Miklos narra la violencia que acaba con el mundo
AUTOR. David Miklos publica la primera parte de su trilogía sobre la violencia. (Foto: YADIN XOLALPA EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
David Miklos ha increpado a la violencia y lo ha hecho desde la “profundidad mayúscula” en la que sobrevive una sociedad del futuro, una sociedad que podría ser la nuestra y que ha sido arrasada por los actos violentos; pero también increpa a la violencia íntima que devasta a cada ser humano desde sus profundidades personales.
En su nueva novela, No tendrás rostro (Tusquets, 2013), el novelista, cuentista y editor mexicano explora la violencia en un tiempo en el que el mundo actual ya no existe. Este oficiante de la palabra ha querido llevar al extremo más extremo la condición humana. “Siempre me ha interesado llevar a su límite último a la condición humana y narrar a través de personajes despojados de todo”. Así lo hizo en La piel muerta, la novela publicada en 2005 en la que recrea el primer día de un nuevo siglo en un pueblo costero amenazado por la destrucción por una gran ola del mar; lo volvió a hacer en La gente extraña, publicada en 2006, que relata una historia de amor entre la nostalgia y el desvarío; y, sobre todo, lo hizo en La hermana falsa, que no sólo culmina esa trilogía, sino que también culmina una historia amorosa en tiempos de guerra.
“La hermana falsa es la real antecesora de No tendrás rostro, de hecho comparten de algún modo a un personaje que es Lena; me interesaba ver aquí esta condición humana erosionada y llevada a su forma más elemental arquetípica, desde ahí podemos comprender cómo funciona el ser humano ya despojado de toda la parafernalia de la civilización; eso es algo que siempre me ha interesado narrar y ahora lo llevo a un mundo más extremo que es este mundo prácticamente vacío”, señala el escritor y editor en entrevista.
A David Miklos (San Antonio, Texas, 1970) le interesa la violencia y cómo es capaz de destruir sociedades, en esta nueva novela plantea una visión contemporánea sobre la violencia que aqueja al mundo, utiliza para ello a cuatro protagonistas centrales: El suicida, que se mata y mata con ello al mundo; La Rusa, una voluptuosa y amazónica mujer Dios; Fino, el hombre que emprende la odisea hacia el pasado; y Blumenthal, el silencioso hermano de El Suicida y fundador de El Palomar, ese residuo del Paraíso que comienza a resurgir tras la violencia.
“El proceso de escritura buscaba retratar un mundo primigenio que no era el original, un mundo fruto de la violencia; intenté responder a la pregunta de ¿qué pasaría si la violencia crece mucho más exponencialmente de lo que ha crecido hasta ahora y arrasa con la mayor parte de la sociedad?, ¿con qué nos quedamos?, ¿quiénes sobreviven y por qué? En esta primera entrega, porque esta es la primera parte de una trilogía, decidí abordar el mundo más primitivo, estos tres personajes que están en El Palomar, junto al mar, en una especie de nuevo paraíso, donde están despojados de todo lo material, sus necesidades son muy básicas y sin embargo aun cargan algo del mundo anterior”, afirma el también autor de Una ciudad mejor que ésta y Brama.
Trilogía de la oscuridad y la violencia
Fino ha vivido más de 22 años en ese nuevo paraíso, pero al cabo de ese tiempo regresa a reconstruir los pedazos de su vida y de la historia de la humanidad pulverizada por la violencia; ese hombre que está enamorado de la Rusa no se atreve a reproducirse; y la Rusa es lo femenino encarnado en una mujer que es absolutamente fértil y que para David Miklos no puede ser más que la representación de Dios en la tierra después de que todo se acabo.
“Fino tiene que emprender un viaje, y en ese viaje muy bíblico, pues es como el éxodo de los judíos, se va a encontrar con personajes como la Sueca, que antes de que la violencia acabara con todo conformó una pequeña colonia de indigentes que crean unos nuevos mandamientos bíblicos, mismos que se rompen cuando la violencia estalla; y por otro lado se encuentra con Anzures, un minero sobreviviente que era líder de un grupo minero que se quedó enterrado bajo tierra mientras que arriba arrasaba la violencia; en esa pequeña odisea, Fino va resolviendo su destino y su reacción ante esta ‘violencia mayúscula’ y su deseo de hacer algo en este mundo reconstruido. Es una novela distópica, hay un mundo destruido que es nuestro mundo presente y lo estamos visitando desde un futuro arrasado”, afirma el narrador.
Los personajes de esta primera entrega de la trilogía buscan perpetuar cada uno su forma de vivir y su idea del mundo.
David Miklos plantea la violencia y el paraíso, pero se niega a aceptar que siempre tras la violencia llega el paraíso, porque a veces los lugares quedan totalmente devastados y nunca se recupera la vida. “En el caso de esta historia en particular sabemos que se acabó el mundo”.
En esta historia también habla del suicidio como esa decisión personal de acabar con el mundo: “suicidarse es un holocausto íntimo”; el narrador y editor quería que esa pulsión del suicidio estuviera en No tendrás rostro, que representa la decisión del ser humano de que lejos de tener la posibilidad de reempezar, el suicida decide clausurarlo todo.
“Desde La hermana falsa me quedé con la idea de seguir con la violencia, lo retomé en Brama, donde indago en la semilla, en la violencia que comienza en casa, y decidí que para reflexionar más profundamente sobre la violencia tendría que trasladarme a un escenario futuro donde ya se había acabado todo para saber si después de la violencia queda algo, si en este mundo post violento se erradicó la violencia o no”, concluye el jefe de redacción de la revista Istor.