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Un Cervantino más social

Alida Piñón Enviada| El Universal
Lunes 14 de octubre de 2013
Un Cervantino ms social

ESCENA. “La Sangre de Antígona” , de la Compañía Nacional de Teatro. (Foto: YADIN XOLALPA EL UNIVERSAL )

La apuesta más importante del FIC es acercar las expresiones artísticas a la población más vulnerable del estado

ana.pinon@eluniversal.com.mx  

GUANAJUATO. —La curiosidad la hizo tomar uno de los camiones que el DIF y el Festival Internacional Cervantino dispusieron para que su comunidad El Molinito, acudiera al ensayo general de la Sydney Dance Company, uno de los platos fuertes del encuentro cultural. El camino fue de dos horas rumbo a un destino que jamás había visitado, Guanajuato, para presenciar algo de lo que sólo sabía que era de danza.

Alejandra tiene 18 años y dice no haber tenido la oportunidad de seguir estudiando, por eso planea trabajar para solventar los gastos que implique continuar en la escuela. Por lo pronto, por primera vez está en el Cervantino, un concepto que le remite a algo que tiene que ver con artistas.

Su asombro es mayúsculo. Cuerpos estilizados moviéndose de una forma jamás vista por sus ojos. Hasta ese momento, para ella, la danza era folclor. No tiene palabras para describir las sensaciones que le provocan los australianos, aquello sólo puede definirse como “padrísimo y sorprendente”.

Alejandra es una de las 600 personas de comunidades de San Diego de la Unión, Doctor Mora, Silao, Jaral del Progreso, Villagrán, Celaya, Juventino Rosas, León y San Francisco del Rincón, San José de Pinos, Arperos, La Estancia, Los Lorenzos, La Palma, Magdalena Encino, El Molinito y Puertecita de San Juan, que fueron invitadas al primer evento del proyecto “Una comunidad al Cervantino” que forma parte de los ejes centrales que este año implementó Jorge Volpi, director del FIC.

La sorpresa ha sido unánime, adultos mayores, jóvenes, mujeres, hombres, niños, todos coinciden en que la obra 2 One Another ha sido “muy bonita”. El trabajo de la compañía ha despertado, incluso, la pasión de una mujer que ríe divertida al confesar que los bailarines eran “guapísimos” y que, con mucho gusto, seduciría a uno.

Paola, de nueve años, como Alejandra, está maravillada. Las luces, la música, la danza, la han tenido atónita, incluso le provocaron miedo y risa. Los cuerpos no se parecen a ningún otro, ni siquiera a los de la televisión. Descubrió el fuego, el fuego de la danza.

La apuesta más importante del FIC es acercar las expresiones artísticas a la población más vulnerable del estado. Para ello, ha programado actividades como invitar a los ensayos generales a personas de escasos recursos a apreciar, por ejemplo, a compañías como la Sydney Dance Company.

Con el programa “Cervantino a la comunidad” se realizarán 30 actividades en sitios aledaños a Guanajuato para visitar zonas marginales, tutelares para menores, internados para niñas, refugios para ancianos, escuelas y prisiones, incluso las de alta seguridad. El fin es llegar a quienes nunca han sido público.

La primera actividad de este programa ha sido un éxito si sólo se considera que las personas, en efecto, han agradecido, incluso hasta la lágrima, tener la oportunidad de presenciar un evento espectacular para los sentidos.

Cervantino para todos es, oficialmente, un programa, no un piloto, pero en el fondo de su estructura lo parece. Las comunidades que asistieron al Auditorio del Estado fueron invitadas a través del DIF Estatal, que a su vez tiene proyectos en los distintos lugares para darles, sobre todo a las mujeres, herramientas de información que coadyuven a mejorar sus problemáticas de empleo, alimentación y violencia intrafamiliar.

La Comunidad al Cervantino es para uno de los maestros de violín de la Orquesta Esperanza Azteca del municipio de Dolores una oportunidad aspiracional. Invitados al Templo de la Compañía para presenciar el ensayo de la Orquesta Sinfónica de Pekín, podría darles una nueva perspectiva y la ambición de convertirse en músicos profesionales. Los hechos dicen que sí es posible, una de sus alumnas, por su talento, fue invitada a Nueva York por ser una de las mejores violinistas. Mientras eso ocurre, Yahir, un pequeño violinista, se queda mirando a los músicos y descubre que el secreto de una orquesta, para sonar bien, es el compañerismo.

El cervantino a la comunidad

San José de Bernalejo es uno de los poblados más pobres de Irapuato y de todo del estado. El principal sustento es la ganadería y el campo. Ahí sucedió el primer evento de Cervantino a la comunidad. La organización también estuvo en colaboración con el DIF, así como con el Instituto de Cultura de Irapuato, que según su directora, está a cargo de ocho bibliotecas en el municipio, un museo, cuatro espacios de exposiciones, dos casas de cultura y 20 salones de cultura en comunidades rurales, con nueve millones de pesos de presupuesto que la mayoría es absorbido por la nómina.

A San José de Bernalejo, confiesa Atala Solorio, a cargo del Instituto de Cultura, nada llega de las actividades que se programan y asegura que hay cientos de niños que nunca han estado en contacto con expresiones artísticas. Espera que ahora puedan saber si “les gusta o no” ver, por ejemplo, obras de teatro.

María de los Ángeles, una joven de 21 años, ha esperado 90 minutos para ver a la compañía quebequense Motus, ha estado de pie, recargada sobre su andadera, presenciando cómo los artistas bajan de una camioneta blanca para analizar dónde es el mejor lugar para montar su escenario.

El sol quema, no hay sombra en lo que para el FIC es una explanada, pero que en realidad es un despoblado cuya capilla anuncia que ahí es el centro del municipio en el que deambulan vacas, becerros, caballos, perros flacos y carritos de fresas con crema.

La parte de atrás de la capilla, una casa y una barda regalan una pequeña cobija para el sol. Ni María, ni las 300 personas que se han congregado tienen una sola queja del retraso. La gran expectativa es magnánima con los organizadores. A ellos tampoco les han advertido qué es lo que presenciarán, sólo les informaron que “algo” habría para la comunidad, especialmente para los niños. Tampoco lo saben el personal del DIF ni el del Instituto. Las decenas de pequeños esperan mientras corren de un lado a otro, persiguiendo becerros, jugando entre ellos. Finalmente, Motus está listo. Las sillas se han colocado y la explanada se ha convertido en un teatro.

La compañía comienza a contar que en una región de África se sufre una sequía desde hace mucho tiempo y ahí hay un baobab milenario. Hasta que un día, de este baobab nace un huevo y, de ese huevo, un niño pequeño. Los habitantes del pueblo descubren que él es el único capaz de liberar el manantial de agua. Así empieza una gran búsqueda donde sólo el valor de un niño puede cambiar la historia del Mundo.

La narración, los títeres, los instrumentos, dibujan una sonrisa permanente en cada uno de los habitantes. La magia del teatro surge, el calor se olvida, la espera, todo. El arte está vivo. Hay risas constantes, la gente sigue la historia paso a paso.

Ahí está María, con su playera rosa. Se le ve feliz, una felicidades que estremece, que conmueve. El pequeño ha salvado al Mundo y ella llora. “Nunca habíamos tenido algo como esto. ¡Gracias, muchas gracias a todos por traernos esto!”, dice con la voz entrecortada.

El sol se ha ido desvaneciendo. La gente se marcha poco a poco. Queda la felicidad de María. ¿Y después? Nadie lo sabe.

El FIC tendrá que pulir, analizar los resultados de esta edición. Un año tendrán para replantear, fortalecer o para reparar los yerros que en el inicio han tenido un común denominador: la improvisación, la premura. Con el tiempo se tendrá que responder la pregunta que surge ante la recepción de la gente ¿la experiencia pueda trascender, llevarse a otro nivel sin una visión integral?



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