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El zoológico de Moctezuma no es un mito

Abida ventura| El Universal
05:00Lunes 08 de diciembre de 2014

La ofrenda 126 fue descubierta en 2009 y ha sido considerada como el depósito ritual más rico en cuanto a materiales biológicos. Cortesía Templo Mayor

De los 9 mil huesos hallados, la mayoría corresponde a restos de lobos, especie poco estudiada dentro del pensamiento mexica porque no existen mayores referencias en las fuentes históricas. Cortesía Templo Mayor

Nunca antes se habían identificado tantos ejemplares de esta especie. Tan sólo en esta ofrenda 126, existen por lo menos unos 20 lobos de todas las edades. Cortesía Templo Mayor

Estos lobos podrían formar parte del llamado zoológico de Moctezuma, un espacio donde habitaban una gran variedad de animales, considerados sagrados. Cortesía Templo Mayor

Una de las siguientes fases de este estudio será evaluar el vínculo que los lobos tenían con Huehuecóyotl, el coyote viejo, que en la mitología mexica es considerado como una deidad transgresora, guerrera y lúdica. Cortesía Templo Mayor

En el espacio conocido como

HALLAZGO. En el espacio conocido como "la casa de las fieras" se recuperaron restos de animales. En la imagen, el esqueleto de un lobo. (Foto: CORTESÍA PROYECTO TEMPLO MAYOR )

En excavaciones en el Templo Mayor se han recuperado miles de huesos de animales usados en ofrendas; destaca la presencia de lobos

abida.ventura@eluniversal.com.mx

Entre las ricas ofrendas que los arqueólogos del Proyecto Templo Mayor (PTM) han descubierto en el predio de las Ajaracas, donde en 2006 se descubrió el monolito de la Tlaltecuhtli, destaca un deposito ritual que contenía, entre otros materiales, 9 mil huesos de animales. Esa ofrenda, la número 126, fue descubierta en 2009 y ha sido considerada como el depósito ritual más rico en cuanto a materiales biológicos.

Hasta ahora, solo se ha logrado identificar 20% de esos restos óseos, pero para sorpresa del grupo de especialistas que colaboran en este proyecto encabezado por el arqueólogo Leonardo López Luján, la mayoría de ellos corresponden a huesos de lobos, una especie que ha sido poco estudiada dentro del pensamiento mexica porque no existen mayores referencias en las fuentes históricas.

Aunque ya desde 1978, cuando comenzaron las excavaciones en Templo Mayor, se descubrieron restos de este cánido, algunos de ellos perfectamente ataviados con orejeras de turquesa, collares de cuentas de piedra verde o pulseras de cascabeles de oro, nunca antes se habían identificado tantos ejemplares. La arqueóloga Ximena Chávez Balderas, quien se ha dedicado a estudiar los rituales funerarios en el recinto sagrado de los mexicas y actualmente realiza una investigación en torno a la importancia de estos cánidos, asegura que tan sólo en esta ofrenda 126, existen por lo menos unos 20 lobos de todas las edades.

Destaca, por ejemplo, la existencia de una camada de cinco crías que posiblemente murieron por alguna enfermedad respiratoria cuando tenían seis semanas de edad. En otra ofrenda, la 125, se descubrió una loba longeva que padeció artritis y displasia severa, lo cual significa que requirió de cuidado humano para sobrevivir tantos años.

Estos datos sobre la reproducción de animales en cautiverio y las evidencias sobre el cuidado humano indican que estos lobos podrían formar parte del llamado zoológico de Moctezuma, un espacio donde habitaban una gran variedad de animales, aves también, que eran utilizados para sacrificios o como fuente de materia prima.

Chávez Balderas, quien actualmente realiza un doctorado en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, explica que las fuentes históricas indican que en el recinto sagrado de Tenochtitlan habían dos espacios para los animales: “la casa de las aves”, donde estaban especies lacustres, y “la casa de las fieras”, en donde estarían los lobos, pumas, jaguares y aves rapaces. Hasta ahora ese espacio no se ha localizado físicamente, pero una investigación que lleva acabo el arqueólogo Israel Elizalde sugiere que posiblemente se ubicaba muy cerca de donde ahora se encuentra el Palacio Nacional.

Animales sagrados. Este espacio, explica Chávez Balderas, estaba muy alejado de la concepción actual de un zoológico, pues no era un lugar diseñado para el disfrute o esparcimiento del gobernante, tampoco era un reservorio de especies en peligro de extinción. “Más bien era una casa donde se encontraban animales sagrados. No era propiamente un parque de diversiones, sino un espacio ritual en donde se cuidaban y albergaban seres vinculados con los dioses”.

La también especialista en estudios de antropología y de ADN destaca que el hallazgo de estos lobos ha sido una de las grandes sorpresas que les ha dado las excavaciones de la séptima temporada del Proyecto Templo Mayor, que comenzó desde 2007, porque hasta ahora no existían referencias sobre la importancia ritual que esta especie tenía para los mexicas. “No aparecen tan representados o no están mencionados en las fuentes escritas, y lo que estamos viendo ahora es que en realidad, el lobo tenía una importancia ritual enorme”, sostiene.

En las fuentes documentales, como los códices, generalmente aparecen representados coyotes, pero hasta ahora no se han encontrado evidencias de ese animal en los rituales de Templo Mayor, por lo que la arqueóloga considera que en realidad algunas de esas representaciones podrían ser de lobos. “He platicado con muchos biólogos sobre las representaciones y dicen que morfológicamente algunas parecen más bien lobos, entonces pienso que los investigadores hemos interpretado todas esas representaciones como coyotes, cuando en realidad algunas pueden corresponder a lobos”, comenta.

La investigadora asegura que además de continuar con los estudios antropológicos y biológicos de estos ejemplares, una de las siguientes fases de este estudio será evaluar el vínculo que los lobos tenían con Huehuecóyotl, el coyote viejo, que en la mitología mexica es considerado como una deidad transgresora, guerrera y lúdica.

En el proyecto también colabora el especialista en genética de cánidos Robert Wayne, de la Universidad de California en Los Ángeles, quien a través de estudios de ADN ha identificado a algunos de los esqueletos como ejemplares de lobo mexicano, ahora una especie en peligro de extinción. Así, otro de los propósitos de la investigación es aportar información genética de las poblaciones de lobos que había en Templo Mayor a especialistas que buscan salvar el lobo mexicano, como la veterinaria Xóchitl Ramos Magaña, del Zoológico de Chapultepec, y el biólogo Jorge Servín, de UAM-Xochimilco.

jram



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