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Narradores orales, el poder de la palabra

Yanet Aguilar Sosa | El Universal
11:00Sábado 20 de julio de 2013
Corbett, Sabio, Mndez y Trejo son otros cuando narran sus historias, se apropian del escenario e in

JUGLARES CONTEMPORÁNEOS. Corbett, Sabio, Méndez y Trejo son otros cuando narran sus historias, se apropian del escenario e invocan a la imaginación. (Foto: ADRIÁN HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )

Cuatro expertos hablan de su experiencia como contadores de historias y el desafío ante la tecnología

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Ya no hay hogueras que alumbren sus relatos y sin embargo con las historias que cuentan los narradores orales siguen haciendo crepitar el alma y la imaginación de quienes los escuchan, tal vez porque la narración oral es un instrumento de comunicación infalible; cuando uno de esos juglares contemporáneos se planta sobre el escenario establece una comunicación afectiva como la que sostienen los lectores con sus libros.

Mantener su oficio no es fácil pero es fundamental; los narradores orales enfrentan los distractores que tienen las sociedades contemporáneas tan audiovisuales: TV, video juegos, computadoras, iPads, iPods y demás tecnología; desafían el tiempo, son seres modernos que ejercen un oficio ancestral, son la encarnación de los juglares, de los contadores de historias que seducían a seres boquiabiertos al calor de las fogatas.

Y es que los narradores orales saben que son el instrumento que le da voz a los libros y por ello es un oficio cercano a la literatura. "Somos las páginas del libro y el niño, el joven, el adulto, hace el mismo ejercicio que en la literatura, a partir de las palabras imagina las historias y las recrea; el público a partir de los narradores orales, de sus voces, sus acentos, su gestualidad, hace que el cuento también aparezca", señala Armando Trejo, director del Foro Internacional de Narración Oral que organiza el Festival Internacional de Narración Oral "Cuéntalee".

En el marco de ese encuentro que cumplirá 24 años, se reúnen más de una treintena de narradores orales de México, Argentina, Colombia, Cuba, Francia y Panamá.

Cuatro de esos narradores orales: la argentina Marcela Sabio, el panameño Rubén Corbett, el cubano Aldo Méndez y el mexicano Armando Trejo reflexionan sobre los retos de los narradores orales en los tiempos modernos, sobre cómo han enfrentado distractores como la computadora, la TV y los videojuegos, en una época en la que hay más niños y jóvenes en los cibercafés que en las bibliotecas.

"Sí, somos seres modernos, pero la voz no es moderna y nuestra voz viene de un camino esencial, de un único camino, es la voz de Panamá, Argentina, México y Cuba, en esas voces hay un alma común que es el alma de lo humano, de la necesidad de relación, de la necesidad de compartir, de reinventar lo cotidiano para que trascienda o de inventar el futuro para llegar a él sin demasiados miedos. Sí, somos modernos, pero pertenecemos a una estirpe, a una raza global que es la raza humana, de alguna manera es lo que nos sostiene y lo que hace que en esta época caótica aún le destapes la oreja a la gente y le llegas al alma", señala Aldo Méndez.

El escritor cubano asegura que cuando ellos, con su voz, llegan al alma de quienes los escuchan, reviven esa llamita de la abuela, la maestra, el vecino o el recuerdo de alguien que les contó una historia. "Ese es el camino que caminamos, intentamos mejorarlo, musicarlo, enriquecerlo, hacerlo poesía, pero de alguna manera seguimos contando lo mismo; cuando miras la tradición oral, cuando miras la literatura, si bien la literatura huye de los lugares comunes, nosotros somos el lugar común, por eso podemos articularnos con otros imaginarios porque pertenecemos a un imaginario global".

La voz, el instrumento

Ser narrador oral implica ser lector consumado y, ante todo, apelar a la imaginación de seres que viven en medio de territorios a veces violentos y otros veloces, inmediatos. Su única arma es la palabra, el cuerpo, el gesto, porque los narradores de a de veras no hacen uso de ningún artilugio más que su voz, no hay cascabeles ni plumas ni ropajes; distan mucho del teatro, del clown, del actor; no son un personaje, son los contadores de historias.

La narradora oral y compositora argentina Marcela Sabio tiene muy claro que la palabra es viva porque es materia en constante reinvención y recreación, que es la esencia de este arte.

"Nuestra función es preservar esa palabra de los empobrecimientos que puede haber socialmente en los últimos años para devolverle toda su capacidad poética con la imaginación y la evocación".

Aldo Méndez, narrador cubano, afirma que la narración oral es un juego de intercambio de actitudes, perspectivas, identidades y autenticidades. "De alguna forma nuestro oficio no sólo depende de lo que damos sino también de lo que recibimos y en ese flujo es donde se va construyendo el nexo, se va reinventando la oralidad; estamos llamados más que a promocionar un arte, a generar espacio de creación y comunicación afectiva y ese es el valor que tiene en sí mismo nuestro trabajo".

Son seres que parten en sus historias de la honestidad, la ética y la estética, de saber que el cuento cambia en forma, pero no en fondo.

Rubén Corbett, el narrador oral y médico panameño avecinado en México dice que crece el cuento y también cambia.

"A través de los años he contado cuentos de diferentes autores que los escribieron en los años 80 y que mencionan, por ejemplo, las computadoras de disquetes y ahora lo tenemos que adaptar al iPad o iPod, eso me parece maravilloso, eso sólo se puede hacer con la narración oral; el reinventarse esas historias sin quebrar ni dañar el fondo del autor", dice.

Los narradores saben que a los cuentos y al lenguaje tienen que darles vigencia, porque ha pasado algunas veces que han contado cuentos de la tradicional oral y los jóvenes han dicho "esta historia no me dice nada, hasta me resulta aleccionador que me estén contando esto"; deben tomar en cuanta al público, intuir que los más jóvenes quizás no vivieron en un pueblito ni conocen las circunstancias.

"Debemos entender que a ellos no les tocó lo que a nuestras generaciones, que vivimos sin televisión, computadora o iPad, ¿qué tenemos nosotros qué hacer?, devolverle el gusto por reconocer lo que se contó en otros tiempos desde las tradiciones orales y la literatura, volverla a contar, hacerla cercana; siempre buscamos que nuestro proceso como narrador no sea nunca aleccionador ni moralizante", afirma Armando Trejo.

Rubén Corbett dice: "Cada que cuento siempre le digo a mis espectadores ‘estoy contigo en el cuento, no te dejo ahí sentado'"; Trejo define ese contacto: "Es la diferencia de ser un público espectador a ser un público interlocutor; el espectador es el que está ahí sólo viendo y recibiendo, el interlocutor es el que está respondiendo". Para Sabio "el narrador oral está en función de provocar al otro, a ese interlocutor que va siendo un coinventor de la historia y por eso uno tiene que estar leyendo constantemente al otro".

Méndez concluye por todos sus compañeros: "Tenemos competidores muy fuertes, pero cuando hay un trabajo serio y sostenido, junto con una propuesta ética, contundente, poética y constructiva, la gente viene porque independientemente de que esto es un arte, es un instrumento, es comunicación".

Las reflexiones y posturas ante la narración oral son la base que sustenta las historias que cuentan esos cuatro narradores orales en el escenario. Cada uno da prueba de su talento y sus historias, hablan de la hormiga Clorinda, del por qué son enemigos el grillo y el sapo, de los cuentos que les contó la abuela. Sabio, Corbett, Méndez y Trejo son otros cuando narran sus historias, se apropian del escenario e invocan a la imaginación.



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