Para levantarse de la "mala racha" que ha tenido en los últimos años, el Festival Centro Histórico México requiere de mayores recursos y difusión; así como de rescatar la mística con la que fue creado, consideró el flautista mexicano Horacio Franco.

Considerado por la crítica como uno de los mejores flautistas de pico del mundo, el también director de orquesta reconoció que además del tema económico que se necesita enderezar tendría que haber programación más atractiva y menos experimental.

Entrevistado previo a un recital que ofreció anoche en el Templo Nuestra Señora del Pilar "La Enseñanza" en el Centro Histórico de esta capital, Franco agregó que, no obstante, es un placer participar en esta edición, "porque es uno de los festivales con mayor trayectoria en México".

Acompañado por Santiago Álvarez, en el clavecín, y Asaf Kolerstein, en el violonchelo, los músicos recordaron a una de las figuras más relevantes de la historia de la música: Antonio Vivaldi (1678-1741) al interpretar Sonatas Del Opus. II.

A decir del flautista, se trata de una pieza que es fruto de la juventud de Vivaldi.

"Las obras fueron publicadas en 1709, cuando el músico tenía 30 años; un Vivaldi joven, creativo, sólido y con trayecto impresionante, que todavía no publicaba algún concierto, pero se ve su vena como el gran inventor del concierto", dijo.

Para Franco, las obras interpretadas dan cuenta de una música interesante, con una melodía inventiva, "con una gran creatividad y con una manera peculiar de sintetizar los estilos musicales de los cuáles se empapó, pero siempre con una personalidad muy sui generis".

En el marco de las actividades del Festival Centro Histórico México, este trío hizo gala de su talento a público en su mayoría de la tercera edad, quienes disfrutaron de estas espléndidas "Sonatas", editadas en Ámsterdam por Estienne Roger, uno de los más célebres editores de música de su tiempo, en 1709.

Las piezas son un claro ejemplo de la gran inventiva, eficacia expresiva y de recursos técnicos y musicales que el joven Vivaldi mostraba ya en la definición plena de su lenguaje muy personal como compositor.

Cada una de las sonatas del programa se tocaron con diferentes tipos de flautas, provocando diferentes sonoridades por todo el recinto, resultando del agrado de los presentes.

sc