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La exposición que nunca fue

Sonia Sierra| El Universal
00:15Martes 03 de septiembre de 2013

El golpe de Estado del 11 septiembre de 1973, en Chile, propició la cancelación de una exposición en el país sudamericano, en el Museo de Bellas Artes en Santiago, que mostraría 169 obras de los tres grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Tanya Guerrero / EL UNIVERSAL

El domingo 16, en un avión donde venían también la viuda de Allende, políticos e intelectuales, muchos de ellos exiliados, el museógrafo mexicano Fernando Gamboa regresó a México con las 169 piezas. Archivo / EL UNIVERSAL

A 40 años de esa historia, se ha buscado en diversas ocasiones hacer una muestra que en Chile y México recupere la anécdota y el contexto de los hechos. (En la imagen, "Cristo destruye su cruz", 1943, de José Clemente Orozco). Cortesía Museo de Arte Carrillo Gil

La muestra no tenía un énfasis temático, sino que pretendía llevar la obra de los tres grandes a esa nación. (En la imagen, "La cucaracha número uno", 1928, de José Clemente Orozco). Cortesía Museo de Arte Carrillo Gil

Para la exposición se llevaron 128 obras de Orozco, 34 de Siqueiros y siete de Rivera. (En la imagen, "Muerte y funerales de Caín", 1947, de David Alfaro Siqueiros). Cortesía Museo de Arte Carrillo Gil

Actualmente, el Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile y el Carrillo Gil buscan retomar la muestra a 40 años del hecho. La intención es que primero se presente en Chile, como recuperando aquella itinerancia, y luego en México. (En la imagen, "Desfile del primero de mayo", 1952, de David Alfaro Siqueiros). Cortesía Museo de Arte Carrillo Gil

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EL 16 DE SEPTIEBRE DE 1973 en un avión llegaban a México la viuda de Allende, políticos e intelectuales, muchos de ellos exiliados, y Gamboa, con las 169 obras. Asó lo registró EL UNIVERSAL un día después . (Foto: ESPECIAL )

En 1973, México llevó a esa nación una exposición de 169 obras de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, que el público nunca pudo ver; Fernando Gamboa y Pablo Neruda fueron los protagonistas de este capítulo

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El lunes 10 de septiembre de 1973, la exposición estaba terminada: las 169 obras de los tres grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, estaban colgadas en las salas de la planta alta del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile; sólo faltaba instalar otras dos muestras: una de mil 500 libros y otra de artesanías mexicanas.

Desde su llegada a Chile el 7 de septiembre de 1973, el museógrafo mexicano Fernando Gamboa se había encargado de todos los detalles de la muestra Pintura mexicana, que provenía de la colección de Alvar Carrillo Gil. La cereza del pastel era un pequeño catálogo con la lista de obra, que abría sus páginas con un texto firmado por Pablo Neruda.

El jueves 13 estaba prevista la inauguración, pero dos días antes, el martes 11, el golpe de Estado derrocó al presidente Salvador Allende e impuso la dictadura militar en Chile. El domingo 16, en un avión donde venían la viuda de Allende, políticos e intelectuales, muchos de ellos exiliados, Gamboa regresó a México con las 169 pinturas, dibujos y litografías. Una de sus mayores preocupaciones era que le ocurriera otra vez lo que vivió en 1948, en Colombia, en medio del Bogotazo, cuando debió lanzarse a rescatar la colección de obras de arte latinoamericano que estaba en el Palacio de las Comunicaciones.

A 40 años de esa historia, se ha buscado en diversas ocasiones hacer una muestra que en Chile y México recupere la anécdota y, por supuesto, el contexto de los hechos. Aunque se había anunciado su inauguración para este septiembre en el 40 aniversario del golpe, al cumplirse 40 años del deceso de Pablo Neruda y al aproximarse las cuatro décadas del Museo de Arte Carrillo Gil, la exhibición, nuevamente, tendrá que esperar; el acuerdo es abrirla en 2014.

Memorias

Pablo Neruda en el catálogo: "Estos tres grandes figurativos trazaron en muro o en tela la figura de una patria, estos tres creadores la recrearon, estos reveladores la revelaron. México les debe figura, creación y revelación. Y México no es tierra de así no más, ni de baile especulativo o virreynal: es trágica grandeza, épica serenata, cadencia del corazón más volcánico de nuestro continente."

Otro de los documentos más valiosos en torno de aquella historia está en la propia voz de Gamboa: una grabación que hizo de cómo transcurrían los hechos cuando se encontraba precisamente en el hotel Carrera, en la Plaza de la Constitución de Santiago, frente de La Moneda.

En la grabación, que conserva la Promotora Gamboa -encabezada por Patricia Gamboa, sobrina del museógrafo- él describe: "La plaza está totalmente ocupada por carabineros y carros blindados, en realidad el peligro son ellos porque tienen el arma apuntando siempre hacia arriba, disparan al menor movimiento que ven en las alturas, apenas creen ver cualquier cosa disparan ráfagas, muchas veces de ametralladora".

A lo largo de ese testimonio se conocen los detalles de la muestra que, explican Vania Rojas, directora del Museo de Arte Carrillo Gil, e Ibarí Ortega, curadora e investigadora del recinto, no tenía un énfasis temático, sino que pretendía llevar la obra de los tres grandes a esa nación. En su testimonio grabado el 12 de septiembre, donde mezcla la información acerca de la muestra con sus impresiones sobre los acontecimientos -"este horrendo magnicidio, el más trágico que registra la historia contemporánea, y desde luego el más espantoso de la historia de nuestro continente"- ahí pues Gamboa detalla el contenido: 128 obras de Orozco, 34 de Siqueiros y siete de Rivera.

La curadora Ibarí Ortega recuerda el contexto: "La exposición entra en el marco de una reunión bilateral de discusión sobre la cooperación cultural que tenían, y de las relaciones de Luis Echeverría con Allende. Neruda había sido cónsul en México, en los años 40, tenía amistad con Siqueiros y Rivera, quienes habían ilustrado unos de sus textos, incluso, en el 41, Siqueiros se fue exiliado y realizó sus murales en Chillán. La relación artística y diplomática estaba más que cimentada".

La colección de Carrillo Gil había recorrido muchos países; pero en esta ocasión la muestra era representada exclusivamente por obra de los tres grandes muralistas, es decir no había por ejemplo piezas prehispánicas como era lo usual en muchas itinerancias. Aunque no es claro, porque aun no se acaban de estudiar todos los documentos en Promotora Gamboa, al parecer esta exhibición había estado antes en el Museo del Hermitage, en la entonces Unión Soviética.

"Gamboa promueve con Carrillo Gil este imaginario nacionalista que va desde lo prehispánico hasta lo que hoy llamamos moderno -representado por Orozco, Rivera, Siqueiros- que entonces era lo contemporáneo", dice la curadora.

Vania Rojas detalla: "Para entonces la colección de Carrillo Gil lleva años moviéndose y se vuelve representante de México en distintos países, ferias mundiales, bienales, y finalmente esta parte llega a Chile". Para la directora del Carrillo Gil, aquella es una anécdota muy importante para la colección del Museo, una anécdota con grandes protagonistas: Gamboa, Carrillo Gil, el pintor Nemesio Antúnez, que entonces dirigía el Museo de Bellas Artes en Santiago, y Neruda.

"Contarla a través de una nueva exposición es un homenaje a ellos y a lo que ocurrió. Esta idea se viene gestando desde la primera dirección del Museo, hay que contar estas historia; se ha ido posponiendo por diversas circunstancias".

Para proyectar una exposición sobre el tema, que sin duda sería muy diferente a la primera, se ha integrado un equipo donde con Ibarí Ortega -coordinadora del proyecto- estarán el investigador Juan Manuel Aurrecoechea, el escritor Rafael Vargas y el curador e investigador Alfonso Morales. También se trabajará con Patricia Gamboa. Aunque la muestra se diseñará con el equipo del Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile, la generará el Carrillo Gil; la intención es que primero se presente en Chile, como recuperando aquella itinerancia, y luego en México.

Rafael Vargas, quien fue alumno de chilenos exiliados tras el golpe militar, que ha investigado sobre Chile y en específico sobre Pablo Neruda, dice que el poeta y premio Nobel es quien estuvo en el origen de todo esto: "Él fue cónsul general de Chile en México, entre agosto de 1940 y agosto de 1943, se echó a la bolsa a nuestro país. Dio en 1941, me parece, un discurso de despedida bellísimo en el Paraninfo Simón Bolívar, en San Ildefonso, dándole la despedida a dos muchachos que se van a ir a estudiar a Chile: eran Luis Echeverría y José López Portillo. Estoy seguro, aunque no tengo las pruebas, de que Neruda, sabedor de que existía esa colección maravillosa de Carrillo Gil, le debe haber dicho al presidente Allende, quien era su amigo, que se montara en Chile. Creo que el punte que arregló eso, el que sugirió que la exposición se llevara a Chile fue Neruda (amigo de Gamboa). Neruda es el pivote de esta historia", dice Vargas y concluye que contarla es una manera de cerrar ese capítulo:

"Equivale a cerrar un pendiente en el tiempo; esa cuenta quedó abierta. La exposición debe volver a Chile para presentarse algún día. Neruda, como el instigador de todo esto, merece que se cumpla su voluntad; su voluntad fue que alguna vez en Chile se viera a los tres grandes. Justamente, el último texto de Neruda es el que se escribió para ese catálogo", dice Vargas, quien fue agregado cultural en Chile, de 2002 a 2005.

Situaciones administrativas, cambio de autoridades, falta de recursos, razones políticas y electorales han hecho que se posponga la muestra. Rojas y Ortega reconocen que es complejo tocar un tema que remueve un capítulo de la historia que los jóvenes de Chile de hoy no ven igual a como lo vieron los de entonces. No se podría pensar en trasladar 169 obras que ya son Monumento Artístico de México; en un solo vuelo no podrían viajar más de 10 de esas obras con declaratoria.



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