin color, Tsukuru tiene la mente de un novelista, con la realidad y la ficción tan entrelazadas que “a veces tiembla de toda esa emoción”. A los personajes de Murakami a menudo les cuesta separar los sueños de la realidad, y el autor ha sido comparado con Gabriel García Márquez por detalles tan surrealistas como gatos que hablan en Kafka en la orilla.

“Tanta gente piensa en la narrativa de (García) Márquez como realismo mágico, pero... para él, su mundo era realista y él simplemente escribía sobre el mismo" , indicó el escritor japonés.

“Gatos hablando, eso es realismo para mí, es muy natural para mí ... (Pero) si me hubiera dicho cuando yo tenía 26 años : ‘Serás un autor famoso y vendrás a Estados Unidos y serás entrevistado’, no lo hubiese creído. ‘Me estás tomando el pelo’, habría respondido”.



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