Tambuco, las repercusiones de dos décadas
AGRUPACIÓN. Su carácter de asociación civil los ha llevado a la internacionalización . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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Cuando el influyente crítico musical estadounidense Bernard Holland, por casi 30 años colaborador de The New York Times, escuchó a Tambuco. Ensamble de Percusiones de México, interpretar Xochipilli, una música azteca imaginaria, de Carlos Chávez, escribió que tuvo una “sensación de pulcritud”.
No sólo el prestigioso diario se ha ocupado del trabajo de los músicos, también The Washington Post, Los Ángeles Times y diversas revistas especializadas como la británica Gramophone, en donde calificaron a los percusionistas como unos camaleones con una fascinante creatividad. Además, la prensa nacional también ha aquilatado el trabajo de la agrupación que celebra sus 20 años de trayectoria.
Mañana, Tambuco, integrado Ricardo Gallardo, Alfredo Bringas, Miguel González y Raúl Tudón, ofrecerá un concierto celebratorio en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes a las 17:00 horas con un programa que incluirá obras de Mario Lavista, Héctor Infanzón, Jorge Camiragua, Tomoko Moniyama, entre otros.
En dos décadas, más allá del reconocimiento internacional, las aportaciones más importantes de Tambuco han sido colocar a las percusiones en la escena musical de México tocando obras que van de 1930 —año en el que se estrena la primera obra para estos instrumentos— a la fecha, distintos autores extranjeros, como John Cage y James Wood, y nacionales como Marcela Rodríguez, Mario Lavista, Gabriela Ortiz, Héctor Infanzón, entre muchos otros, quienes provienen de distintos géneros, escuelas y estructuras estéticas y sonoras.
Gallardo, líder de Tambuco, considera que una de las más importantes aportaciones a la escena musical mexicana ha sido presentar partituras de compositores nacionales e internacionales al grado de conseguir que las percusiones sean instrumentos familiares para el público mexicano. “Hemos colaborado en el desarrollo, en la calidad y cantidad de público que asiste a ver a Tambuco y en el de futuras generaciones de percusionistas”, explica.
Su osadía ha ido más allá, desde su origen, en 1993, han sido una agrupación autogestiva al conformarse como una asociación civil, una decisión que les ha permitido libertad —porque, dice Gallardo, no están “atados a las políticas institucionales”— y una internacionalización que los ha llevado a Europa, Asia y Latinoamérica.
El trabajo de Tambuco lo ha definido el propio Gallardo como “una Torre de Babel en la que los bongós, teponaxtlis o güiros de Latinoamérica se mezclan con gongs asiáticos, mientras tambores africanos contrapuntean a teclados europeos, todos entrelazando frases musicales que al final no son ni latinas ni asiáticas ni africanas ni europeas”.
Y es verdad, Tambuco, nombre tomado de una de las obras de Carlos Chávez, es renuente a la etiqueta, por ello sus exploraciones han cambiado la forma de percibir el sonido de las percusiones, y han integrado a su repertorio obras con objetos cotidianos como botellas y lápices y el cuerpo mismo.
Pioneros de las percusiones
La compositora Gabriela Ortiz, recientemente nominada al Grammy Latino por su Elegía, obra para cuatro sopranos y ensamble instrumental incluida en el disco Aroma foliado, del Southwest Chamber Music, considera que Tambuco —que también ha sido nominado en cuatro ocasiones al Grammy— es pionero de las percusiones en México.
“Antes de Tambuco existía la Orquesta de Percusiones de la UNAM, pero son ellos quienes logran consolidar un repertorio nuevo en este país escrito para esta dotación tan rica como son las percusiones. Su labor ha sido fundamental, se convirtieron en un parteaguas y abrieron brecha para los compositores. Hoy se puede hablar de una escuela de percusión en México y se lo debemos a ellos”, dice Ortiz.
Los terrenos de los políglotas de la música en México, como también le gusta a Gallardo que sean reconocidos por su versatilidad, se han extendido también a otras disciplinas como la danza, en la obra Cuadernos de viaje, de la compañía Delfos; se unieron a Mario Lavista, y ofrecieron una obra en la que la danza y la músico se reencontraron para crear una obra total. Así, hoy los padres de las nuevas generaciones celebran dos décadas golpe a golpe.