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En 1965, cuando la empresa Ingenieros Civiles y Asociados (ICA) adquirió la Compañía Mexicana de Aerofoto, advirtió que, además de los bienes de la franquicia estadounidense, llegaba a sus manos un valioso tesoro: el acervo fotográfico de los sobrevuelos que desde 1930 comenzó a realizar sobre gran parte del territorio nacional.

Con el tiempo, ese archivo se enriqueció con las imágenes y planos que la compañía dedicada a la construcción de infraestructura obtuvo hasta 1994, cuando el gobierno mexicano decidió centralizar en el INEGI el estudio de la topografía aérea. Ahí concluyó una etapa de la aerofotografía, pero su historia, y la de gran parte del país, quedó plasmada en los casi 800 mil negativos y planos que actualmente resguarda la Fundación ICA.

Por su valor patrimonial, ese acervo denominado Fondo de Fotografía Aérea de Fundación ICA, que resguarda imágenes tomadas desde el aire entre 1930 y 1990, será incluido dentro del programa de la Memoria del Mundo de México que impulsa la UNESCO.

Ese reconocimiento, que se entregará el próximo 23 de junio en la Fonoteca Nacional -al mismo tiempo que a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por el acervo de la administración de la justicia Federal durante el Porfiriato, la Revolución y la Postrevolucionm y a Radio Educación, por la colección sonora del Encuentro Nacional de jaraneros y decimistas de Tlacotalpan, Veracruz-, valora el contenido histórico de ese archivo que resguarda la memoria de diversas ciudades y territorios de México, vistos desde el aire.

Vistas áreas sobre el Palacio de Bellas Artes en la década de los 50, tomas que dejan ver el trazo de avenida Reforma, con el Ángel de la Independencia como protagonista; panorámicas sobre las colonias Roma e Hipódromo Condesa o de las Torres de Satélite recién construidas, sin la mancha urbana que ahora los rodea; tomas sobre la ciudad de Monterrey, Puebla, Teotihuacan, Chichén Itzá, Mitla, Tula, el Popocatépetl y otros paisajes naturales son algunas de las imágenes que conserva este fondo que funciona como una valiosa herramienta de consulta para ingenieros civiles, topógrafos, historiadores, arquitectos, urbanistas y geógrafos.

Esas imágenes, dice en entrevista Bernardo Quintana, presidente del Consejo de Administración de Empresas ICA y de Fundación ICA, cubren aproximadamente 70% del territorio nacional, por lo que "constituyen un testimonio único del patrimonio mexicano y forman parte de la historia de la técnica aerofotográfica en el mundo".

Por eso, añade, aunque Fundación ICA ha recibido en dos ocasiones ofertas de parte de universidades estadounidenses para adquirir el acervo, se ha hecho el esfuerzo de conservarlo y divulgarlo. "Casi es una obligación cuando uno sabe la importancia que puede tener desde el punto de vista urbanístico, histórico, de referencia para temas ecológicos o del desarrollo de cada una de las partes que están fotografiadas", dice.

Labores de protección

El acervo, que se encuentra resguardado en un edificio de la colonia Nápoles, se divide en tres tipos de fotografías: las verticales, que son aquellas donde la toma fotográfica se encuentra completamente paralela con el plano terrestre; las oblicuas, donde las tomas dan un ángulo con la horizontal del suelo; y los mosaicos, que se realizaban para la elaboración de cartografías, proyectos topográficos, trazos de puentes y carreteras.

Por esas características particulares, la labor para su conservación es ardua, comenta Ana María Ruiz Vilá, directora de Fundación ICA, quien tiene a su cargo el equipo que trabaja en el resguardo, digitalización y divulgación de dicho acervo: "Realmente es un trabajo artesanal porque el material debe estar a una temperatura adecuada, está hecho a base de nitrato de plata y las micas van perdiendo brillo y contraste con el paso del tiempo". Además, al ser rollos largos, de grandes dimensiones y con información topográfica precisa, la limpieza de los negativos tiene que ser minuciosa.

Así, mientras una parte del personal se dedica a la clasificación de este vasto acervo, algunos trabajan en la limpieza y conservación, y otros tienen a su cargo la digitalización de las imágenes.

Hasta ahora, comenta Ruiz Vilá, se ha digitalizado 15% del archivo. Pero, a la par se trabaja en la digitalización de los materiales solicitados para proyectos especiales. "Se está haciendo a demanda porque hay proyectos con la CONABIO, el Conacyt. Tenemos todavía un trabajo grande por hacer", dice.

Consciente de la responsabilidad que la Fundación adquiere al ser incluida en ese registro de la UNESCO, Ruiz Vilá comenta que una de las metas es lograr que la mayor parte del acervo pueda ser accesible a investigadores y público interesado, a través de su página web (www.ica.com.mx), en donde ya es posible ver una muestra de las imágenes digitalizadas.