Estudian vestimentas escultóricas de la Nueva España
PIEZA. Especialistas del Taller de Restauración de Escultura Policromada de la ENCRyM intervienen una escultura de San Joaquín del siglo XVIII. (Foto: Cortesía INAH )
Especialistas restauradores investigan la forma en que entalladores y policromadores imitaron la suntuosidad de vestimentas de esculturas policromadas de carácter religioso, realizadas durante los siglos XVI, XVII y XVIII en la Nueva España.
En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Fanny Unikel, responsable del seminario Taller de Restauración de Escultura Policromada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, informó que un equipo interdisciplinario de especialistas estudia la policromía de la escultura novohispana, pues en la medida que se conozca más se podrán entender, restaurar, y conservar mejor las piezas.
Como parte de este amplio estudio, que realizan tanto investigadores de la UNAM como del INAH, sobresale el análisis que se hizo a siete esculturas policromadas del Templo de Santa Prisca, en Taxco, Guerrero, en colaboración con Mercedes Murguía y Luisa Amaro.
Entre esas siete esculturas están: la Inmaculada Concepción (imagen principal del templo), Virgen Dolorosa, San José, Señora del Pilar, San Juan Nepomuceno, Santa Lucía y San Isidro Labrador, en las que se muestra la riqueza de sus vestimentas.
"San Isidro era un campesino, pero en esta advocación se presenta con pantalones que llegan arriba de la rodilla, pegaditos, con medias que parecen de seda y botas, así podría parecer un trabajador del campo, pero después nos dimos cuenta de que las medias tenían hilos dorados y que porta un chaleco al que le cuelgan unas ‘mangas perdidas', que era una moda del Renacimiento. De esa manera supimos que estábamos ante la representación elegante y decorosa para un santo campesino del siglo XI español", explicó la restauradora.
Otro ejemplo notable es el de la Virgen Dolorosa. "Su traje es uno de los más cuidados, no sólo por la calidad de la policromía, sino por el detalle en los motivos ornamentales de flores y frutas a los que se agregaron sobre el manto torres, como símbolo mariano, y pequeños distintivos pasionarios representando sus dolores. Por el envés del manto se aprecian: la cartela, la lanza, los dados, el hisopo, el Santo Sudario, la lámpara, el gallo, el guante, las pinzas, el martillo, la cuerda, los clavos y la corona de espinas.
Mencionó que ésta es sólo una muestra de la riqueza con la que la policromía vistió a los santos del Templo de Santa Prisca. El estudio, que forma parte de los ensayos realizados en el Seminario de Escultura Virreinal del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, dio como resultado el libro "El Tejido policromo. La escultura novohispana y su vestimenta", editado por el IIE-UNAM.
La historiadora del arte Patricia Díaz, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIE-UNAM), quien también participó en el libro, indicó que desde el siglo XVI, existe la intención de representar a los personajes divinos de una manera digna y suntuosa. "Las esculturas podían estar vestidas con la policromía, pero también eran revestidas".
Por otra parte y en paralelo se empieza a desarrollar otra investigación en la que esperan identificar el taller donde fueron creadas las esculturas, para lo cual los especialistas de la ENCRyM trabajan con la doctora Josefina Bautista y la antropóloga física, Heidy Guzmán, en los estudios morfológicos y morfométricos para determinar las medidas y características del rostro de las obras, a fin de identificar de dónde provenían.
Fanny Unikel mencionó que tales estudios morfológicos se han aplicado a las esculturas de San Joaquín y de Santa Ana, del siglo XVIII, que actualmente se están restaurando y que proceden del Templo de San Bartolo Cuautlalpan, en Zumpango, Estado de México.