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Ex templo de San Lázaro, en el olvido

Abida Ventura | El Universal
00:20Martes 29 de julio de 2014

En la colonia Emiliano Zapata, de la delegación Venustiano Carranza, se encuentra el Ex Templo de San Lázaro, que formó parte del antiguo Hospital de San Lázaro, construido en el siglo XVI como leprosario. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Desde la esquina de la calle Alarcón y avenida Ferrocarril de Cintura se alcanza a ver su cúpula casi en ruinas. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Los vestigios de ese templo colonial permanecen abandonados y en ruinas, rodeados de locales comerciales, un templo evangélico, un seminario teológico, oficinas y otros espacios dedicados a diversas actividades. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Las huellas del paso del tiempo, del abandono y las modificaciones ajenas a su construcción original, están visibles en cada rincón del edificio. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Una antigua placa de la Dirección de monumentos coloniales y de la república indica que en ese lugar Hernán Cortés estableció el fuerte de las Ataranzas, en 1522. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Al cruzar la entrada, yace un montón de piedras y escombros de lo que fue el coro de la iglesia. Es la escena del último derrumbe que se registró en el interior. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Entre vegetación, goteras, el revoloteo de las palomas, un panal de abejas y diversos elementos arquitectónicos de la época colonial resaltan las huellas de cuando ese espacio funcionó como bodega para todo tipo de mercancías, como fábrica de hielos y hasta vivienda para unas 4oo familias que, hace unos ocho años, invadieron el sitio y construyeron tapancos, casas de lámina y madera. Juan Boites / EL UNIVERSAL

De acuerdo con el INAH, el inmueble fue declarado como monumento histórico desde el 9 de febrero de 1931 por determinación de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Además se encuentra dentro del perímetro "B" de protección de la Zona de Monumentos Históricos del Centro Histórico de la Ciudad de México, pero al estar dentro de una propiedad privada, el propietario es quien tiene la responsabilidad de llevar a cabo y sufragar los costos para su mantenimiento. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Data del siglo XVI y fue parte del antiguo Hospital de San Lzaro. En la actualidad pertenece a la a

CONSTRUCCIÓN. Data del siglo XVI y fue parte del antiguo Hospital de San Lázaro. En la actualidad pertenece a la asociación religiosa pentecostal . (Foto: JUAN BOITES / EL UNIVERSAL )

De la edificación de 1522 queda parte de la cúpula, fachada y cajón. No existe proyecto de rescate

abida.ventura@eluniversal.com.mx

Desde la esquina de la calle Alarcón y avenida Ferrocarril de Cintura, en la colonia Emiliano Zapata, de la delegación Venustiano Carranza, se alcanza a observar una cúpula casi en ruinas, invadida por la vegetación.

El acceso directo a cualquier curioso o paseante por la zona es restringido. Para visitar los vestigios del ex templo de San Lázaro, que formó parte del antiguo Hospital de San Lázaro, construido en el siglo XVI como leprosario en el extremo oriente de la ciudad junto al albarradón que contenía y regulaba las aguas del Lago de Texcoco, hay que solicitar permiso al administrador del predio, quien pide un oficio donde se le notifique las intenciones de la visita.

"El comité dictaminará si es posible y cuándo, pues no podemos permitir el acceso a cualquiera porque es un predio privado", advierte Carlos Pérez, encargado de administrar esa manzana que pertenece a la asociación religiosa Asambleas de Dios. Y es que, desde 1949, este recinto religioso donde se gestó la devoción a la Virgen de la Bala -la patrona de los matrimonios, abogada de las mujeres embarazadas y protectora de quienes corren el riesgo de ser alcanzados por municiones asesinas- quedó en medio del predio que adquirió esta denominación pentecostal.

Hoy, los vestigios de ese templo colonial permanecen abandonados y en ruinas, rodeados de locales comerciales, un templo evangélico, un seminario teológico, oficinas y otros espacios dedicados a las actividades de esta asociación. Pero ese abandono, señala Carlos Pérez, durante un recorrido por el espacio, no es reciente. "Creemos que, por lo menos, desde hace un siglo no se hace nada por recuperarlo", comenta.

Las huellas del paso del tiempo, del abandono y las modificaciones ajenas a su construcción original, están visibles en cada rincón del edificio.

La portada principal del recinto y una antigua placa de la Dirección de monumentos coloniales y de la república, que indica que en ese lugar Hernán Cortés estableció el fuerte de las Atarazanas, en 1522, lucen dañados. Al cruzar la entrada, yace un montón de piedras y escombros de lo que fue el coro de la iglesia. Es la escena del último derrumbe que se registró en el interior.

"Los del INAH nos han dicho que no toquemos nada de eso porque, para una restauración, habría que estudiar los materiales originales", indica Pérez.

Entre vegetación, goteras, el revoloteo de las palomas, un panal de abejas y diversos elementos arquitectónicos de la época colonial resaltan las huellas de cuando ese espacio funcionó como bodega para todo tipo de mercancías, como fábrica de hielos y hasta vivienda para unas 400 familias que, hace unos ocho años, invadieron el sitio y construyeron tapancos, casas de lámina y madera.

Debajo de la cúpula, incluso, sobreviven los vestigios de dos pequeños cuartos que, según Pérez, funcionaban como una tienda de abarrotes. "Construyeron como una pequeña ciudad adentro".

Por la falta de mantenimiento, ocupaciones e intemperismo, el edificio presenta graves daños estructurales y de su edificación original se conservan sólo algunos elementos arquitectónicos. Pero justo por esas condiciones atrae la atención de historiadores y arquitectos, que se han acercado con la intención de reconstruir su historia; así como la de productores que han solicitado permisos para grabar programas de televisión o videoclips, como el que en 1995 los Rolling Stones habrían filmado en su interior, durante una visita que realizaron a nuestro país.

Sin esperanza de rescate

La organización religiosa, explica Pérez, tiene claro el valor histórico del monumento y desea recuperarlo para convertirlo en un espacio funcional, abierto al público. El problema, dice, es el presupuesto que implica recuperar un inmueble de esa naturaleza: "Hemos buscado hacer algo con apoyo del gobierno del DF o de la delegación pero dicen que no tienen presupuesto. No lo usamos para nada, permitimos el acceso a la gente que quiere visitarlo o sacar fotografías pero con ciertos trámites porque es una propiedad privada. Si hubiera los recursos necesarios para restaurarla, nos gustaría tener una biblioteca o un espacio artístico para aprovechar la arquitectura y hacerlo un lugar visitable. El problema es el dinero; las autoridades dicen que no pueden y nosotros tampoco tenemos el presupuesto", señala.

Cada dos meses, cuenta el administrador, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza una visita de inspección, hace observaciones de los daños y recomendaciones, pero hasta ahora no hay un proyecto en conjunto para recuperarlo.

Según el instituto, el inmueble fue declarado como monumento histórico por determinación de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, desde el 9 de febrero de 1931, además de que se encuentra dentro del perímetro "B" de protección de la Zona de Monumentos Históricos del Centro Histórico de la Ciudad de México, pero al estar dentro de una propiedad privada, "el propietario de un inmueble que es monumento histórico es quien tiene la responsabilidad de llevar a cabo y sufragar los costos para su mantenimiento y conservación, y para ello se requiere obtener previamente la autorización del INAH".

En respuesta a una solicitud de información sobre la vigilancia que el INAH tiene sobre este recinto, asegura que en atención a una denuncia, en julio del año pasado se realizó una visita de inspección al inmueble y en términos generales "se encontró que el inmueble presentaba muy mal estado de conservación derivado de la falta de mantenimiento, intemperismo y los asentamientos propios del subsuelo de esa zona".

Durante dicho procedimiento, indica, se suspendieron las obras que se llevaban a cabo en el monumento histórico y se requirió al propietario llevar a cabo las gestiones para regularizar su obra y realizar las acciones necesarias para el mantenimiento, consolidación y conservación del inmueble.



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