Guanajuato. —Sobre el escenario, Akira Kasai es un dios y su hijo, Mitsutake Kasai, lo secunda convertido en la diosa japonesa Hayasasurahime. Esa diosa desciende hasta la profundidad del centro de la Tierra, donde habita lo más oscuro y con el arte del baile, el canto, la música y el arte transforma lo oscuro en energía positiva, en luz, en iluminación.

Cuando Kasai baila está convencido de que la sociedad tiene la posibilidad de convertir el mal en luz para que surja a la superficie.

Así lo muestra en la pieza Hayasasurahime, que ayer tuvo una única función en el Festival Internacional Cervantino. Una pieza que tiene como eje musical la “Novena Sinfonía” de Beethoven.

El artista, considerado uno de los ejecutantes japoneses más notables y respetado como una de las máximas autoridades mundiales de la danza butoh, llega por segunda vez a Guanajuato acompañado de la Akira Kasai Dance Company, con la leyenda de una diosa que recoge las impurezas, los vicios y la vergüenza del mundo para purificarlos. Por eso sobre el escenario hay dorsos desnudos de hombres y mujeres dirigidos por quien es llamado “El ángel del butoh”. Yanet Aguilar, enviada