Neruda hizo de México su otro país
ENCUENTRO. Pablo Neruda (al centro) acompañado por Rubén Azócar, Antonio Roco, Lola Falcon, Polí Délano, Delia del Carril entre otros, en el aeropuerto de Santiago, para despedir al poeta cuando iba a viajar a México como Cónsul General. (Foto: ESPECIAL )
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No hay un solo momento en que los estudiosos y seguidores fieles del poeta chileno Pablo Neruda no se planteen la convicción de que el Premio Nobel de Literatura 1971 debió haber muerto en México. Las pruebas que han ido reuniendo a lo largo de los años les dan la razón: un avión mexicano esperaba a Neruda para trasladarlo de Santiago a la ciudad de México y aquí recibiría atención en el Instituto Nacional de Cancerología. Si no hubiera postergado un día la fecha del vuelo, hubiera llegado vivo a México. Pero tampoco en esta historia, el hubiera no existe.
A 40 años de la muerte del autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que se cumplen hoy, a 12 días de las cuatro décadas del golpe militar de Augusto Pinochet al presidente Salvador Allende, sus estudiosos saben que si Neruda hubiera tomado el avión que lo traería asilado a México, como estaba previsto a invitación del presidente de entonces, Luis Echeverría por intersección del embajador de México en Chile Gonzalo Martínez Corbalá, otra historia hubiera vivido el poeta en este país al que tanto amó, con el cual tenía una estrecha relación y que siempre lo recibió de brazos abiertos.
"Debió haber muerto aquí, debió haber muerto en el INCan, en Cancerología, y la capilla ardiente debió haber sido en Bellas Artes; claro, que más político que muriera en medio de la dictadura y que la gente desafiara a Pinochet cantando La Internacional, y recitando sus poemas; pero México era su destino final y quedó frustrado", afirma Mario Casasús, periodista mexicano y corresponsal para El Clarín de Chile, quien ha dedicado 10 años a investigar los últimos cuatro años de vida del autor de Canto general.
Casasús asegura a EL UNIVERSAL que la relación más estrecha de Neruda con el mundo sigue siendo México; lo confirma el historiador y diplomático chileno Abraham Quezada, el estudioso más importante de los epistolarios de Neruda; y también lo saben el mexicano Rafael Vargas, que documenta la relación de Neruda con México -a través de escritores como Juan Rulfo, José Revueltas, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Efraín Huerta, Andrés Henestrosa, Juan de la Cabada y Eduardo Lizalde-, y el abogado chileno Eduardo Contreras, que lleva la querella para el esclarecimiento de la muerte de Pablo Neruda.
Todos coinciden en la relación tan estrecha de Neruda con México, país en el que vivió durante dos periodos: de agosto del 40 a agosto del 43; y a finales de 1949 cuando participó en el Congreso Internacional de la Paz y pudo leer una oración fúnebre en el sepelio de José Clemente Orozco. De haber llegado a México en 1973, hubiera sido su tercer visita a esta nación donde escribió su Canto general.
Vargas, estudioso de la obra y vida del poeta chileno, asegura: "Echeverría estaba muy informado de la situación de Neruda, incluso de una manera tan sorprendente que supo antes que el propio personal de la embajada que Neruda estaba mal, eso lo ha contado Gonzalo Martínez Corbalá; fue Echeverría quien llamó a Martínez Corbalá para decirle ‘oiga, hágase cargo de Neruda, invítelo a venir a México como un huésped distinguido de nuestro país' ya que Neruda no iba a querer salir como exiliado. Y Martínez Corbalá naturalmente transmitió de inmediato la invitación, Neruda la aceptó y todo apunta a que ya estaba en el umbral de venir. Gonzalo Martínez Corbalá llegó a casa por él y le dijo ‘Don Pablo, todo está listo para salir', Neruda le respondió: ‘Mire señor embajador prefiero salir el lunes'; ya nunca salió el lunes, murió el martes 23 de septiembre".
Exequátur 24 a Neruda
El 2 de septiembre de 1940, Lázaro Cárdenas, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, le concedió a Neftalí Ricardo Reyes el Exequátur número 24 "para que pueda ejercer las funciones de Cónsul General de Carrera de la República de Chile en México con jurisdicción en toda la República Mexicana".
El documento con la rúbrica de Cárdenas refrendado por Eduardo Hay, secretario de Relaciones Exteriores, está en poder del Archivo Histórico Diplomático Mexicano de esa Secretaría, es uno de los tres expedientes de Neftalí Ricardo Reyes, nombre de Pablo Neruda; también se encuentra allí, la carta donde se cancela el Exequátur 24, con fecha 12 de julio de 1944, expedido por el Poder Ejecutivo, a razón de la petición de la Embajada de Chile en México, a través de misiva fechada el 4 de junio de 1944, que informa que "El señor Ricardo Reyes regresó a Chile hace varios meses", firmada por el embajador Óscar Schnake y dirigida al secretario de Relaciones Exteriores de México, Ezequiel Padilla.
El exequátur, documento que autoriza a los extranjeros ejercer las funciones propias de sus cargos en un país, sirvió a Neruda entre 1940 y 1943, en esos años como Cónsul General de Chile en México, el poeta conoció el país y le inspiró algunos poemas.
Se relacionó con José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Tina Modotti, y se casó en Tetecala, Morelos con la pintora argentina Delia del Carril, el 2 de julio de 1943, como consta en el acta de matrimonio hallada por el periodista Mario Casasús.
Éste asegura que el vínculo mexicano es permanente de principio a fin. "Rafa Vargas hace poco me decía: ‘te habías dado cuenta que al primer gran amor de Neruda, Albertina Azócar, a la que escribió Veinte poemas de amor y una canción desesperada, le envío una carta donde le dice ‘hijita vamos vivir a México ahora que terminó la Revolución'; desde jovencito tenía la intención de venir a México".
El historiador chileno Abraham Quezada asegura a EL UNIVERSAL, que una primera noticia del interés de Neruda por ir a México es una carta de Gabriela Mistral de abril de 1924 en donde señala el interés del joven poeta por marcharse a esas tierras. "Posteriormente, en enero del 1940, cuando se prepara para irse destinado a México, es entrevistado en Santiago sobre su próximo destino consular y señala muy contento: ‘Estoy feliz, amo a México, gran país, gran democracia, tierra de poetas, de luchadores, de hombres embebidos en una construcción permanente'. Luego de su intensa estadía en tierras aztecas de tres años emprendió el regreso a Chile".
El estudioso del epistolario de Neruda con Jorge Edwards, Gabriela Mistral, Claudio Véliz y Jorge Carrera Andrade, y que está por terminar el espistolario Neruda-Allende, asegura que en México él creó importantes vínculos con escritores, intelectuales y políticos mexicanos, lo cual se reflejó en la activa correspondencia que mantuvo con otros como Siqueiros, Rivera, Cárdenas, Enrique Diez Canedo, Lombardo Toledano y César Martino.
Ninguno de sus admiradores y estudiosos saben o han encontrado una carta donde Neruda hable de su viaje a México, pero están los testimonios puntuales. No eran días para correspondencia, el Golpe de Estado en Chile, la muerte de Allende y la violencia le impidieron dejar más testimonio; el tiempo sólo le alcanzó para corregir el capítulo final de sus memorias, donde denigra de la asonada militar y destaca la heroica figura del Presidente Allende.