El Caballito, en manos de la ciencia
DAÑOS. Las afectaciones a la pieza son evidentes en su superficie, sin embargo ahora es analizada totalmente . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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Desde hace dos semanas, un grupo de especialistas de diversas disciplinas comenzó a examinar a detalle los deterioros que en 2013 sufrió la escultura ecuestre de El Caballito por un mal trabajo de restauración. Ese minucioso diagnóstico, que será la base para la elaboración del futuro proyecto de restauración, es posible gracias a la utilización de equipos de vanguardia, que en México nunca antes se habían utilizado en un estudio de este tipo.
Esos trabajos de análisis, que se describen en el denominado "Proyecto de Investigación Científica para la Conservación y restauración de la escultura ecuestre de Carlos IV y su pedestal", aprobado por el INAH, incluyen desde un levantamiento arquitectónico y un registro de la superficie con escáner láser que permitirá reconstruir digitalmente el monumento, hasta el uso de microscopios de última generación, Rayos X, luz infrarroja y analizador de metales por fluorescencia para visualizar a detalle la composición de la pieza, sus deterioros y hasta las condiciones de estabilidad en el sitio donde ahora se ubica, en la Plaza Tolsá.
"En México, hasta donde se sabe, es la primera vez que se interviene una escultura con estas técnicas y con la metodologías de análisis de integridad, que se han usado en la industria desde hace más de 30 años para determinar la aptitud para el servicio", comenta el ingeniero Jorge Luis González Velázquez, del departamento de Ingeniería metalúrgica y Materiales del Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuya participación en el proyecto consiste en el estudio de las condiciones estructurales y metalúrgicas de la escultura, empleando técnicas de inspección no destructivas que normalmente se emplean en el diagnóstico de integridad de equipos industriales, maquinaria y estructuras.
Con estos análisis, explica el especialista en metalurgia mecánica, se evaluará la resistencia de la escultura a las cargas de viento, sismo o cargas accidentales, con lo cual se determinará "las acciones correctivas a realizar para dar a la escultura la resistencia suficiente para soportar las condiciones de ambiente en que se encuentra, incluso superando la resistencia original".
Entre los principales equipos que se utilizarán para este estudio están: un detector de fallas por ultrasonido de arreglo de fases, un tubo de Rayos X digital computarizado, una cámara termográfica infrarroja, un analizador de metales por fluorescencia y un metaloscopio de campo. Según González Velázquez, en el campo del patrimonio cultural, estas herramientas de inspección no destructivas hasta ahora sólo se han empleado para estudios en laboratorio de obras de arte.
"La radiografía se emplea regularmente para estudiar pinturas al óleo y los analizadores de metales se emplean extensamente para determinar la composición química de los materiales de fabricación de obras de arte y monumentos, pero al menos en México, será la primera vez que se emplean en sitio y no en laboratorio", explica.
Estos estudios estructurales y metalúrgicos están planeados para realizarse durante la segunda semana de mayo. Hasta ahora, según Inti Muñoz, director del Fideicomiso del Centro Histórico, desde que comenzó el diagnóstico se ha logrado avanzar en el levantamiento arquitectónico, en el escaneo en 3D y en los estudios con georradar.
El proyecto de diagnóstico, que reúne a expertos del Instituto de Investigaciones Nucleares, del IPN, de la UNAM, de la UAM y de la Universidad La Salle, se prevé que dure tres meses y enseguida se dará paso a la creación de un proyecto de restauración.
Procesos
Según el documento que describe el proyecto de diagnóstico, que fue publicado el pasado viernes en la página de transparencia del Gobierno del DF, ese escaneo con tecnología tridimensional por barrido óptico permitirá reconstruir digitalmente la pieza que Manuel Tolsá realizó en el siglo XVIII. Para este registro se requirió la colocación de un andamio más grande, ya que el paso del escáner láser por toda la superficie se hizo a una distancia de no menos de tres metros de la pieza.
Con la prospección con georradar, a cargo del doctor Luis Barba, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, se busca evaluar la estabilidad del monumento. Con este equipo, que en los últimos años ha sido una herramienta eficaz en las excavaciones arqueológicas, se podrá detectar si existen asentamientos diferenciales que comprometan la estabilidad de la obra, como podría ser el caso de la Línea 2 del Metro que circula debajo de la calle de Tacuba.
Además de esos estudios físicos y químicos, el proyecto incluye una investigación historiográfica que ayudará a contextualizar el monumento en la historia de México, además de proporcionar información sobre los cambios y alteraciones que ha sufrido desde su creación.
Para la elaboración de este proyecto de diagnóstico, que tiene como responsable al restaurador Mauricio Jiménez, el Fideicomiso del Centro Histórico, requirió la asesoría de tres especialistas en conservación de monumentos históricos: el restaurador Agustín Espinosa Chávez, el arquitecto Marco Aurelio Maza y el ingeniero Luis Torres Montes. Este último, desde que se dio a conocer los graves daños que el ácido nítrico había causado en la escultura, sugirió la necesidad de conformar un equipo de especialistas para analizar la pieza. Con eso, sostiene, se pondría una piedra de tope en el ámbito de la restauración de monumentos, tanto en México, como en América Latina, ya que las autoridades o políticos encargados en la conservación del patrimonio podrán ver que la intervención de una pieza histórica requiere de manos expertas y de la conformación de un comité especializado.
Para la restauradora Lucía Ruanova, representante del grupo "El Caballito, Conservación" -fundado por el fallecido historiador Guillermo Tovar de Teresa y que con sus denuncias logró detener el mal proceso de restauración al que fue sometido la escultura-, la conformación de un equipo de especialistas y el uso de tecnologías de vanguardia para el análisis de la pieza es absolutamente necesaria. "Es totalmente novedoso en México y es una vergüenza que hasta ahora que nos dimos cuenta hagan algo. Eso debieron hacerlo desde el inicio", comenta.
Comenta que este caso debería funcionar como una lección para todos, incluso para las escuelas e instituciones encargadas de la conservación de monumentos. "Ojalá sirva y quede un manual obligatorio de aquí en adelante", dice.